jueves, 16 de julio de 2015

El problema de las conmociones cerebrales no se resuelve mediante la prohibición de los "cabeceos" en el fútbol, según un estudio: MedlinePlus en español

El problema de las conmociones cerebrales no se resuelve mediante la prohibición de los "cabeceos" en el fútbol, según un estudio: MedlinePlus en español



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El problema de las conmociones cerebrales no se resuelve mediante la prohibición de los "cabeceos" en el fútbol, según un estudio

Reforzar las reglas que limitan el contacto corporal agresivo sería más efectivo, afirma una investigadora
     
Traducido del inglés: martes, 14 de julio, 2015
Imagen de noticias HealthDay
LUNES, 13 de julio de 2015 (HealthDay News) -- Aunque muchos expertos han hecho una llamada a la prohibición de los "cabeceos" de la pelota porque creen que es la principal causa de las conmociones cerebrales, un estudio reciente sugiere que el contacto corporal que con frecuencia ocurre durante los juegos tiene la culpa de la mayoría de lesiones cerebrales.
Entonces, prohibir los cabeceos entre los jugadores de secundaria no reduciría las tasas de conmociones tanto como reforzar las reglas existentes contra el juego violento, añadieron los investigadores.
Cabecear la pelota "es muy esencial en la cultura del fútbol", explicó la autora del estudio, R. Dawn Comstock, miembro del cuerpo docente del departamento de epidemiología de la Facultad de Salud Pública Colorado de la Universidad de Colorado, en Aurora. "Y sí, encontramos que el cabeceo es la actividad en el fútbol durante la cual ocurren más conmociones entre los chicos y chicas", añadió.
"Pero si se observa con cuidado, en general no es el impacto de la pelota en la cabeza lo que conduce a la conmoción. La gran mayoría de las veces es el contacto entre jugadores que ocurre durante [el cabeceo] lo que provoca la conmoción. La cabeza de un jugador golpea la de otro, o [hay una colisión] de hombro y cabeza. Ese es el problema. No la pelota", explicó Comstock.
"Así que sí, si se eliminan los cabeceos en el fútbol sin duda se reducirían las conmociones", reconoció Comstock. "Pero el fútbol en realidad no es un deporte de contacto. Y hay reglas en el juego que ya existen que penalizan el tipo de cabeceos disputados y peligrosos fuera de posición que resultan en contacto entre los deportistas".
Así que sugirió que "si simplemente se refuerzan esas reglas, se reduciría dramáticamente el contacto corporal agresivo, y se reduciría de forma dramática la tasa de conmociones sin tener que cambiar la cultura del deporte al eliminar el cabeceo en sí".
Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 13 de julio de la revista JAMA Pediatrics.
La popularidad del fútbol ha aumentado enormemente entre los estudiantes de secundaria de EE. UU. en los últimos años. Ahora, casi 800,000 adolescentes practican el deporte en EE. UU., frente a apenas 50,000 estudiantes (todos chicos) que lo jugaban en 1970, según el informe.
Un análisis de los datos recolectados entre 2005 y 2014 mostró que actualmente las chicas en realidad tienen un riesgo más alto de conmoción cerebral en el fútbol que los chicos: 4.5 conmociones por cada 10,000 exposiciones en entrenamientos o en partidos, frente a apenas 2.8 conmociones por cada 10,000 exposiciones entre los chicos.
El cabeceo es la actividad con más probabilidades de conmoción, ya que explica más del 30 por ciento de todas las conmociones entre los chicos y más del 25 por ciento entre las chicas, informaron los investigadores.
Pero el 78 y el 62 por ciento de las conmociones relacionadas con el cabeceo en chicos y chicas, respectivamente, se atribuyeron al contacto corporal entre los jugadores, y no al contacto de la cabeza con la pelota, según el estudio.
"Según esta evidencia, diría que si las autoridades del fútbol van a permitir que el deporte se haga cada vez más agresivo, entonces sí, por favor prohíban los cabeceos", planteó Comstock. "Pero hay que tener claro que lo que provoca las conmociones no es la pelota. Es el contacto entre deportistas".
Pero Robert Stern, profesor de neurología, neurocirugía, anatomía y neurobiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, argumentó que el estudio actual "en realidad obvia lo esencial".
"Soy aficionado al fútbol y estoy totalmente a favor del deporte juvenil de todos tipos", aseguró. "Y debemos mantener presentes los increíbles beneficios de los deportes juveniles, incluso los que resultan en muchas lesiones. Pero respaldo del todo a los que desean eliminar los cabeceos en el fútbol a una edad temprana, porque el intenso enfoque que hemos tenido en la 'crisis de las conmociones' en los últimos años pasa por alto un problema mucho mayor: ¿Qué sucede con el cerebro cuando se expone a golpes repetitivos en la cabeza?", dijo Stern.
"No anticipo que haya muchas conmociones provocadas directamente por el cabeceo de la pelota", enfatizó Stern, que también trabaja como director clínico principal del centro de enfermedad de Alzheimer y encefalopatía traumática crónica (ETC) de la universidad.
"Pero hablo de las consecuencias a largo plazo de los golpes que no llegan a ser conmociones, ante la ausencia de todo síntoma de conmoción. El traumatismo cerebral repetitivo que provoca golpear la pelota con frecuencia con la cabeza, causando cambios en la integridad de la materia blanca del cerebro, cambios cognitivos [mentales] y otras alteraciones en el funcionamiento del cerebro", explicó.
"Y diría que los padres que se esfuerzan por entender este tema deben hacer una pregunta muy importante: ¿Tiene sentido permitir que nuestros hijos pequeños participen en una actividad que resulta en un traumatismo cerebral repetitivo?", planteó. "Personalmente, creo que los niños merecen que los adultos protejan sus cerebros en desarrollo".

Artículo por HealthDay, traducido por Hola Doctor
FUENTES: R. Dawn Comstock, Ph.D., faculty member, department of epidemiology, Colorado School of Public Health, University of Colorado Anschutz Medical Campus, Aurora; Robert Stern, Ph.D., professor, neurology, neurosurgery, and anatomy and neurobiology, Boston University School of Medicine, and clinical core director, BU Alzheimer's Disease and CTE Center; July 13, 2015, JAMA Pediatrics, online
HealthDay
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