viernes, 23 de enero de 2015

Analizan efecto de la “enfermedad sagrada” - Investigación y Desarrollo

Analizan efecto de la “enfermedad sagrada” - Investigación y Desarrollo







ANALIZAN EFECTO DE LA “ENFERMEDAD SAGRADA”

EL .
sangradaLos antiguos griegos la conocían como la “enfermedad sagrada” porque creían que sólo los dioses eran capaces de arrojar al suelo a una persona, privarla de sus sentidos, hacer que se convulsionara y regresarla a su estado normal, aparentemente sin mayores afectaciones.
Hoy se sabe que la epilepsia es un trastorno originado por un desequilibrio en la actividad eléctrica de las células nerviosas o neuronas, que deja una predisposición a sufrir convulsiones recurrentes, que suelen traer consecuencias neurobiológicas, cognitivas y psicológicas.
“Al ocurrir un ataque epiléptico, prácticamente todo el organismo se ve involucrado y queda fuera de control, pues aquél se produce cuando millones de neuronas descargan simultáneamente, lo que da como resultado que el sujeto pierda la conciencia, o no, y tenga convulsiones”, explicó Fructuoso Ayala Guerrero, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Un tipo de epilepsia recibe el nombre de idiopática, porque se desconoce su origen: el sujeto ya la porta de nacimiento. Asimismo, hay una de carácter benigno, que padecen algunos niños o jóvenes y que desaparece con el tiempo.
En ocasiones se puede generar por un golpe en la cabeza o por el efecto de algunas drogas: en la zona lesionada o afectada se forma un foco irritativo con neuronas muy sensibles, de tal manera que éstas empiezan a emitir descargas simultáneas que, a través de las redes de conexión, se desplazan sin control a otras áreas del cerebro.
“Entonces surgen en el individuo diversas manifestaciones, ya sea conductuales (pérdida de la conciencia), motoras (convulsiones) o sensitivas (alucinaciones visuales o auditivas)”, abundó.
Nocturna
Otro tipo de epilepsia, llamada nocturna, sólo se presenta en la noche y durante el sueño. En este caso la persona ignora que tiene la enfermedad porque sufre el ataque mientras duerme. Al otro día, al despertar, siente que no tuvo un descanso reparador. Si el ataque fue violento, probablemente el afectado se mordió la lengua y sangró un poco, pero no sabe por qué.
En las fases del sueño NO REM, el cerebro emite ondas lentas de gran amplitud, que se generan al coincidir, en una sola zona, una enorme cantidad de neuronas que descargan simultáneamente. En opinión de Ayala Guerrero, ésta podría ser una de las causas de la nocturna.
“Esas fases del sueño facilitan la aparición de ese tipo en cerebros sensibles. Claro, este último término es subjetivo, se requiere medir con datos la sensibilidad para dilucidar qué significa”, señaló.
Muchas veces, según el académico, un electroencefalograma –cuya duración es de 30 a 40 minutos– no arroja ningún resultado concluyente que verifique que un individuo padece la de tipo nocturna, de ahí que recomiende hacer el registro del cerebro mientras se duerme.
“Durante el sueño, el cerebro se vuelve más sensible, por lo que es posible que se dispare un ataque epiléptico. Una vez que se confirma que se está ante un caso de la nocturna, se puede saber qué hacer”, subrayó.
El mejor antiepiléptico posible
Desde principios del siglo pasado se han diseñado diversos fármacos antiepilépticos: de la primera generación, de la segunda generación y recientes. Desafortunadamente todos, además de controlarla, tienen efectos nocivos en quienes la padecen, como problemas de memoria y aprendizaje, cansancio extremo y depresión, entre otros.
¿Qué se busca con los medicamentos nuevos? Que sean más efectivos y tengan menos efectos colaterales. “El objetivo es que intervengan en la regulación de algunos neurotransmisores, como el ácido gamma-aminobutírico, que inhibe la actividad cerebral, y el ácido glutámico, que la excita, para que no se rompa el balance entre ellos, porque si eso ocurre puede sobrevenir un ataque epiléptico”, apuntó.
Por lo que se refiere a los individuos con epilepsia nocturna, se sabe que altera el sueño, por lo que hay que recetarles fármacos que también respeten, lo mejor posible, los patrones de sueño.
Como el ataque epiléptico sobreviene al dormir, el sueño se interrumpe los minutos que dura aquél, luego viene el proceso en que se trata de conciliarlo de nuevo. De esta manera, el descanso es inadecuado, porque generalmente las fases más reparadoras (NO REM o de ondas lentas de gran amplitud) son las que se alteran.
Durante las NO REM, se liberan varias hormonas, entre ellas la del crecimiento, que participa en el desarrollo de los individuos y modula el funcionamiento del organismo.
Si la epilepsia nocturna no es controlada puede extenderse, pues no sólo se trata de una alteración momentánea. Con el paso del tiempo el propio bombardeo de las neuronas que se ocurre en un ataque epiléptico es capaz de dañar otras áreas cerebrales.
“Al originarse en uno de los dos hemisferios del cerebro, existe la posibilidad de que se extienda, invada el otro hemisferio a través del cuerpo calloso y crezca hasta establecerse lo que se conoce como estatus epilepticus, un ataque que dura más de 30 minutos y puede ocasionar la muerte”, finalizó Ayala Guerrero.

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