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Entrevista al Dr. Luis Chiozza con motivo de la aprición de su nuevo libro "Por qué nos equivocamos" en la editorial Libros del Zorzal. "Siempre, la realidad es un buen negocio"Psicoanalista reflexivo, habla de celos, rivalidad y nueva biología. "Hay unas palabras de Mahatma Gandhi que arrojan algo de luz sobre por qué nos equivocamos. Dijo: "Cuida tus pensamientos, porque se transformarán en actos. Cuida tus actos, porque se transformarán en hábitos. Cuida tus hábitos, porque determinarán tu carácter. Cuida tu carácter, porque determinará tu destino, y tu destino es tu vida", apunta el psicoanalista Luis Chiozza, autor del libro ¿Por qué nos equivocamos? "Equivocarse, en esencia, es tomar una cosa o un camino por otro. Sin embargo, a veces, como lo prueba el psicoanálisis, estos errores son actos fallidos. Un amigo me pide un libro prestado, pero yo no puedo encontrar la llave de la biblioteca. Curiosamente, cuando mi amigo se va encuentro la llave que había guardado en un sitio distinto del habitual. En realidad no se trata de un error, sino de un modo disimulado de cumplir con un propósito inconsciente, ¡no prestarle el libro a mi amigo!", ríe. Chiozza es asesor de las universidades de Roma y Milán. Presidente honorario del Instituto Arminda Aberastury de Perugia, y director del Centro Weizsaecker de Consulta Médica y del Instituto de Docencia e Investigación de la Fundación Luis Chiozza. En 1996 recibió el Premio Konex en Psicoanálisis. Es autor, además, del libro ¿Por qué enfermamos? , traducido al inglés, francés, portugués e italiano. -¿Por qué nos equivocamos? -Estamos condicionados por una herencia cultural, producto de años y años de transmisión de padres a hijos, a la que me gusta denominar gigantes del alma . Son la rivalidad, los celos, la envidia y la culpa. Esos gigantes construyen nuestros hábitos, a partir de los que formulamos respuestas automáticas a los problemas que nos presenta la vida. Son como los prejuicios y, cuando se apoderan de nosotros, caer en el error es una consecuencia lógica. Para complicar aún más las cosas, una de las características del ser humano es el hábito de defender sus hábitos, pese a que la realidad demuestre su inconveniencia. -¿Cuáles son los riesgos de la rivalidad, por ejemplo? -La rivalidad, el ser competitivo, es algo muy profundamente arraigado en nuestra cultura. Y lo peligroso es que es considerado un signo de madurez. Lo vemos a diario. Piense que nos encantan los deportes de suma cero, como el tenis: siempre tiene que haber un ganador absoluto y un perdedor. Siempre hay que ser el primero, nunca el segundo. Ser segundo significa ser un derrotado, un ser endeble sin carácter, un incapaz. Hasta tal punto que en la historia de la publicidad hay un caso curioso de cómo una empresa aprovechó la circunstancia de no ser líder para competir exitosamente en el mercado del alquiler de autos. -¿Que hizo? -La empresa líder era Hertz, y Avis Rent a Car, su escolta. Entonces, Avis decidió acuñar un slogan que se hizo famoso: We try harder ( Nos esforzamos más ). Es decir, como no podemos ser los primeros, nos preocupamos más que la empresa líder por servir a nuestros clientes. Pero, pensándolo bien, ¿qué tiene de malo ser segundo? ¿Qué tiene de malo secundar? La nueva biología desmiente a Darwin y nos demuestra que en la naturaleza todo es cooperación. Vivimos secundando y siendo secundados. Mi amigo, el filósofo indio Raimundo Pannikar, que trata de conjugar la cultura india con la europea, me contó un episodio conmovedor que ejemplifica la diferencia entre el placer del triunfo, típico de la rivalidad, y el com-placer, que surge como placer compartido en la armonía de una operación conjunta. Un maestro occidental que trabajaba con chicos indígenas, pensando que podría conseguir una mejor comunicación a través del deporte, les propuso correr hasta un árbol cercano, agregando que el que llegara primero recibiría como premio una bolsa de caramelos. Para su sorpresa, los chicos, antes de partir se tomaron de las manos y corrieron juntos. -¿Y los celos? -Los celos son un sufrimiento egoísta que no nace del amor, sino del querer. El que quiere busca poseer, el que ama aspira a que lo amado se desarrolle en la plenitud de su forma. Se quiere una linda rosa en el florero de nuestro escritorio. Se la ama cuando se la disfruta mirándola desarrollarse como parte de una planta viva. Aunque no es imposible, es difícil amar lo que se quiere. Pero existe la idea, muy generalizada, de que el que ama verdaderamente es celoso. Y no es cierto, cuando se introducen los celos en una pareja es como si se enturbiase la relación. Comienzan la rivalidad, las acusaciones, las exigencias infundadas. -¿Cuál sería la salida? -Tomar conciencia, darse cuenta. -No es fácil. -¡Claro que no! Pero no es imposible. Siempre en el fondo de nosotros hay algo que nos advierte, a veces muy sutilmente, que no estamos obrando bien, que nos invita a abrirnos paso entre tantas racionalizaciones. Esto es, tratar de fundamentar nuestros juicios equivocados y llegar a la verdad. Tendríamos que darnos cuenta de que debemos darnos cuenta. Y recordar que siempre, siempre, la realidad es un buen negocio. -¿Qué otra cosa dice la nueva biología? -Algo muy tierno y trascendente: que siempre nos hacemos realidad compartiendo. Dialogando. Soy en cuanto hay otro que es. La naturaleza es colaboración, como recordaba Raimundo Pannikar, una operación conjunta. Luis Aubele Reseña: Hay errores que nos importan mucho, porque nos conducen hacia un punto imprevisto que no deseamos y desde el cual sentimos, una vez que ingresamos, que ya no se puede volver. Es el error en el cual Meg, la protagonista del filme Una buena mujer, estuvo a punto de incurrir. Es sobre lo que se pregunta Warren cuando, en el filme Las confesiones del Sr. Schmidt, recuerda el período de su vida en que eligió trabajar en la empresa de la cual hoy se jubila. Es lo que conduce a Chieko, la japonesita de Babel, a una conducta sexual que agrava su desolación profunda, y es lo que estuvo a punto de sucederle a Tommi, el niño sensato que protagoniza el filme Libero, cuando torturado por una situación familiar muy penosa se imagina que puede pasar por encima del amor que lo une a su padre. Nuestros grandes errores surgen muy frecuentemente de motivos que se apoyan en creencias que el consenso avala, y que nos parecen “naturales”. Vivimos inmersos en prejuicios, en pensamientos prepensados que se conservan y se repiten porque, cuando fueron creados, quedó asumido que funcionaron bien. Es claro que no podríamos vivir si tuviéramos, continuamente, que repensarlo todo. Pero también que hay prejuicios negativos que el entorno nos contagia, que también retransmitimos, y que más nos valdría repensar. Nuestros grandes errores fueron casi siempre el producto de una decisión que eligió el camino, más fácil, de lo ya pensado. Un camino que se conforma, con demasiada naturalidad, con la influencia insospechada que, en sus múltiples combinaciones, ejercen sobre nuestro ánimo y sobre nuestra conducta la rivalidad, los celos, la envidia y la culpa, cuatro gigantes del alma que, incautamente, reprimimos. ISBN: 9789875991095 Formato: 13x20 Páginas: 192 |
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