sábado, 11 de julio de 2015

La dieta mediterránea es la que mejor le sienta a nuestro cerebro

La dieta mediterránea es la que mejor le sienta a nuestro cerebro



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En verano hay que aumentar el consumo de alimentos ricos en agua y reducir, al menos, un 20% del aporte calórico recomendado.
En época estival es común que se descuiden los hábitos alimenticios, se modifiquen los horarios de la comida, se realicen ciertos excesos –principalmente de grasas y azúcares- que no suelen ser beneficiosos ni para los pacientes neurológicos ni para la población general, y más si se mantienen de forma prolongada. “Cuidar nuestra alimentación, también durante el verano, y estabilizar los horarios de comida, sobre todo aquellas personas que padecen alguna enfermedad neurológica, como por ejemplo aquellas que
sufren migrañas u otro tipo de cefaleas, es uno de los principales consejos que se pueden dar para seguir cuidando nuestro cerebro en verano”, explica el doctor Carlos Tejerovocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN). De hecho, existen estudios que han relacionado elcontrol calórico o la frugalidad con un menor riesgo de padecer Alzheimer o Parkinson, así como otros que indican que aquellas personas que mejor han conservado la salud y su productividad con el paso de los años son las que han mantenido su peso estable en los últimos 50 años. “Por lo tanto, aunque de vez en cuando podamos darnos un capricho, y más cuando estamos de vacaciones, debemos intentar que éstos sean una excepción, ya que se estima que los españoles aumentamos una media tres kilos cada verano”, explica doctor Tejero.


Aparte de los alimentos, también en verano es necesario cuidar especialmente la hidratación.“El 20% del agua que ingerimos procede de los alimentos. Así que también es importante que en esta época tratemos de aumentar el consumo de alimentos ricos en agua”, señala el especialista. En adultos sanos, la concentración, el rendimiento físico y la memoria a corto plazo se ven afectadas con una deshidratación superior al 2% del peso corporal. Una función mental disminuida que se hace aún más presente en las personas mayores y en pacientes que pueden tener alterados los mecanismos de control de la sed por alguna enfermedad, por ejemplo los que padecen demencias u otras enfermedades degenerativas. Diversos estudios han señalado que los alimentos ricos en componentes con efecto antioxidante y antiinflamatorio, como los frutos rojos, nueces o algunas especias pueden reducir el deterioro cognitivo asociado a la edad, así como el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas. “El listado de alimentos con  estas propiedades es amplio, pero se piensa que son los polifenoles de las nueces, los frutos rojos, del vino o del curry y del azafrán los principales responsables de estos efectos saludables”, destaca el doctor David Ezpeleta.

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