NEUROLOGÍA
La Unidad de Ictus del hospital Rey Juan Carlos de Móstoles ha tratado a más de 1.000 pacientes
JANO.es · 24 octubre 2016 10:04
Los pacientes atendidos en estas unidades presentan un 21% menos de probabilidades de fallecer o de sufrir discapacidad tras el ictus.
La Unidad de Ictus del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Móstoles (HURJC) ha tratado a más de 1.000 pacientes de ictus desde su apertura en septiembre de 2013, según ha comunicado el centro sanitario con motivo de la celebración, el viernes, de la II Jornada Código Ictus, inaugurada hoy por la Subdirectora de Información y Atención al Paciente de la Consejería de Sanidad, María Jesús Fuentes.
Las unidades de ictus son servicios de carácter multidisciplinar coordinados por el servicio de neurología que permiten ofrecer “la mejor atención tanto a pacientes con ictus isquémico (aquellos en los que una arteria deja aportar flujo a un territorio cerebral) como con ictus hemorrágico (aquellos otros en los que una arteria se rompe y se vierte sangre en el interior del cerebro)”, explica el doctor José Fernández Ferro, coordinador de la Unidad de Ictus del HURJC.
De hecho, según este especialista, unidades como la del HURJC suponen la vanguardia en el abordaje de esta enfermedad, ya que “alcanzan a todos los pacientes con ictus sin excepción, sea cual sea su edad, la gravedad del ictus y su clase, si isquémico o hemorrágico”. Así, un paciente atendido en una unidad de ictus tiene una probabilidad de fallecer un 13% menor y una probabilidad combinada de fallecer o de quedarse con una gran dependencia un 21% menor que otro de sus mismas características atendido en una planta convencional, añade el doctor Fernández Ferro.
La implantación de las unidades de ictus es desigual a escala estatal, si bien –indica el especialista– “la Comunidad de Madrid puede presumir de un Plan de Atención al Ictus que ha funcionado y funciona muy bien, con nueve unidades acreditadas que disponen de guardias de neurología de presencia física 24 horas los 7 días de la semana y dos hospitales en alerta permanente y simultánea para realizar procedimientos intervencionistas en los casos necesarios”.
Las unidades hacen posible, por ejemplo, que los neurólogos vasculares ofrezcan a los pacientes que han sufrido un ictus isquémico en las primeras nueve horas de evolución los dos tratamientos disponibles actualmente, destinados a intentar “desatascar” la arteria bloqueada por el trombo: la fibrinólisis intravenosa y la trombectomía mecánica, ambos ofrecidos en el HURJC. Son tratamientos complementarios que se aplican de forma secuencial y cada caso ha de ser valorado cuidadosamente.
Asimismo, gracias a un protocolo conjunto con los Servicios de Otorrinolaringología y de Rehabilitación, en el HURJC se lleva a cabo un cuidadoso cribado y manejo de disfagia (problemas para tragar, muy frecuentes en los primeros días tras un ictus), mediante el cual se ha conseguido reducir las infecciones respiratorias en los pacientes con ictus, y con ello la mortalidad.
Hasta la fecha la Unidad de Ictus del HURJC ha tratado con fibrinólisis intravenosa (el primer paso del tratamiento en fase aguda del ictus isquémico) a unos 100 pacientes (lo que supone en torno al 17% del total de ictus isquémicos atendidos en el hospital en este periodo); y ha ofrecido tratamiento intervencionista (el segundo paso en el tratamiento en fase aguda del ictus isquémico) a unos 20 pacientes; todo ello con un porcentaje de complicaciones por debajo del 5%. Estas cifras están en línea con los estándares que establecen las sociedades nacionales e internacionales de Patología Vascular Cerebral.
Prevenir el ictus
Según el doctor Fernández Ferro, el ictus se puede prevenir, aunque es imposible prever el momento en que se va a producir. “La prevención se realiza mediante el tratamiento de los factores de riesgo que conducen a él, que conocemos como factores de riesgo vascular”. De entre todos ellos, si hubiera que elegir el que más impacto puede tener sobre el riesgo de sufrir un ictus, habría que señalar a la hipertensión arterial, “lo que no significa que debamos descuidar la diabetes, los altos niveles de colesterol en sangre, el sobrepeso u obesidad, o el consumo de alcohol o de tabaco”.
En cuanto al diagnóstico de la enfermedad, el avance más importante registrado en los últimos años ha sido la introducción del angioTAC (un TAC con contraste que dibuja las arterias del cerebro), junto al TAC convencional desde el primer momento en pacientes con sospecha de ictus. “Esto permite distinguir los casos más graves de los menos graves desde un primer momento y agilizar mucho los tiempos hasta la recanalización de la arteria, el objetivo más importante en el tratamiento del ictus agudo”, agrega.
Segunda causa de muerte
El ictus constituye la segunda causa de muerte en España (la primera entre las mujeres), con 120.000-130.000 casos anuales, según estimaciones de la Sociedad Española de Neurología. De ellos, la mayoría (alrededor de 80.000) acaban con el fallecimiento o la discapacidad del afectado. En la actualidad hay en España más de 300.000 personas que padecen alguna limitación o discapacidad como consecuencia de un ictus.
Según el doctor Fernández Ferro, el ictus es una patología cuya incidencia va en aumento debido, básicamente, al progresivo incremento de la esperanza de vida y al consecuente envejecimiento de la población. “Los años traen fundamentalmente cosas buenas, pero también facilitan el endurecimiento progresivo de las arterias y con ello la hipertensión arterial; el agotamiento del páncreas y con ello la diabetes; el envejecimiento cardíaco y con ello las arritmias como la fibrilación auricular, todas ellas causas potenciales de ictus”, concluye.
Las unidades de ictus son servicios de carácter multidisciplinar coordinados por el servicio de neurología que permiten ofrecer “la mejor atención tanto a pacientes con ictus isquémico (aquellos en los que una arteria deja aportar flujo a un territorio cerebral) como con ictus hemorrágico (aquellos otros en los que una arteria se rompe y se vierte sangre en el interior del cerebro)”, explica el doctor José Fernández Ferro, coordinador de la Unidad de Ictus del HURJC.
De hecho, según este especialista, unidades como la del HURJC suponen la vanguardia en el abordaje de esta enfermedad, ya que “alcanzan a todos los pacientes con ictus sin excepción, sea cual sea su edad, la gravedad del ictus y su clase, si isquémico o hemorrágico”. Así, un paciente atendido en una unidad de ictus tiene una probabilidad de fallecer un 13% menor y una probabilidad combinada de fallecer o de quedarse con una gran dependencia un 21% menor que otro de sus mismas características atendido en una planta convencional, añade el doctor Fernández Ferro.
La implantación de las unidades de ictus es desigual a escala estatal, si bien –indica el especialista– “la Comunidad de Madrid puede presumir de un Plan de Atención al Ictus que ha funcionado y funciona muy bien, con nueve unidades acreditadas que disponen de guardias de neurología de presencia física 24 horas los 7 días de la semana y dos hospitales en alerta permanente y simultánea para realizar procedimientos intervencionistas en los casos necesarios”.
Las unidades hacen posible, por ejemplo, que los neurólogos vasculares ofrezcan a los pacientes que han sufrido un ictus isquémico en las primeras nueve horas de evolución los dos tratamientos disponibles actualmente, destinados a intentar “desatascar” la arteria bloqueada por el trombo: la fibrinólisis intravenosa y la trombectomía mecánica, ambos ofrecidos en el HURJC. Son tratamientos complementarios que se aplican de forma secuencial y cada caso ha de ser valorado cuidadosamente.
Asimismo, gracias a un protocolo conjunto con los Servicios de Otorrinolaringología y de Rehabilitación, en el HURJC se lleva a cabo un cuidadoso cribado y manejo de disfagia (problemas para tragar, muy frecuentes en los primeros días tras un ictus), mediante el cual se ha conseguido reducir las infecciones respiratorias en los pacientes con ictus, y con ello la mortalidad.
Hasta la fecha la Unidad de Ictus del HURJC ha tratado con fibrinólisis intravenosa (el primer paso del tratamiento en fase aguda del ictus isquémico) a unos 100 pacientes (lo que supone en torno al 17% del total de ictus isquémicos atendidos en el hospital en este periodo); y ha ofrecido tratamiento intervencionista (el segundo paso en el tratamiento en fase aguda del ictus isquémico) a unos 20 pacientes; todo ello con un porcentaje de complicaciones por debajo del 5%. Estas cifras están en línea con los estándares que establecen las sociedades nacionales e internacionales de Patología Vascular Cerebral.
Prevenir el ictus
Según el doctor Fernández Ferro, el ictus se puede prevenir, aunque es imposible prever el momento en que se va a producir. “La prevención se realiza mediante el tratamiento de los factores de riesgo que conducen a él, que conocemos como factores de riesgo vascular”. De entre todos ellos, si hubiera que elegir el que más impacto puede tener sobre el riesgo de sufrir un ictus, habría que señalar a la hipertensión arterial, “lo que no significa que debamos descuidar la diabetes, los altos niveles de colesterol en sangre, el sobrepeso u obesidad, o el consumo de alcohol o de tabaco”.
En cuanto al diagnóstico de la enfermedad, el avance más importante registrado en los últimos años ha sido la introducción del angioTAC (un TAC con contraste que dibuja las arterias del cerebro), junto al TAC convencional desde el primer momento en pacientes con sospecha de ictus. “Esto permite distinguir los casos más graves de los menos graves desde un primer momento y agilizar mucho los tiempos hasta la recanalización de la arteria, el objetivo más importante en el tratamiento del ictus agudo”, agrega.
Segunda causa de muerte
El ictus constituye la segunda causa de muerte en España (la primera entre las mujeres), con 120.000-130.000 casos anuales, según estimaciones de la Sociedad Española de Neurología. De ellos, la mayoría (alrededor de 80.000) acaban con el fallecimiento o la discapacidad del afectado. En la actualidad hay en España más de 300.000 personas que padecen alguna limitación o discapacidad como consecuencia de un ictus.
Según el doctor Fernández Ferro, el ictus es una patología cuya incidencia va en aumento debido, básicamente, al progresivo incremento de la esperanza de vida y al consecuente envejecimiento de la población. “Los años traen fundamentalmente cosas buenas, pero también facilitan el endurecimiento progresivo de las arterias y con ello la hipertensión arterial; el agotamiento del páncreas y con ello la diabetes; el envejecimiento cardíaco y con ello las arritmias como la fibrilación auricular, todas ellas causas potenciales de ictus”, concluye.
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