lunes, 24 de octubre de 2016

Una cirugía combinada poco invasiva resuelve la rizartrosis - DiarioMedico.com

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ARTROSCOPIA

Una cirugía combinada poco invasiva resuelve la rizartrosis

Artroscopia asociada a un sistema de suspensión metacarpiano e indicada en artrosis con estadio radiológico de moderado a severo.
Raquel Serrano | Madrid raquelserrano@unidadeditorial.es   |  24/10/2016 00:00
 
 

Eduviguis
Eduvigis Aranda, cirujana del Hospital Santa Cristina, de Madrid. (Luis Camacho)
La asociación de la artroscopia, técnica quirúrgica mínimamente invasiva, y un sistema de suspensión a través del que se implantan pequeñas placas entre el primero y segundo metacarpiano, mejora notablemente los síntomas de la rizartrosis, fundamentalmente en lo que se refiere al dolor lo que, lógicamente, al aminorar, eleva o recupera la funcionalidad de la articulación afectada.
Esta peculiar y novedosa asociación ha sido desarrollada por el equipo de la Unidad de la Mano, encabezado por Eduvigis Aranda Izquierdo y Alejandro Ortiz, del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología (COT) que dirige Rafael Llopis en el Hospital Universitario Santa Cristina, de Madrid, y centro pionero en la realización de esta técnica.
Preservación 
El empleo de la artroscopia en cirugía de mano ya está perfectamente descrito. La aportación, por tanto, del equipo del Santa Cristina es "su asociación con un sistema de suspensión del primer metacarpiano y su apoyo en el segundo metacarpiano. Se trata de una hemitrapezoidectomía, por vía artroscópica con una óptica de 1,9 milímetros y motores de 2 milímetros, más una suspensión en la que se insertan miniplacas, entre el primero y segundo metacarpiano.
Para Aranda, una de las grandes ventajas de este sistema, que también se puede acometer por cirugía abierta, es que evita la técnica convencional consistente en eliminar el trapecio y realizar la suspensión con un tendón. "Eliminamos el uso de tendones, del abductor pollicis longus o del palmar mayor, lo que preserva los tendones del paciente y no cierra las puertas a la posibilidad de tener que llevar a cabo otras terapias quirúrgicas en caso de fallo". Beneficios añadidos, pero no por ello menos destacables, son la presencia mínima de cicatrices, debido a las pequeñas incisiones, así como la total recuperación en unos tres meses, la mitad del tiempo establecido para cirugía abierta.
La rizartrosis o artrosis trapeciometacarpal es la artrosis que afecta al pulgar de la mano y a su unión con los huesos de la muñeca. El dolor, la deformidad ósea y la pérdida de funcionalidad son la triada característica de esta patología que afecta, mayoritariamente, a mujeres y cuya incidencia aumenta con la edad. Así, entre los 70 y 80 años de edad, un 85 por ciento de personas sufren algún tipo de artrosis, porcentaje que puede llegar incluso al 100 por cien en mujeres que superan esa edad.
  • Las indicaciones para este tratamiento son rizartrosis en estadio I a III con sintomatología franca y que no han respondido a los tratamientos conservadores previos"
Indicaciones 
A pesar de que los resultados son positivos, según el seguimiento de los 20 casos tratados en los últimos tres años en el Santa Cristina, la cirujana explica que la técnica tiene unas indicaciones claras: rizartrosis en estadios I a III (de moderada a severa, no muy avanzada) y con sintomatología franca, fundamentalmente dolorosa, y que "no ha respondido a los abordajes previos conservadores que siempre se llevan a cabo antes de cualquier tipo de cirugía".
Su práctica también contempla requisitos puramente anatómicos: conservación de la articulación entre trapecio y escafoides, ya que "al actuar solo entre el trapecio y el metacarpiano no resolveríamos el dolor. Si no hay conservación, se plantearía cirugía abierta".
Este equipo ha establecido además el abordaje en personas menores de 65 años, con clínica y estadios II a III, "aunque todos los pacientes, independientemente de la edad, se abordan de forma individualizada, por lo que la franja puede variar: no sería excluyente a priori".
Control del dolor 
La experiencia de los casos tratados indica que este abordaje controla el dolor y la funcionalidad. Para su confirmación se hacen preguntas a los pacientes, antes y después de la cirugía, sobre cuestiones relacionadas con las actividades básicas diarias y que requieren que el pulgar haga pinza con el resto de los dedos. "La eliminación del dolor, más que de la deformidad, es prioritario porque su control se acompaña de una mejor o normal función". Resalta la importancia de la rehabilitación, como parte integral del abordaje, "a partir de la tercera o cuarta semana poscirugía".
La cirujana recuerda que se trata de una cirugía más larga porque es "laboriosa y minuciosa. Trabajamos en una articulación pequeña con un material quirúrgico milimétrico. En este ámbito hay que tener experiencia en cirugía de la mano y en técnica artroscópica. Es compleja, y aunque no exenta de complicaciones, sí reduce las relacionadas con la cirugía abierta".

'Stop' a dolor

La colocación de miniplacas de material artificial impide que los huesos rocen, debido a la acción de desgaste y lesión de la artrosis, lo que permite recuperar la función del dedo y eliminar el dolor.

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