EN PRIMERA LÍNEA
Cómo cuidar cuando se sufre de hambre
No es sencillo sacar adelante a un niño desnutrido. Tampoco a su madre. Se aíslan. Se abandonan. Se deprimen...
El apoyo psicosocial a ambos es clave para detener la desnutrición.
Una experiencia en el hospital de Madaoua, en Níger
CARMEN MARTÍNEZ Madaoua (Níger) 20 JUN 2014 - 21:48 CET
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En el hospital de Madaoua había un bebé de cinco meses que llevaba días ingresado. La madre había perdido a dos hijos y la familia del marido consideraba que era culpa de la leche materna, así que decidió no amamantar al tercer hijo. El niño ingresó en el hospital por desnutrición severa con complicaciones médicas. La recomendación de los doctores era que le diera el pecho al mismo tiempo que tomaba la leche terapéutica. El promotor de salud trabajó con esta madre escuchando sus preocupaciones y haciéndole valorar las recomendaciones del médico. Hicimos un par de sesiones con ella y luego vino la familia del marido. Entre todos decidieron que ella le diera el pecho, y también aceptó participar en otras actividades de grupo. Al final de mi visita, pocos días después, ya podíamos ver que el bebé había mejorado mucho, igual que la relación entre la mamá y su hijo.
Los niños desnutridos tienen cambios en su comportamiento: son menos activos y tienen menos tendencia a explorar su entorno. También hay cambios en sus emociones y en su relación con los demás; es habitual que rechacen relacionarse con otros niños y adultos. Estos cambios retroalimentan el círculo de la desnutrición. Por ejemplo, como el niño desnutrido tiende a aislarse de su entorno, es habitual que no quiera ingerir alimentos, agravando todavía más su estado porque ya que de por sí un niño desnutrido tiene menos apetito. Al mismo tiempo, al relacionarse menos con la madre o el cuidador, se ralentiza todo el crecimiento, imposibilitando que el pequeño tenga un desarrollo sano. Todo esto puede afectar a su evolución, por eso es importante contar con un apoyo psicosocial dentro de los programas de nutrición.
Los meses más complicados para Níger están a la vuelta de la esquina. Los casos de malaria y desnutrición, las enfermedades más comunes en esta zona, se disparan de julio a octubre, coincidiendo con la estación de lluvias y el periodo de escasez de alimentos. Para responder a este pico, es muy importante trabajar a nivel comunitario y gestionar de manera adecuada la pediatría y la unidad de nutrición de los hospitales de referencia de Madaoua y Bouza. El componente psicosocial está presente tanto en la atención hospitalaria como ambulatoria.
Un aspecto básico y esencial del trabajo psicosocial es asegurar la humanización de los cuidados médicos, teniendo en cuenta los aspectos culturales para que sea una asistencia efectiva. En el hospital, por ejemplo, tenemos que trabajar con todo el personal para asegurarnos que todos conocen y cuidan estos aspectos. Deben informar bien a la madre o al cuidador de cuál es la situación del niño, cómo va a ser el tratamiento y cómo funciona el hospital. También deben dar un espacio a las personas para ser escuchadas y poder resolver sus dudas. Humanizando la atención, damos un apoyo a la salud integral de los niños y sus familias, no solo la salud física. Así podemos conseguir mejorar la eficacia de los programas.
Un niño desnutrido agudo severo con complicaciones médicas debe ser ingresado en el hospital para recibir tratamiento. Normalmente, el niño ingresa en la fase uno del programa, donde recibe leche terapéutica y atención más continuada; cuando empieza a mejorar, pasa a la fase dos, donde toma alimentos terapéuticos preparados (RUTF, por sus siglas en inglés).
Aunque es verdad que, con una terapia nutricional, el comportamiento del niño ya suele mejorar, esto no es suficiente. Hace falta también estimulación psicomotriz y sensorial. Por eso, cuando los niños ya están en fase dos, los promotores de salud organizan diferentes actividades grupales (con niños solos y también con mamás y cuidadores), para fomentar juegos que ayuden al desarrollo. También se organizan grupos para fomentar la relación hijo-madre o cuidador porque sabemos que es normal que se vaya perdiendo el comportamiento más afectivo. En el hospital también trabajamos mucho con los asistentes nutricionales, que son las personas que preparan y distribuyen las leches terapéuticas y los RUTF. Son los que más tiempo pasan con los niños y sus mamás o cuidadores, y por eso su rol en el programa es importante.
La gran mayoría de niños con desnutrición aguda severa, todos aquellos que no tienen otra enfermedad asociada ni complicación médica, se tratan desde hace años de forma ambulatoria. En los centros de salud y en las comunidades, nuestros promotores de salud hacen muchas actividades para informar y sensibilizar a las familias de temas relacionados con su salud y su nutrición, especialmente de los niños menores de cinco años, que es el grupo más vulnerable. En todas estas iniciativas intentamos incluir temas psicosociales y de psicoestimulación.
En general, las madres o los cuidadores se movilizan fácilmente y suelen participar y valorar positivamente las actividades psicosociales que se llevan a cabo en Bouza y Madaoua. El siguiente paso será afianzar todavía más todas estas actividades y poder dar atención individual para tratar problemas más particulares. En los programas nutricionales es habitual que haya muchas madres deprimidas. Es algo común en todos los proyectos en los diferentes países y es muy importante poder identificarlas para poder tratarlas.
Carmen Martínez es especialista de Salud Mental de Médicos Sin Fronteras. Más información en MSF Níger
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