sábado, 13 de febrero de 2016

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La pseudociencia de la epidemiología de la nutrición | 08 FEB 16
La falsedad sobre la que se basan las recomendaciones nutricionales en los EE.UU.
Las recomendaciones y las políticas públicas sobre alimentación no se pueden basar sobre datos que confían en la memoria de los individuos. Las razones que explican porqué son inválidos los datos recopilados durante décadas.
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INDICE:  1.  | 2. Referencias
Resumen

El informe científico del 2015 Dietary Guidelines Advisory Committee se basó principalmente sobre métodos de evaluación de la alimentación recogidos a través de la memoria de los participantes, (M-BM por la siglas del inglés), como entrevistas y relevamientos. La dependencia de los M-B M para idear las políticas públicas sobre alimentación continúa a pesar de décadas de evidencia indiscutible de que los datos de los M-BM tienen poca relación con el consumo real de calorías y nutrientes.

La fe acrítica en la validez y el valor de los M-BM es el mayor impedimento para el progreso científico en las investigaciones sobre obesidad y nutrición. Los autores presentan evidencia de que los M-BM tienen importantes defectos.

Su conclusión es que los datos de los M-BM no se pueden emplear como base para las recomendaciones alimentarias y que continuar subsidiando los M-BM es poco científico y es emplear incorrectamente los fondos para la investigación.


Éxitos fracasos y confusión en las investigaciones sobre nutrición

Durante el último siglo, el estado de nutrición de los ciudadanos de los EEUU mejoró como nunca antes en la historia de la humanidad. A principios del siglo XX, enfermedades como la pelagra, el beriberi, el raquitismo y el bocio eran importantes problemas de salud pública. Sin embargo, en 2013, el Centers for Disease Control and Prevention’s Second National Report on Biochemical Indicators of Diet and Nutrition informó que casi el 80% de los habitantes de los EEUU (≥6 años) no tenían riesgo de deficiencias vitamínicas. Además, aproximadamente el 90% de las mujeres en edad fértil no tenían riesgo de anemia ferropénica y las cifras de folatos habían aumentado en aproximadamente el 50% desde el informe nacional previo.

No obstante, a pesar de los importantes hitos del siglo pasado en la alimentación, las investigaciones sobre nutrición humana han sido cada vez más criticadas. El origen de estas críticas es la enorme cantidad de afirmaciones muy publicitadas derivadas de estudios epidemiológicos que no se pudieron sostener cuando se las analizó con estudios objetivos. Estos y otros resultados sugieren que la mitad de las veces, cuando las afirmaciones epidemiología de la nutrición se someten a prueba con métodos de investigación objetivos, los resultados son no concluyentes.

Un paradigma de investigación fracasado

Los estudios epidemiológicos sugieren que casi cualquier nutriente se puede asociar con infinidad de resultados. No sorprende entonces que el público esté confundido o sea incrédulo. En tanto que proporcionar recomendaciones alimenticias claras y coherentes para el público consumidor es un objetivo de la epidemiología nutricional, ha fracasado en responder la sencilla pregunta: “¿Qué debemos comer?”.

Cinco décadas de controversia alrededor de las recomendaciones básicas sobre alimentación y nutrición constituyen un reconocimiento público del fracaso de un paradigma de investigación. La notable incongruencia entre las mejoras del estado nutricional de la población de los EEUU y el actual estado de confusión, controversia y fracaso de la investigación de la epidemiología nutricional es evidente y hace necesario analizar la validez y el valor de la investigación en nutrición epidemiológica.

Objetivo de esta revisión

Los métodos de evaluación alimenticia basados sobre la memoria (M-BM) (entrevistas, cuestionarios y relevamientos) son los protocolos dominantes de recolección de datos en los relevamientos nacionales de nutrición y las investigaciones sobre epidemiología de la nutrición y obesidad subvencionadas por el gobierno. Los datos de los M-BM se emplean para las políticas alimenticias nacionales y las recomendaciones alimenticias.

Aunque décadas de evidencia demuestran que las estimaciones indirectas provenientes de los M-BM tienen poca relación con el consumo real de calorías o nutrientes, los supuestos subyacentes sobre la validez de la memoria humana para la evaluación alimenticia no han sido cuestionados. Los autores de este trabajo afirman que el fracaso de la investigación en epidemiología de la nutrición se explica por su dependencia de los M-BM. La fe acrítica en la validez y el valor de los M-BM constituye el mayor impedimento al progreso científico real en los estudios sobre obesidad y nutrición.

El propósito de esta revisión es relevar el fracaso explicativo y pronóstico de la  epidemiología de la nutrición, centrándose en los datos de WWEIA-NHANES (National Health and Nutrition Examination Survey) y su componente sobre alimentos, What We Eat in America [WWEIA]) y sostener que estos fracasos se deben a la dependencia de los M-BM. Los autores:

1- Presentan evidencia de que los datos anecdóticos producidos con el M-BM tienen escasa relación con el consumo calórico (CC) o el consumo real de nutrientes.

2- Proporcionan evidencia interdisciplinaria de que la memoria humana es una amalgama de procesos constructivos y reconstructivos que hacen que el modelo de archivo de la memoria humana y la suposición de que el recuerdo proporciona reproducciones exactas de episodios del pasado sean indiscutiblemente falsos.

3- Indican que los M-BM exigen que los que responden sean sometidos a protocolos y sus conductas imiten procedimientos que se sabe que inducen falsos recuerdos.

4- Señalan que los fenómenos mentales subjetivos de los que provienen los datos de los M-BM no están sujetos a observación, cuantificación o verificación; como tales. Los datos de los M-BM son pseudocientíficos e inadmisibles en la investigación científica.

5- Afirman que el fracaso para medir y controlar con precisión y objetividad la actividad física, (AF), el estado cardiorrespiratorio (ECR) y otros factores de confusión obvios anula las inferencias sobre las relaciones entre alimentación y salud.



Los M-BM de la epidemiología nutricional

Consumo alimenticio referido por el encuestado

Los principales métodos de recolección de datos para la investigación epidemiológica en nutrición (WWEIANHANES) son los M-BM (recuerdos alimentarios de 24-horas [24HR] y cuestionarios de frecuencia de la alimentación [FFQ]). Estos métodos no miden en forma directa ni objetiva el CC o el consumo de nutrientes, así como tampoco el consumo de alimentos y bebidas.

Los datos provenientes de los M-BM son a priori valores numéricos de bases de datos de nutrientes que son asignados a los informes de los participantes sobre los recuerdos de sus conductas alimentarias pasadas. En otras palabras, los investigadores en nutrición designan valores numéricos a lo que quienes responden quieren o pueden recordar sobre lo que piensan (o quieren que el investigador piense) que consumieron durante el tiempo del estudio.

Debido a la naturaleza indirecta, pseudocuantitativa  generación de números) de los M-BM y el hecho de que los recuerdos de quienes responden están sujetos a factores de distorsión voluntarios o involuntarios ( errores de de percepción, codificación y recuperación; falsas memorias y omisiones), no es sorprendente que la mayoría de las conclusiones de estos protocolos generadores de números no se sostengan cuando se las examina rigurosamente.

La inverosimilitud de los M-BM en la evaluación de la alimentación

La investigación sobre los informes de los M-BM señala una serie de CC que no son fisiológicamente admisibles (son incompatibles con la supervivencia) y no cuantifican con exactitud los alimentos y nutrientes consumidos. Mediante diversos métodos los autores hallaron que los datos de NHANES y WWEIANHANES de 1971 a 2010 tienen tantos sesgos sistemáticos que son absolutamente defectuosos. La conclusión es que estos datos no son válidos para ninguna inferencia sobre el CC y la etiología de la epidemia de obesidad. Un editorial reciente del British Medical Journal afirmó que los datos sobre alimentación del NHANES son “incompatibles con la vida.”

Surgen entonces 4 interrogantes:

(1) ¿Cuál es el valor de los datos de WWEIA-NHANES M-BM si el 70% - 80% del CC informado por las mujeres obesas es fisiológicamente inverosímil y por lo tanto, incompatible con la vida?

(2) Dados los datos objetivos vigentes sobre el estado de nutrición de los habitantes de los EEUU, ¿porqué el Dietary Guidelines Advisory Committee (DGAC) confía en los datos subjetivos de los M-BM?

(3) ¿Cuál es la utilidad de estos datos cuando en todos los subgrupos se demuestran sobrenotificación inverosímil y subnotificación inverosímil?

(4) ¿Puede la alquimia estadística transformar estos datos inverosímiles en estimaciones válidas del consumo alimentario o continuará generando búsquedas de maquinaciones que generan números con mejores correlaciones mientras ignora la falta de validez?

La ubicuidad de los resultados inverosímiles

Las conclusiones de este estudio y el editorial reciente del British Medical Journal están avalados por muchas décadas de evidencia que demuestran que los M-BM tienen graves sesgos que tornan inverosímiles y por lo tanto no válidos a los datos.

Investigaciones demostraron que el consumo alimentario informado por los consumidores era significativamente inexacto. Contrariamente a la afirmación tan repetida de que más autoinformes mejoran la precisión y la exactitud, la segunda administración del 24HR mostró mayor subnotificación. Estos resultados concuerdan con los análisis del NHANES efectuados por los autores de este trabajo en los que la segunda estimación del 24HR en todos los informes NHANES del 2001 a 2010 mostró niveles significativos de subnotificación que la primera.

El fenómeno de informar incorrectamente no se limita a los EEUU. La ubicuidad de los informes inexactos y la coherencia de los resultados de las investigaciones durante muchas décadas y a través de múltiples poblaciones, cohortes y países, proporcionan fuerte apoyo al concepto de que las mediciones de los M-BM tienen fallas importantes y por lo tanto, las inferencias sobre salud y alimentación que provienen de estudios que emplean los M-BMs no tienen sentido.

Análisis de patrones alimentarios a través de los M-BM

Es bien sabido que los macronutrientes específicos, los alimentos, las bebidas y los grupos de alimentos (proteínas, grasas, hidratos de carbono, alcohol, azúcar y verduras) están sujetos a informaciones diferenciales incorrectas que afectan significativamente las estimaciones ulteriores del CC. Debido a que el CC es la base del consumo alimentario y todos los nutrientes se deben consumir dentro de la cantidad de alimentos y bebidas necesarias para cumplir con los demandas de energía mínimas, es una verdad lógica y analítica que los patrones alimentarios son informados erróneamente de manera diferencial e impredecible cuando el CC total informado es fisiológicamente inverosímil.

Por ejemplo, la composición de los macronutrientes y los micronutrientes está significativamente alterada en los que subinforman, con un consumo de grasas e hidratos de carbono a menudo inferior y de proteínas, frutas y verduras superior. Es decir, que los participantes informan mal cualitativamente y cuantitativamente debido a factores tanto involuntarios ( olvidos y falsos recuerdos) y voluntarios (percepciones relacionadas con la salud). Esto demuestra que la suposición de que los datos de los M-BM se pueden emplear para analizar los patrones alimentarios o la composición de la alimentación no tiene validez lógica.




La validez de la memoria y los recuerdos como instrumentos para generar datos científicos

El empleo de los M-BM exige fe en la creencia de que la percepción, la memoria y el recuerdo son instrumentos exactos y fiables para generar datos científicos. Sin embargo, más de 80 años de investigaciones demuestran que esta creencia es falsa. Las limitaciones de los recuerdos se reconocen ampliamente en disciplinas fuera de la nutrición y la obesidad. Las investigaciones demostraron claramente que la codificación de los recuerdos depende de procesos constructivos y reconstructivos (ej, la imaginación) que son susceptibles a errores, distorsiones, omisiones, invenciones, falsos informes e ilusiones.

Los recuerdos informados, como los presentados en 24HR y FFQ, se pueden definir como simples atribuciones basadas sobre experiencias mentales fuertemente influidas por las cualidades idiosincráticas de quien responde, recuerdos anteriores e información, conocimientos y creencias, motivos, objetivos, conducta habitual y el contexto social en el que se informan los recuerdos.

La subsecciones siguientes proporcionan un relevamiento de la evidencia que apoya la opinión de que los datos sólo pueden ser tan válidos como la exactitud del instrumento empleado para su obtención y que la memoria y los recuerdos no son instrumentos válidos para generar datos que se emplearán en la formulación científica de las recomendaciones sobre nutrición.

Las ciencias sociales

Numerosos estudios, desde hace más de 50 años, informaron que existe poca o ninguna relación entre la conducta autoinformada y la conducta real. Bernard et al repasaron la validez de los datos autoreferidos y llegaron a la conclusión de que, en promedio, la mitad de lo que los informantes indican es probablemente incorrecto. Señalan que a pesar de la evidencia, el factor básico de la inexactitud de los informantes sigue siendo un problema fugitivo y un secreto bien guardado. Dada la considerable financiación de los M-BM cada año, pareciera que este comentario de hace 30 años también se aplica a las investigaciones sobre nutrición y obesidad.

Además, cuando los sucesos o las conductas son comunes y corrientes (ej, el consumo de alimentos y bebidas), las experiencias previas y no la verdadera percepción de la conducta determinarán lo que está codificado en la memoria.

Bernard et al lamentaron dos problemas comunes de los datos de las ciencias sociales: (1) la falta de una teoría formal explícita sobre la conducta humana y (2) la evidencia objetiva de la cual comprobar la verosimilitud de los datos autoinformados. Sin embargo, los epidemiólogos de la nutrición tienen tanto una teoría formal (el metabolismo humano y las necesidades calóricas básicas de la vida humana) como voluminosos datos objetivos con los cuales probar la validez de los M-BM.

Neurociencia Cognitiva

La neurociencia cognitiva apoya la hipótesis de que la memoria humana es una amalgama de procesos constructivos y reconstructivos dinámicos. Por ejemplo, la codificación no es un proceso que comienza de nuevo con cada percepción. La codificación es el resultado de juntar la limitada cantidad de información disponible a la percepción en cualquier momento dado para formar recuerdos con diversos grados de exactitud y sujetos a las influencias distorsionantes de de los conocimientos actuales, las creencias y la experiencia previa.

Recientemente, el proceso de reconsolidación (ie, la reconstrucción y la recodificación de los recuerdos después de traerlos a la memoria) se demostró en roedores y la evidencia en seres humanos lo apoya. La reconsolidación implica los mismos procesos neurales que la codificación del recuerdo original. Por lo tanto, cada vez que un recuerdo es traído a la memoria, está cambiado irrecuperablemente, de modo que el recuerdo original ya no existe y ha sido reemplazado por un nuevo recuerdo de error incuantificable.



Falsos informes: una característica inherente a los M-BM

Falsos informes y FFQ

Los falsos informes son el recuerdo de un suceso o de detalles de un suceso que en realidad no ocurrió. Los falsos recuerdos se pueden producir en múltiples contextos (ej, durante las investigaciones, la psicoterapia y las entrevistas para investigar un delito). El paradigma de Deese-Roediger y McDermott (DRM) se emplea en investigaciones para obtener falsos recuerdos. Se presenta a los participantes un listado de palabras relacionadas semánticamente (ej, desayuno, panceta, salchichas, jugo de naranja y cereal). Tras un intervalo de minutos a días, se pide a los participantes que indiquen las palabras que recuerdan. La presentación de estos listados induce niveles muy altos ( >75%) de falsos informes sobre palabras relacionadas, pero no presentadas.

Por su diseño, los FFQ imitan el protocolo DRM, presentando listados de palabras relacionadas semánticamente (comidas y bebidas) y los participantes deben responder. No hay duda de que los FFQ inducen informes falsos. Tanto los investigadores como los participantes desconocen la validez o la fiabilidad del consumo de comidas y bebidas informado y tampoco pueden cuantificar el error inducido a través de informes falsos.

La incapacidad de los diseños actuales de investigación epidemiológica en nutrición para falsificar o confirmar los datos de los M-BM vuelve incuantificable el error debido a falsos informes y por lo tanto inadmisibles como datos científicos.

Falsos informes y el WWEIA-NHANES 24HR

El trabajo de Bernstein y Loftus determina que es relativamente sencillo “implantar creencias y recuerdos falsos acerca de diversas experiencias de la primera infancia relacionadas con la comida.” Los autores de este artículo afirman que el protocolo de la entrevista NHANES induce falsos recuerdos. Muchos de los factores que aumentan los falsos recuerdos se mencionan explícitamente en el manual de capacitación para el personal investigador que dirige el NHANES 24HR.

El uso de las buenas relaciones con los participantes, los silencios, las imágenes, las preguntas reiteradas, el contacto ocular y “las miradas expectantes, para motivar respuestas más completas”, son explícitos y notables en el manual de capacitación. Además se indica al personal de NHANES que soliciten a los participantes que “imaginen,” y “piensen” sobre su consumo de alimentos y que “estimulen” y se aseguren que los participantes estén “convencidos de la importancia del relevamiento.”

La literatura científica sobre los falsos recuerdos apoya con fuerza la opinión de que el NHANESM-BM genera falsos informes. Dado que se sabe que la imaginación y las técnicas coercitivas (ej, el uso del silencio) aumentan la probabilidad de recuerdos falsos, podría ser que la mayor parte de los datos de 24HR fueran falsos. Esta premisa explica con apoyo empírico porqué la mayoría de los datos del M-BM son inverosímiles y guardan poca relación con la realidad. No obstante, sin corroboración objetiva es imposible cuantificar qué proporción de las comidas y bebidas recordadas es completamente falsa, extremadamente inexacta o algo congruente con el consumo real.




La falsedad de los datos del M-BM

Criterios para la investigación científica: observable, medible y refutable

Aunque los términos ciencia e investigación se emplean de manera intercambiable, no son sinónimos. La ciencia es más que la simple recolección de datos; es un intento de descubrir un orden, un proceso que puede ser autocorregido, explicativo y pronóstico, que demuestra relaciones legítimas (ej, la alimentación rica en vitamina C previene el escorbuto). En cambio la investigación es el proceso de recolectar información y muchas formas de investigación no tienen el rigor necesario para que los resultados sean científicos. Hay una larga historia de esfuerzos para demarcar los datos científicos de los pseudocientíficos, el más famoso de los cuales puede ser el criterio de refutabilidad de Popper.

Los autores extienden el criterio de Popper y proponen como principio que para que los resultados de la investigación sean científicos, se deben poder replicar. Para lograrlo, los datos deben ser (1) observables independientemente (ie, accesibles a otros), (2) medibles, (3) refutables, (4) válidos y (5) fiables. Los primeros 3 criterios definen los fenómenos que son del dominio de la ciencia (ie, validez y fiabilidad). Juntos, los 5 principios básicos distinguen la investigación científica de la simple recolección de datos y la pseudociencia.

Por ejemplo, si alguien está comiendo una manzana, esa conducta puede ser observada independientemente, medida y verificada o refutada. Pero si cuenta que en algún momento pasado comió una manzana, (ej, igual que con un FFQ o 24HR), ni su conducta pasada ni las asociaciones neurológicas de la memoria de esa conducta son observables independientemente o cuantificables y sin otra información, su afirmación no puede ser refutada ni confirmada.

Es obvio que quien responde es la única persona que tiene acceso a los datos brutos de los M-BM (sus recuerdos del consumo). Así, los investigadores no pueden analizar la validez del recuerdo y basan los resultados de los M-BM sobre su fe en el informe verbal. Sin embargo, la fe es un principio básico de la religión, no de la ciencia. La confluencia de estos factores y el fracaso bien documentado del autoinforme del CC para responder con exactitud a la realidad, demuestran que la memoria y el consiguiente recuerdo del consumo alimentario no corresponden al campo de la investigación científica sobre nutrición y obesidad.

La pseudociencia de la epidemiología de la nutrición

Cuando se analizan los M-BM desde la perspectiva de los principios básicos de la ciencia, el motivo del fracaso explicativo y pronóstico de la investigación en epidemiología de la nutrición resulta obvio. Primero y principal, no se pueden obtener conclusiones científicas a partir de datos no empíricos o subjetivos que no se pueden someter a observación independiente, cuantificación y refutación. Es así como los M-BM no reúnen los requisitos básicos del método científico y por definición, son pseudocientíficos cuando se los presenta como estimaciones reales de consumo calórico o alimentario.

Es difícil determinar las consecuencias empíricas de los M-BM porque los datos primarios no reúnen los requisitos básicos del método científico. Si ni los investigadores ni los participantes pueden cuantificar qué proporción de las comidas y bebidas recordadas son informes completamente falsos, inexactos o algo congruentes con el consumo real, es imposible saber la validez y el error asociados con cada informe.

Dado lo anterior, los datos provenientes de los M-BM son inadmisibles y constituyen una amenaza para las investigaciones sobre nutrición y obesidad y para las recomendaciones alimentarias nacionales (de los EEUU),porque el mayor obstáculo al progreso científico no es la ignorancia, sino la ilusión de saber creada por datos pseudocientíficos. Como resultado no se practica ni se enseña ciencia rigurosa en la investigación epidemiológica sobre nutrición y obesidad.

Relevamiento nutricional nacional y datos económicos sobre disponibilidad alimentaria del USDA

Si los 2 componentes principales de la vigilancia nutricional nacional de los EEUU son válidos (los datos NHANES M-BM y los datos económicos de disponibilidad alimentaria del US Department of Agriculture (USDA), las estimaciones de esas herramientas deberían ir paralelas y proporcionar independientemente aproximaciones a nivel demográfico de las tendencias en el consumo o el uso de alimentos.

Sin embargo, históricamente esto no es así. Las estimaciones del consumo de macronutrientes de los relevamientos epidemiológicos de la población (los M-BM) mostraron tendencias estadísticamente significativas opuestas a los datos económicos del USDA para las grasas, los hidratos de carbono, las proteínas y las calorías desde la década de 1960 hasta fines de la década de 1980.

Es obvio que los habitantes de los EUU no pueden estar consumiendo simultáneamente más y menos grasas, proteínas, hidratos de carbono y calorías. Las características contradictorias y la notable falta de correspondencia entre las dos principales herramientas de vigilancia de la nutrición de los EEUU sugieren que uno, o más probablemente, ambos protocolos no son válidos. Esas contradicciones no se limitan a los EEUU, sino que ocurren en muchos otros países. Esto es otra evidencia de que los datos del M-BM son defectuosos y por lo tanto las inferencias sobre la salud y la alimentación no tienen sentido.




Actividad física y estado cardiorrespiratorio: Elementos esenciales en las investigaciones sobre nutrición, obesidad y salud

La falta de poder explicativo y pronóstico de las investigaciones sobre epidemiología de la nutrición se puede explicar también por el reconocimiento limitado de los determinantes no nutricionales de la salud y la enfermedad, como la evolución no genética, la actividad física (AF),el ECR, entre otros. Por ejemplo, hace más de 50 años la Food and Agriculture Organization de Naciones Unidas y la World Health Organization determinaron que las necesidades calóricas se debían estimar mediante el gasto calórico total  (GCT) y que la PA y el gasto calórico basal eran los determinantes principales. Sin embargo, la mayor parte de las investigaciones en nutrición no miden ninguna forma de gasto calórico ni cuantifican objetivamente la AF.

Esto es desafortunado, ya que el 80% de los habitantes de los EEUU no tienen riesgo de deficiencias nutricionales, pero el 95% están en riesgo debido a la deficiencia de AF y no cumplen con las recomendaciones de 30 minutos por día de ejercicio de moderado a intenso. Dado que la AF y el ECR son determinantes principales de la salud y que la AF es el único determinante modificable importante del GCT y del destino metabólico de los alimentos que consumimos, es evidente que la AF y el CR se deben medir objetivamente si se quiere analizar con exactitud los efectos de cualquier intervención alimentaria sobre la salud.

Sin embargo, como los cuestionarios sobre la AF son susceptibles a muchos de los mismos sesgos sistemáticos y las cuestiones de inadmisibilidad que los M-BM, la falta de mediciones objetivas de la AF hace que las inferencias sanitarias de estudios epidemiológicos previos sean discutibles e irrelevantes. Afortunadamente, existen herramientas objetivas para medir la AF y, a pesar de sus limitaciones, se las debe emplear en lugar de los relevamientos y cuestionarios para cuantificar la AF.

Resumen e indicaciones a futuro

Esta revisión crítica proporciona evidencia empírica y analítica que apoya los siguientes conceptos:
(1)    las estimaciones de los M-BM del CC y el consumo de nutrientes tienen escasa relación con los verdaderos CC y consumo de nutrientes.

(2) la suposición de que la memoria y los recuerdos proporcionan reproducciones literales, exactas o precisas de la conducta alimentaria pasada es indiscutiblemente falsa.

(3) los M-BM exigen que los participantes entreguen protocolos que imitan procedimientos que, según se sabe, inducen recuerdos falsos.

(4) los fenómenos mentales subjetivos (recuerdos) de los que provienen los datos de los M-BM no están sujetos a observación independiente, cuantificación o refutación; por lo tanto estos datos son pseudocientíficos e inadmisibles en la investigación científica.

(5) no poder medir objetivamente la AF y el ECR vuelve discutibles e irrelevantes a la mayor parte de las inferencias acerca de las relaciones entre alimentación y salud.

Dada la abrumadora evidencia en apoyo de estas hipótesis, los autores llegan a la conclusión de que los datos del M-BM no se pueden emplear como insumo para las recomendaciones sobre alimentación y que continuar subsidiando los M-BM constituye un uso incorrecto y poco científico de los recursos para la investigación.

Además, dado que existen datos objetivos sobre el estado de salud de los estadounidenses en relación con la nutrición, la confianza del DGAC en los M-BM no tiene ningún soporte científico. Los autores de este trabajo piensan que las recomendaciones alimentarias de su país no se deben basar sobre los pseudocientíficos M-BM, y piden que se proporcione evidencia empírica en lugar de retórica para sostener sus posiciones. Sin evidencia válida, la defensa dogmática de conocimientos ilusorios y del status quo en las investigaciones sobre nutrición y obesidad es un impedimento al progreso científico y a las políticas públicas sobre nutrición y obesidad.

Esta revisión crítica comenzó con evidencia de que el estado nutritivo de los ciudadanos de los EEUU ha mejorado a un nivel nunca antes visto. Dada esta realidad y los trabajos recientes sobre la transmisión intergeneracional de la obesidad y la diabetes mellitus tipo 2, los autores plantean que la alimentación en los EEUU ya no es un factor de riesgo significativo para la mayoría de las personas. Afirman que las investigaciones y los recursos deberían ser para la enfermedad por deficiencia más frecuente del siglo XXI: la inactividad (la falta de AF y la gran frecuencia del sedentarismo).


Conclusión

En esta revisión crítica, los autores sostienen que la esencia de la ciencia es la capacidad para diferenciar los hechos de la ficción y presentan evidencia de múltiples campos que apoyan la posición de que los datos generados por los relevamientos y los cuestionarios epidemiológicos sobre nutrición no son refutables.

Estos datos son pseudocientíficos e inadmisibles en la investigación científica. Por lo tanto, estos protocolos y los datos resultantes no se deben emplear como base de las recomendaciones alimentarias nacionales o de las políticas de salud pública, y subvencionar estos métodos constituye un uso incorrecto y poco científico de los recursos para la investigación.
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