IMPORTANCIA DEL IMC
La medición del IMC es útil para abordar la obesidad, pero no suficiente
El índice de masa corporal (IMC) no es tan importante como lo hemos considerado en el abordaje de la obesidad.
Isabel Gallardo Ponce | igallardo@diariomedico.com | 22/04/2013 00:00
Eso no quiere decir que no sirva". Así de tajante ha sido Francisco Javier Salvador Rodríguez, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), en la mesa redonda Obesidad, una patología poliédrica, desarrollada en las XVII Jornadas de Nutrición Práctica que se han celebrado en Madrid.
Esta afirmación se basa en el estudio del fenotipo de pacientes obesos cuyo perfil metabólico es sano en contraste con otros que cursan con alteraciones metabólicas, como la hiperglucemia, la dislipemia, la resistencia a la insulina y el hígado graso. "Hay que deslindar el concepto de obesidad del IMC del concepto metabólico. Si distinguimos el metabólicamente sano del enfermo a lo mejor la intervención y la prioridad deben ser diferentes". De hecho, varios estudios han observado que, independientemente del IMC, un individuo delgado podría tener un alto contenido en grasa corporal mientras que uno con aspecto obeso puede tener más masa grasa. Por eso, Salvador explica que la circunferencia de la cintura tampoco es una medición fiable por sí sola, porque en distintas personas con la misma medida el porcentaje de grasa visceral varía mucho. "El problema al que nos enfrentamos en los estudios es que no tenemos ni una definición clara de obesidad ni un criterio metabólico claro ni una fenotipación profunda". Asimismo, en términos de morbimortalidad cardiovascular, los obesos metabólicamente sanos tienen una menor tasa que los no obesos con resistencia insulínica. "El tiempo de evolución de la obesidad compromete el perfil metabólico del paciente, incluyendo el que tiene un perfil sano de obesidad. Por tanto, la valoración de la obesidad es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de efectos adversos", dice Salvador, para quien es necesario utilizar todas las meddas posibles, incluyendo la de la composición corporal para mejorar el abordaje.
¿Cómo y cuándo?
Las alteraciones en algunos genes Clock juegan un papel en la obesidad, en la pérdida de peso y en las conductas obesogénicas, que influyen en una mayor ingesta, un menor gasto energético y en la alteración de los ritmos biológicos, o cronodisrupción, según varios estudios de Marta Garaulet, catedrática de la Universidad de Murcia. Según ella, "somos más capaces de metabolizar una carga de glucosa por la mañana", ya que no sólo importa lo que se ingiere sino cuándo, y comer más tarde de las 15 horas reduce la pérdida de peso, pues el horario de las comidas es un importante sincronizador externo, al igual que la luz. "Los sujetos con un estilo de vida nocturno, que se caracterizan por despertarse tarde, saltarse el desayuno y cenar tarde, parecen presentar hiperglucemia durante la noche, y concentraciones reducidas de leptina y melatonina nocturnas". Aún queda por investigar la influencia de los relojes internos y los externos, que varían los periodos de ingesta y ayuno, y de actividad y reposo. "Picar con frecuencia, comer rápido o aburrido, producen una mayor metilación e inhiben el gen reloj", por lo que son conductas que deben evitarse.
Además, Fernando Fernández-Aranda, coordinador de la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Hospital de Bellvitge-Idibell, de Barcelona, dejó patente que diversos estudios epidemiológicos y traslacionales han identificado factores de riesgo y protectores comunes entre la obesidad y los trastornos de la conducta alimentaria, que incluyen desde rasgos de personalidad y factores ambientales compartidos hasta factores genéticos.
Esta afirmación se basa en el estudio del fenotipo de pacientes obesos cuyo perfil metabólico es sano en contraste con otros que cursan con alteraciones metabólicas, como la hiperglucemia, la dislipemia, la resistencia a la insulina y el hígado graso. "Hay que deslindar el concepto de obesidad del IMC del concepto metabólico. Si distinguimos el metabólicamente sano del enfermo a lo mejor la intervención y la prioridad deben ser diferentes". De hecho, varios estudios han observado que, independientemente del IMC, un individuo delgado podría tener un alto contenido en grasa corporal mientras que uno con aspecto obeso puede tener más masa grasa. Por eso, Salvador explica que la circunferencia de la cintura tampoco es una medición fiable por sí sola, porque en distintas personas con la misma medida el porcentaje de grasa visceral varía mucho. "El problema al que nos enfrentamos en los estudios es que no tenemos ni una definición clara de obesidad ni un criterio metabólico claro ni una fenotipación profunda". Asimismo, en términos de morbimortalidad cardiovascular, los obesos metabólicamente sanos tienen una menor tasa que los no obesos con resistencia insulínica. "El tiempo de evolución de la obesidad compromete el perfil metabólico del paciente, incluyendo el que tiene un perfil sano de obesidad. Por tanto, la valoración de la obesidad es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de efectos adversos", dice Salvador, para quien es necesario utilizar todas las meddas posibles, incluyendo la de la composición corporal para mejorar el abordaje.
¿Cómo y cuándo?
Las alteraciones en algunos genes Clock juegan un papel en la obesidad, en la pérdida de peso y en las conductas obesogénicas, que influyen en una mayor ingesta, un menor gasto energético y en la alteración de los ritmos biológicos, o cronodisrupción, según varios estudios de Marta Garaulet, catedrática de la Universidad de Murcia. Según ella, "somos más capaces de metabolizar una carga de glucosa por la mañana", ya que no sólo importa lo que se ingiere sino cuándo, y comer más tarde de las 15 horas reduce la pérdida de peso, pues el horario de las comidas es un importante sincronizador externo, al igual que la luz. "Los sujetos con un estilo de vida nocturno, que se caracterizan por despertarse tarde, saltarse el desayuno y cenar tarde, parecen presentar hiperglucemia durante la noche, y concentraciones reducidas de leptina y melatonina nocturnas". Aún queda por investigar la influencia de los relojes internos y los externos, que varían los periodos de ingesta y ayuno, y de actividad y reposo. "Picar con frecuencia, comer rápido o aburrido, producen una mayor metilación e inhiben el gen reloj", por lo que son conductas que deben evitarse.
Además, Fernando Fernández-Aranda, coordinador de la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Hospital de Bellvitge-Idibell, de Barcelona, dejó patente que diversos estudios epidemiológicos y traslacionales han identificado factores de riesgo y protectores comunes entre la obesidad y los trastornos de la conducta alimentaria, que incluyen desde rasgos de personalidad y factores ambientales compartidos hasta factores genéticos.
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