jueves, 23 de julio de 2015

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Nutrición | 20 JUL 15
Obesidad infantil e ingesta calórica
Los niños obesos reflejan interacciones complejas de la genética y otros factores, tales como el medio ambiente, sociales y factores de comportamiento, que afectarán a la ingesta y al gasto de energía.
INDICE:  1.  | 2. Referencias



Introducción

La obesidad es hoy, sin duda, un problema creciente de salud en todo el mundo. De acuerdo con los datos estadísticos a partir de 2003, aproximadamente el 30% de los adultos y el 15% de los niños (2-19 años) a nivel mundial fueron clasificados como obesos.

La obesidad infantil no sólo es epidemia en los países desarrollados, como los países de Europa occidental, Australia y EE.UU., sino también en los países en desarrollo. En los EE.UU., un sorprendente tercio de los niños y adolescentes (unos 23 millones) tienen sobrepeso o son obesos. Incluso en China, la tasa de obesidad en los niños se está incrementando dramáticamente durante la última década. La posibilidad de que un niño con obesidad se convierta en un adulto obeso es de hasta el 80%. Y mientras más obesos haya en la niñez más probabilidad de que la obesidad persista en la edad adulta.

La alta prevalencia de obesidad ha despertado la preocupación de la gente. En primer lugar, la obesidad en general y la obesidad de la infancia en particular, causan muchos problemas de salud, tales como hipertensión, colesterol alto, asma, trastornos del sueño, enfermedad hepática, diabetes tipo 2, cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular y cáncer.

Los investigadores encontraron que aún peor, muchas enfermedades relacionadas con la obesidad consideradas exclusivamente en la edad adulta están ahora siendo vistas en niños con una frecuencia cada vez mayor. Por ejemplo, la diabetes tipo 2, también llamada diabetes del adulto, ahora aparece en niños de ocho años. Esto significa que estos niños tienen que hacer frente a dicha enfermedad crónica durante un período inusualmente prolongado de tiempo.

En segundo lugar, la obesidad es un problema económico. Se informó que los gastos de cuidado de la salud y los gastos en medicinas de los adultos obesos fueron 36% y 77% más altos que en las personas no obesas, respectivamente. Wang y col. informaron que las estimaciones de los gastos de hospital para el tratamiento de las enfermedades relacionadas con la obesidad infantil aumentaron de $35 millones a $127 millones (en valores en dólares constantes 2001) de 1979-1981 a 1997-1999. Y las estimaciones están aumentando rápidamente. Por lo tanto, la alta prevalencia de obesidad infantil y las severas consecuencias llevaron a un consenso de que se debe prestar extrema atención a este problema epidémico mundial.

La genética es, sin duda, un factor importante para la obesidad infantil. La probabilidad de que un niño con uno de los padres obesos se convierta en un adulto obeso es tres veces mayor que en los que no tienen padres obesos. Sin embargo, los niños obesos, en general, reflejan interacciones complejas de la genética y otros factores, tales como el medio ambiente, sociales y factores de comportamiento, que afectarán a la ingesta y al gasto de energía.

Últimamente, el desequilibrio entre la ingesta de energía y el gasto es el factor determinante de las altas tasas de obesidad. Es difícil prevenir la obesidad infantil desde el punto de vista genético; sin embargo, es obviamente más eficaz prevenir la enfermedad mediante la adopción de más ejercicios físicos y alimentos adecuados en cantidad moderada. En esta revisión, los autores revisaron sistemáticamente las publicaciones de las bases de datos sobre la relación entre la obesidad en la niñez y la ingesta de alimentos, incluyendo los tipos de alimentos, los tipos de componentes nutricionales y los patrones de ingesta de alimentos.


Tipos de alimentos relacionados con la obesidad infantil

Bebidas

Bebidas azucaradas (BAs)


El consumo de bebidas azucaradas está aumentando de forma espectacular entre los niños y adolescentes mayores en las últimas décadas. Varios estudios epidemiológicos encontraron un vínculo positivo entre el consumo de BAs y la ganancia de peso a largo plazo y la obesidad. Un estudio de cohorte prospectivo de dos años en más de 10000 niños y niñas de 9 a 14 años encontró que el consumo de BAs se asocia con una menor ganancia del índice de masa corporal (IMC) (kg/m2) durante el año correspondiente, probablemente debido a su contribución al consumo total de energía.

Un estudio piloto del efecto del menor consumo de BAs sobre el peso corporal encontró que los cambios en el índice de masa corporal, ajustado por género y edad, fueron 0,07- 0,14 kg/m2 para el grupo de consumo disminuido y de 0,15 a 0,21 kg/m2 para el grupo control después de 25 meses de intervención.

Otro estudio longitudinal (4 a 8 semanas) de los efectos de un consumo excesivo de BAs en el balance energético de los niños (de 6 a 13 años) y la ingesta de nutrientes mostró que el consumo excesivo de BAs (>12 oz/día- 354ml), desplazaba la leche de la dieta de los niños, lo que se tradujo en un mayor consumo diario de energía y una mayor ganancia de peso en comparación con los que consumían menos BAs (<12 oz/día- 354ml).

Otros estudios también encontraron resultados similares en los que la obesidad podría ser agravada por el aumento de la ingesta de BAs. En un artículo de revisión, Malik y colaboradores informaron que las BAs proporcionaban poco beneficio nutricional y el consumo de BAs que causaba el aumento de peso se debía a la baja saciedad de los hidratos de carbono líquidos, llevando así a una incompleta compensación de la energía en las comidas posteriores. Ellos concluyeron que el consumo de BAs debe ser desalentado, en particular entre los niños y adolescentes.

Jugos de frutas

Los jugos de frutas son considerados como bebidas saludables y los niños las consumen en grandes cantidades. Los estudios longitudinales sobre la ingesta de jugo de fruta mostraron que no influye en el aumento de peso. Sin embargo, otros mostraron que existe una relación positiva entre los jugos de frutas y la obesidad. Dennison y col. informaron que el consumo de ≥12 oz/día (354ml) de jugo de fruta en niños de 2-5 años se asoció con baja estatura y con obesidad. También encontraron que los efectos fueron probablemente debido al alto contenido de fructosa (13,9 g/8 oz por porción) y sacarosa (4,2 g/8 oz por porción) en el jugo de manzana. Sus resultados fueron consistentes con los que indican la función especial de la fructosa y la sacarosa en la adiposidad.

Leche y productos lácteos

Los estudios encontraron que la leche y los productos lácteos eran eficaces en el control del peso y que la leche fue considerada durante mucho tiempo como una bebida esencial para los niños porque contiene proteínas nutritivas, calcio y vitaminas A y D. Se afirma que la ingesta de dos porciones de leche por día podría reducir el riesgo de sobrepeso hasta el 70%.

Sin embargo, los efectos de la leche y los productos lácteos en el peso son controvertidos. El calcio de los lácteos podría promover la pérdida de peso, mientras que la proteína de suero de leche y la estrona podría causar aumento de peso. Berkey y col. informaron que grandes cantidades de leche pueden proporcionar energía excesiva para algunos niños. Los niños que ingieren grandes cantidades de leche ganaron más peso durante un estudio longitudinal.

También encontraron que no había diferencia entre la leche entera y la leche descremada, lo que indica que la grasa láctea no está asociada con la obesidad infantil. Como un tipo de leche especial, la leche materna se desempeña de manera diferente. Varios estudios mostraron que un bebé alimentado con leche materna en lugar de fórmula infantil tiene un menor riesgo de sobrepeso u obesidad en la infancia y la adolescencia. Además, parece que cuanto más prolongada es la alimentación con leche materna más eficaz es la prevención de la obesidad en la infancia y la adolescencia.

Snacks

De acuerdo con una encuesta realizada por el Centro Chino de Control de Enfermedades en 2007, el 60% de los niños (3 a 17 años) consumen snacks todos los días. Las encuestas de otros países también encontraron una tendencia creciente similar en el consumo de snacks entre los niños. Los alimentos con una mayor densidad de energía podrían disminuir la saciedad de la ingesta de alimentos, lo que resulta en un consumo pasivo excesivo y obesidad.

Por lo tanto, los snacks ricos en energía son vistos como una causa de la obesidad infantil. Zizza y col. informaron que había una fuerte posibilidad de que los bocadillos hubieran contribuido a la epidemia de obesidad en los niños de EE.UU. Sin embargo, en el estudio longitudinal de 4 años de niñas inicialmente no obesas de edades comprendidas entre 8 y 12 años, Phillips y col. encontraron que los snacks ricos en energía no afectaron el peso o la gordura.

Comida rápida

El consumo de comida rápida se asocia con una menor calidad en la dieta. Paeratakul y col. informó que el consumo de comida rápida conduciría a una mayor ingesta de energía y grasa, pero a una menor ingesta de nutrientes saludables como vitaminas, leche, verduras y frutas. Se observaron resultados similares en la investigación de Bowman y col., que encontraron que el consumo de comida rápida en los niños puede afectar la calidad de la dieta que plausiblemente podría aumentar el riesgo de obesidad. Aunque el mayor consumo de energía de la comida rápida puede conducir a la creciente incidencia de obesidad en los niños, todavía carece de pruebas adecuadas.

Verduras y frutas (VFs)

Se recomendaron las VFs para prevenir la obesidad debido a su baja densidad de energía, alto contenido de agua y fibras. Epstein y col. informaron que el porcentaje de sobrepeso en las familias con alto consumo de VFs fue significativamente menor que en aquellas con un consumo decreciente con un alto contenido de grasa/alto contenido de azúcar. También se reportó la asociación inversa entre la ingesta de VFs y la obesidad pediátrica.

En un estudio longitudinal de 2 años, los niños con sobrepeso (de 6 a 13 años), con una mayor ingesta de VFs tenían menos probabilidades de permanecer con sobrepeso durante los años experimentales, en comparación con aquellos con menor consumo de VFs. En un estudio similar de Field y col., la asociación inversa entre la ingesta de VFs y el cambio del IMC se encontró en los niños, no en las niñas. Sin embargo, otros estudios encontraron que no había relación o relación positiva entre las VFs y la obesidad infantil. Este hallazgo sugiere que las VFs solas no son la cura para la prevención de la obesidad. Es el reemplazo de los alimentos densos en energía con las VFs lo que produce el efecto anti obesidad.

Tipos de componentes nutricionales relacionados con obesidad infantil

Vitaminas


Recientemente, se incrementó la ingesta de vitaminas de plantas, animales o fuentes artificiales. Por otra parte, muchos alimentos y fórmulas infantiles están fortificados con vitaminas. El aumento de la ingesta de vitaminas podría tener una relación positiva con la prevalencia de la obesidad infantil. La evidencia existente muestra que el aumento de la ingesta de vitaminas del grupo B (B1, B2 y niacina) estuvo fuertemente correlacionada con la prevalencia de obesidad y diabetes, porque las  vitaminas B pueden aumentar la síntesis de grasa. La fórmula infantil fortificada con vitaminas B en exceso puede conducir a un rápido aumento de peso del bebé y a obesidad infantil.

Aparte de las vitaminas B, también se encontró que la vitamina C y E antioxidantes aumentan las especies de oxígeno reactivas. Por lo tanto, el aumento de la ingesta de estas vitaminas también puede contribuir al desarrollo de obesidad. Hay un montón de evidencia de estudios en genética y en animales de que la vitamina D puede desempeñar un papel positivo en la inhibición de la adipogénesis. El seguimiento de niños preadolescentes mostró que la vitamina D estaba inversamente asociada con los indicadores de adiposidad, y que la ingesta adecuada de vitamina D es crucial para evitar la obesidad infantil.

Proteínas

El exceso de ingesta de proteínas durante la infancia está positivamente relacionado con la obesidad infantil. Un ensayo aleatorio de Weber y col. informó que los lactantes que recibieron un mayor contenido de proteínas de fórmula (grupo AP) en el primer año de vida mostró un IMC significativamente mayor a las 6 años que los que recibieron un menor contenido de proteína de fórmula (grupo BP) y aquellos que fueron amamantados.

Además, el riesgo de obesidad en el grupo AP era 2,43 veces mayor que en el grupo BP. Los estudios a largo plazo mostraron que durante el período de alimentación complementaria (de 6 a 18 meses), la ingesta más alta de proteínas podría conducir a un mayor IMC en 4 a 7 años y a un mayor riesgo de obesidad más adelante. Los estudios de intervención y observacionales apoyaron la hipótesis de que la alta ingesta de proteínas promueve el rápido aumento de peso durante la infancia.

Grasa

El exceso de consumo de grasas en la dieta (principalmente triglicéridos) de los alimentos o las preparaciones puede conducir a obesidad. Desde que la tasa de obesidad en adultos y niños está aumentando, debería reducirse la grasa de la dieta para equilibrar el consumo de energía y las necesidades de energía, y hay una necesidad especial de alimentos con grasas modificadas. Para otro tipo especial de grasa, la grasa láctea, sin embargo, no es el caso. La materia grasa láctea es vista comúnmente como colaboradora de los productos lácteos para el desarrollo de obesidad debido a su alta densidad energética, contenido de colesterol y ácidos grasos saturados.

Kratz y col. llegaron a la conclusión de que el alto consumo de grasas lácteas está inversamente asociado con la obesidad. Revisaron 16 estudios observacionales realizados de 1999 a 2011 en los EE.UU. y Europa, pero ninguno de los 16 estudios reportaron una relación positiva entre el consumo de grasas lácteas basal o de alimentos con alto contenido de grasa láctea y obesidad al inicio o en el tiempo. Por otra parte, 11 de los 16 estudios demostraron que con un consumo de más grasa láctea y/o alimentos con alto contenido de grasa láctea al inicio del estudio, los participantes ganaron menos peso con el tiempo que aquellos con menos consumo de grasa láctea y/o alimentos con alto contenido de grasa láctea.

Fibra dietética

La fibra dietética es beneficiosa para el control de la ingesta de energía y para reducir el riesgo de obesidad. Las propiedades físicas y químicas de la fibra dietética son eficaces para promover la saciedad, mientras prolongan las señales de saciedad. La fibra dietética podría evitar la ingesta excesiva de alimentos y el depósito de grasa por la disminución de la densidad calórica de la dieta, la disminución del ritmo de ingestión de alimentos, aumentando el esfuerzo en comer, promoviendo la saciedad intestinal, e interfiriendo ligeramente con la eficiencia de absorción de energía.

El  consumo de fibra dietética recomendada para los niños es de aproximadamente 14 g/1.000 Kcal. La fibra dietética proviene de una variedad de fuentes, tales como verduras y granos. Du y col. informaron que la reducción de peso corporal se debió a las fibras dietéticas de los granos más que de las frutas o verduras. Varios informes confirmaron los efectos de la fibra dietética en la reducción de la grasa corporal. Un estudio de seguimiento a 2 años de los niños y niñas de 7 a 11 años mostró que hubo un incremento del 10% de la grasa corporal visceral con la disminución de la ingesta de fibra.

Calcio

La evidencia existente muestra que el aumento del consumo de calcio en la dieta se asocia con un menor peso corporal, IMC y obesidad. El mecanismo del calcio en la dieta en la reducción de la grasa corporal puede ser el resultado de la estimulación de la lipólisis y la inhibición de la lipogénesis. La alta ingesta de calcio en la dieta podría suprimir la acumulación de lípidos de los adipocitos durante el consumo excesivo de una dieta de alta densidad energética y aumentar la lipólisis y preservar la termogénesis durante la restricción calórica, por lo tanto acelera notablemente la pérdida de peso.

Un estudio clínico observacional de 4 años encontró asociaciones negativas significativas entre la ingesta de calcio y el aumento de peso. Por otra parte, se encontró que una diferencia de 1000 mg en la ingesta de calcio estaba asociada con una diferencia de 8 kg de peso corporal medio. Zemel y col. informaron que los pacientes obesos que recibieron calcio creciente en la dieta por 1 año habrían tenido una pérdida de grasa corporal de 4,9 kg. También encontraron que el aumento de la ingesta de calcio suprimiría el Ca2+ adipocitario intracelular, modularía el metabolismo de la energía y atenuaría el riesgo de obesidad.

Los estudios longitudinales en niños mostraron que la mayor ingesta longitudinal de calcio (mg/día) y más raciones de productos lácteos por día se asociaron con una reducción de la grasa corporal y la obesidad infantil. Y el efecto de reducción de la grasa corporal fue más significativo en hombres que en mujeres.

Patrones de consumo de alimentos

Los autores abordaron el tema "¿Qué comer con el fin de prevenir la obesidad infantil?”.

Los niños deben incorporar suficiente nutrición para mantener su crecimiento y desarrollo. Hacer dieta y restringir los alimentos apetecibles no son adecuados para el tratamiento de la obesidad infantil. Los alimentos y componentes nutricionales que pueden reducir el riesgo de obesidad deben ser decisiones inteligentes. Sin embargo, para los niños pequeños, sus opciones de comida por lo general siguen el ejemplo de sus padres.

Eso explica por qué los padres obesos tienen un mayor riesgo de criar hijos obesos, porque los niños seguirían las opciones de preferencias de alimentos con alto contenido de grasa, ricos en energía como sus padres. En este punto, la conciencia de una "buena dieta" de los padres es importante para la elección de alimentos de sus hijos.

Más allá de esto, debería involucrarse la cuestión del patrón de ingesta de alimentos, es decir, "¿Cómo y cuando se ingieren los alimentos, en qué cantidad?". El desarrollo del patrón de ingesta de alimentos de los niños es afectado por un número de factores, como la guía de los padres, la publicidad, los entornos construidos, etc. Los siguientes son los patrones de consumo de alimentos sugeridos desde los estudios reportados:

Mantenimiento de un buen hábito de desayuno

El desayuno es la comida más importante del día. No es adecuado saltear el desayuno para el control de peso. Los estudios mostraron que los niños que no desayunan tienen mayor IMC o aumento de peso que los que tienen un desayuno regular. Por el contrario, el mantenimiento de un buen hábito de desayuno puede no sólo contribuir a una nutrición adecuada, sino también reducir el riesgo de obesidad. Por lo tanto, se recomienda un desayuno diario que contenga una variedad de alimentos, especialmente fibra dietética alta, frutas, y productos lácteos.

Evitar ingestas compulsivas, comidas con alto contenido de grasa a la noche

Se deben evitar los atracones de comida. Los atracones alimenticios implican comer grandes cantidades de comida sin control, comer a pesar de sentir plenitud o comer sin hambre. Los atracones de comida no sólo son perjudiciales para la salud sino que también conducen a la obesidad. También se deben evitar las comidas nocturnas con alto contenido de grasa. La regulación de la ingesta de alimentos a corto plazo es superada fácilmente por el aumento repentino de los alimentos densos en energía, especialmente durante la noche. Las comidas nocturnas ricas en grasa no permiten ajustes compensatorios hasta el día siguiente, un gran riesgo para la obesidad.

Evitar el patrón de comidas poco frecuentes y el aumento de frecuencia de las comidas

El patrón infrecuente de comida ("alimentación por comida", "alimentación intermitente", "hartarse") es considerado como un posible factor de obesidad. Los experimentos mostraron que la alimentación poco frecuente da lugar a un aumento neto de la grasa corporal total, cuando se asegura un suministro de alimentos isocalóricos. Las cargas poco frecuentes de alimentos inducen a complejos cambios descritos como hiperlipogénesis adaptativa lo que lleva al desarrollo de obesidad.

Por lo tanto, debe evitarse un patrón de comidas poco frecuentes. Se recomienda aumentar la frecuencia de las comidas cuando sea posible. Los experimentos en pacientes obesos mostraron que los lípidos séricos y el sobrepeso tienden a disminuir a medida que aumenta la frecuencia de las comidas. Los individuos con cinco o más comidas al día es poco probable que presenten un aumento excesivo de peso. Además, aquellos con una mayor frecuencia de comidas permanecieron con peso estable aún cuando eran sometidos a comer en exceso. También se observó una relación inversa entre la prevalencia de obesidad infantil y la frecuencia de las comidas.

Evitar comer mientras ve la televisión

Comer mientras ve la televisión por lo general conduce a más admisión de energía (comer grandes bocados ricos en energía y beber bebidas azucaradas) y a menor gasto de energía (posición sedentaria).


Conclusiones

Existe una relación entre la obesidad de la niñez y la ingesta de alimentos. La elección inteligente de los alimentos y los componentes nutritivos y patrones de consumo de alimentos adecuados son importantes para la prevención de la obesidad infantil.

Comentario: La obesidad es un importante problema de salud pública, siendo la obesidad infantil una preocupación creciente en muchos países en la actualidad. La presente revisión informa que hay alimentos y componentes nutricionales como el calcio y la fibra de la dieta que se relacionan en forma inversa con la obesidad, y otros, como la vitamina B y las bebidas azucaradas, que juegan un rol positivo en el desarrollo de obesidad. Se recomienda la educación familiar en alimentación saludable, la ingesta moderada de alimentos, sostener el hábito del desayuno y evitar las comidas ricas en grasa por la noche como estrategia para prevenir la obesidad en la infancia.

*Resumen y comentario objetivo: Dra. Alejandra Coarasa




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