viernes, 26 de diciembre de 2014

EL EMBRIÓN FICTICIO – Historia de un mito biológico – por Gonzalo Herranz | Observatorio de Bioética, UCV

EL EMBRIÓN FICTICIO – Historia de un mito biológico – por Gonzalo Herranz | Observatorio de Bioética, UCV



Observatorio de Bioética, UCV







EL EMBRIÓN FICTICIO – Historia de un mito biológico – por Gonzalo Herranz





“No pueden los éticos incurrir en la pereza de «creer» con la fe de carbonero en lo que los biólogos les dicen…”
Autor: Gonzalo Herranz∗
Ediciones Palabra S.A., España -2013 (340 págs.)
El autor, con la autoridad que le confiere ser uno de los principales representantes de la ética profesional de la medicina en España y Europa, no hace ninguna afirmación que no provenga de un análisis basado en un procedimiento rigurosamente científico. Cuando propone teorías, las fundamenta en sólidas premisas, las contrasta con los últimos trabajos científicos publicados sobre el tema y por fin, afirma la necesidad de  que estas teorías sean adecuadamente validadas. Nunca un argumento de autoridad propio o de terceros. Nos da placer leer el complejo estudio de Herranz por el riguroso  método que sigue que permite sacar conclusiones claras. Impresiona la capacidad de síntesis del autor, que logra en 340 páginas, refutar los “modelos dominantes”, particularmente el de los gemelos monocigóticos y el de las quimeras.
Siguiendo este método, hace una detallada exposición de cómo y en base a qué trabajos científicos surgieron  las diferentes  argumentaciones que han  objetado el estatuto biológico y ético del embrión humano  en su primeras etapas de desarrollo, particularmente las comprendidas entre el final del proceso de fecundación y la implantación: argumentaciones que han servido para convencer a la comunidad científica y al público en general de que los embriones, en sus primeros estadios de desarrollo, todavía no son seres completamente individuados y a los que no se les puede atribuir por tanto la categoría biológica, ética y jurídica de un individuo de la especie humana
La premisa en que Herranz basa su obra está fundamentada en los avances en el campo de la investigación del mismo proceso de fecundación, lo que es una realidad científica reconocida por la biología actual y afirma “Este trabajo parte de la hipótesis de que no es científicamente válida la base biológica sobre la que los bioéticos han asentado los argumentos que deniegan la dignidad ética del embrión humanos en sus primeros días.” (págs. 16-17, el destacado es nuestro).
Continúa el autor presentando el estatuto biológico del embrión humano en sus primeras etapas de desarrollo, basándose en los últimos datos obtenidos, principalmente de las investigaciones en torno a la fecundación in vitro (FIV) que permiten afirmar, que “la fecundación no es un episodio instantáneo…la observación directa de ésta ha obligado a describirla como un proceso en el que, de modo regular, se suceden unas a otras ciertas etapas: el contacto y fusión de los gametos, la terminación de la meiosis del ovocito, la aproximación de los pronúcleos, la distribución asimétrica en el citoplasma de determinados materiales y orgánulos, la preparación de la división mitótica del zigoto y, finalmente, la realización de esa primera mitosis de la que resultan los dos primeros blastómeros. Se ha de entender, hoy, que el proceso de la fecundación, como proceso constitutivo del zigoto, termina, sin solución de continuidad, con la aparición del embrión humano de dos células” (el destacado es nuestro), todo lo cual, sigue el autor, “suele decirse dura alrededor de 24 horas” (pág.68). Desde ese momento  ya es uno de nosotros,  individuo de naturaleza humana, con sus propias características fundamentales, que lo hará único e irrepetible en todo su proceso de desarrollo; como feto, al nacimiento, durante su juventud,  su vida adulta hasta la muerte.
El autor demuestra la inconsistencia de los argumentos que niegan la condición humana del embrión en su primera etapa de desarrollo,  dividiendo el libro en 7 capítulos, que corresponden a 7 argumentaciones.
Para explicar cómo, con tan débiles fundamentos científicos, hayan podido establecerse los “mitos” sobre el embrión en sus primeros días de existencia, recuerda que “la bioética es intrínsecamente interdisciplinaria”, y afirma que, a su parecer, “los biólogos y médicos han dedicado poco esfuerzo al estudio  de los aspectos de que eran responsables  en la tarea interdisciplinaria que les competía o los han despachado con la información estándar de los libros de texto universitarios” (pág. 17). “No pueden los éticos incurrir en la pereza de «creer» con la fe de carbonero en lo que los biólogos les dicen ni partir en sus razonamientos de datos científicos que no entienden del todo y de cuya solidez no pueden juzgar…Todos, en el trabajo interdisciplinario, están obligados a buscar la objetividad máxima que les sea posible; no pueden dar cualquier dato para simplemente salir del paso; tampoco pueden seleccionar los datos y razones que más convengan con sus inevitables prejuicios…(pág. 20). Este libro viene, en cierto modo, a ser un inventario primerizo de los daños que puede causar el descuido de la visión crítica en el trabajo interdisciplinario” (pág. 21), (el subrayado es nuestro).
Se dedica un apartado, a cómo fueron surgiendo los argumentos y se describe la manera en que se los utilizó: fueron presentados como realidades comprobadas y no como hipótesis no validadas, para erosionar, así, la dignidad del embrión y poder legislar y difundir el uso de los métodos anticonceptivos antiimplantatorios, investigación con embriones, etc.
Antes de analizar rápidamente todos los capítulos en su orden, queremos referirnos al capítulo 4, La argumentación de la gemelación monocigótica (MZ), que en nuestra opinión tiene un mérito particular y de alguna manera sintetiza paradigmáticamente el procedimiento de Herranz para refutar un mito científico consolidado.
La argumentación que explica la gemelación monocigótica como efecto de una escisión del embrión en sus primeros días de existencia es tenida como incontrovertible en el campo biológico y médico. De hecho, muchos bioéticos personalistas la suelen pasar por alto y son pocos los artículos científicos, libros y material divulgativo que han intentado, al menos, presentarla como una teoría no validada. Ante esta realidad, nos parece que, el planteamiento de Herranz   adquiere un valor extraordinario y un interés especial para los que adherimos a una ética personalista cristiana.
En este capítulo el autor demuestra, basado en los datos científicos de la embriología actual, las debilidades de esta argumentación, a pesar de su robusta arquitectura. Afirma, “El Modelo dominante  constituye un caso ejemplar de la necesidad constante que tiene la ciencia de revisar críticamente las ideas que ha atesorado en su acervo, por venerables y sólidas que ellas parezcan. […] Como veremos, la biología, en apariencia inatacable del Modelo no está cimentada sobre hechos, sino sobre suposiciones, muy lógicas y racionales, pero producto de la imaginación; es una creencia  no una descripción factual […] nadie hasta hoy ha ofrecido una explicación satisfactoria, con palabras o esquemas gráficos, de la escisión de un embrión en la fase de estría primitiva para formar gemelos unidos. […] No basta decir que eso sucede porque los gemelos unidos así lo prueban. Tampoco basta dibujar dos estrías primitivas en un disco embrionario, como este si fuera una pizarra en blanco, sin explicar si son simultáneas o metacrónicas y sobre todo, sin proponer un mecanismo morfogenético de esa doble gastrulación.” Herranz concluye: “Si se interroga al modelo, es fácil cosechar muchas preguntas a las que no da respuesta” (158 – 159).
Pero nos parece de particular interés,  para la biología y la ética, el apartado final de este capítulo titulado, “Una nueva teoría sobre la génesis de los gemelos MZ”. 
En síntesis la teoría propuesta propone que la gemelación es resultado de la fecundación, esto es, la formación de los gemelos MZ sucede en una fecundación gemelar, en la cual un ovocito fecundado, al dividirse al final de la fecundación, da origen, no a dos blastómeros, sino a dos zigotos, de cada uno de los cuales se desarrolla un gemelo. (pág.168).
Continúa más adelante, completando esta idea, diciendo que la cronología de la gemelación pasa a ser un evento que ocurre después de la penetración del espermatozoide en el ovocito y durante el proceso de fecundación, que se estima que sea en torno a las 24 horas, en vez de realizarse a lo largo de los 14 días que siguen a la fecundación, mediante un proceso de escisión del embrión.
Adherimos a esta original y nueva teoría científica que, sin duda, animará a potenciar las investigaciones  embriológicas, abriendo nuevas perspectivas de investigación científica.
La teoría de Herranz tiene, además, un plus, que consideramos de importancia, al lograr dar una respuesta convincente al fenómeno del, significativo, incremento de la gemelación en la fecundación in vitro.
Pero sobretodo, desde el punto de vista ético, la teoría confirma  el carácter individual del nuevo ser que surge de la fecundación y por lo tanto su condición de individuo humano desde su inicio mismo. Por lo que el cuestionamiento de la individualidad del embrión en sus primeras etapas de desarrollo del Modelo dominante, queda superado.
El autor termina así este capítulo, “lo que parece urgente es disponer de un conocimiento más completo y refinado de lo que ocurre en el decisivo tiempo de la transición del zigoto a blastómero…” (pág.174).
El estilo metódico y casi impasible de Herranz, despojado de cualquier grandilocuencia o animosidad, queda plasmado en todo el libro, pero particularmente en este capítulo que logra desmitificar lo que hasta ahora  era una “verdad” tenida por incuestionable por la comunidad científica y el público en general y reducirla  a su condición de teoría débil y no validada.
Sin duda Gonzalo Herranz cuestiona con éxito lo que podríamos denominar un dogma – término que nos parece el más adecuado para una argumentación que exige de sus adherentes un asentimiento que prescinde de pruebas científicamente comprobadas y comprobables.
Continuamos ahora con la secuencia de los capítulos como se suceden en el libro.
  • El Capítulo I está dedicado al concepto de “Preembrión”.
Herranz afirma, “El argumento busca adrede anular, de cara a la opinión pública, el embrión que existe en el preembrión”. En España, los efectos los conocemos muy bien, porque fue el principal “argumento” para la aprobación de la Ley Aído que aún está vigente. Este término cada vez se usa menos, hecho que no minimiza el daño que ha provocado.
  • En el Capítulo II se trata de la irrelevancia biológica y ética de la fecundación.
El autor desarrolla la visión histórica de la fecundación, considerada el momento único de la procreación por la cual surgía un nuevo individuo de la naturaleza humana, la iniciación de su desarrollo, la ocasión de trasmitir los caracteres hereditarios y el punto en que el sexo quedaba determinado. Después se quiso identificar la fecundación con la implantación para revestir de inocencia la muerte provocada por los anticonceptivos antes de la anidación del embrión devaluando así biológicamente la fecundación.
  • El Capítulo III trata del argumento de las dos poblaciones celulares.
El autor lo define así, “en las dos primeras semanas de su desarrollo (el embrión), y como resultado de la primera diferenciación que experimentan sus células, está constituido  por dos poblaciones celulares diferentes: una, muy numerosa, destinada a formar las estructuras extraembrionarias; y otra, muy reducida en número que quedará implicada…en la formación del cuerpo del embrión” (págs.103-104). La población celular que conformará el cuerpo del embrión sería tan insignificante numéricamente que no podría reclamar la categoría de ser un individuo de la naturaleza humana.
Herranz concluye, después de una contundente argumentación, “El paso del tiempo ha puesto en claro lo falaz del argumento de las dos poblaciones celulares. Nunca fue reflejo de la realidad biológica…” (pág.131). Recomendamos la lectura de este capítulo que sintetiza con gran claridad los últimos datos sobre proceso de fecundación y de su estatuto biológico.
  • El capítulo 5 se titula, El argumento de las quimeras tetragaméticas (QTs).
El autor continúa con su lógica, siempre basado en artículos publicados,  reduciendo a su verdadera dimensión el argumento que intenta explicar la existencia de quimeras, individuos con células que contiene genomas diferentes por medio de una supuesta fusión de embriones.
Se entiende que la característica unitaria del genoma humano, idéntico en cada una de sus células, es la característica biológica fundamental del carácter singular e irrepetible de cada individuo de la naturaleza humana.
Sin embargo nos encontramos que, en ciertos casos, hay individuos que tienen células con diferentes genomas.
El argumento  que trata en este capítulo, atribuye este fenómeno a la fusión de dos embriones, que conformarían uno solo, lo que explicaría la presencia de genomas diferentes en un solo individuo.
El argumento es de suma importancia porque de ser así, no podríamos decir que el embrión es biológicamente un individuo en sus primeras etapas de desarrollo,  porque puede fusionarse con otro. Es también una dificultad ontológica y teológica, porque tampoco podemos afirmar, por ejemplo, que la animación se produce en la fecundación, sin admitir el absurdo de que dos almas se puedan convertir en una sola.
Esta teoría es la inversa de la de los gemelos monocigóticos (escisión-fusión), ahora son 2 embriones que se fusionan formando un solo embrión, aportando cada uno sendas células con genomas diferentes, dando lugar a una quimera.
Herranz afirma, veremos cómo un argumento, muy pobre de contenido, fue recibido dócilmente por la mayor parte de la comunidad bioética, sin que nadie lo pusiera en tela de juicio…” (pág.198)
Continúa narrando la génesis de esta argumentación, que la considera como una mera hipótesis “que no solo no han sido probada” sino que tienen objetivas dificultades. Transcribimos una de ellas, “…la teoría de la fusión postzigótica no puede contar con apoyos en la embriología humana: extrapola de modo genérico al embrión humano los datos de la producción artificial de quimeras en animales de laboratorio, en la que los embriones son sometidos a maniobras mecánicas o bioquímicas de desagregación y reagregación que no parecen trasladables al desarrollo espontáneo del embrión humano” (pág.212)
Comenta el autor, que en ocasión de aprobarse la ley del aborto de 1986 en España, el argumento de la formación de quimeras,  fue por primera vez presentado públicamente como una prueba de la inexistencia del embrión humano como individuo de la especie humana durante sus primeros 14 días del desarrollo, momento a partir del cual el argumento considera que ya no se pueden producirse quimeras por fusión embrionaria.
En el último apartado Herranz presenta una teoría alternativa, a nuestro juicio mucho más lógica y convincente de la formación de quimeras, cita trabajos científicos publicados para convalidar su teoría que sitúa la producción de quimeras en el proceso de fecundación. Afirma, “El origen de la quimeras podría explicarse como el resultado de una fecundación atípica de dos ovocitos, contenidos en una única zona pelúcida,  por dos espermatozoides…El proceso de fecundación que termina con la primera división mitótica de los ovocitos fecundados, daría lugar a 4 blastómeros. Estos no serían embriones yuxtapuestos, sino un embrión único aunque tetragamético” (intervienen en su génesis 4 gametos) pág. 209. Resalta que este tipo de embrión ha sido producido en el laboratorio y cita los trabajos.
En el último apartado de este capítulo afirma, “En definitiva, la teoría de la fusión postzigótica no parece contar con apoyos en la embriología humana…” (pág. 212).
El Capítulo 6 trata sobre “El argumento de totipotencialidad”.
Herranz comienza este capítulo describiendo la capacidad que tiene el embrión humano de producir todo tipo de células y completar la producción de la inmensa cantidad de células diferenciadas que componen el organismo entero del individuo humano que se autogenera a partir del embrión, lo que se denomina totipotencialidad.
Cuidadoso en la terminología, diferencia lo que se entiende actualmente como células totipotentes en la investigación sobre células troncales embrionarias y la totipotencialidad clásica que es exclusiva del zigoto. Afirma, “Se ha dado en llamar totipotentes a las líneas celulares embrionarias susceptibles de ser inducidas a generar no solo todo tipo de tejidos…sino también células de la línea germinal e incluso del tejido trofoblástico. Esa totipotencialidad “nueva” implica la capacidad de producir todo tipo de células, pero no incluye la de formar un individuo completo”, Se trata de unatotipotencialidad débil, “histogenética”. La totipotencialidad exclusiva del zigoto es “ontogenética” o sea capaz de generar un individuo completo, a la que denomina totipotencialidad fuerte  (págs. 230-231). Los resaltados son nuestros.
Distinción muy importante, desde el punto de vista ético, dado que la argumentación que estudia Herranz excluye la existencia de una totipotencialidad  fuerte en las células del embrión después de terminado el proceso de fecundación. Para algunos, la totipotencialidad de las células embrionarias duraría hasta el momento de la implantación, lo que les lleva a suponer que, aislando una de tales células y dándole un medio adecuado podría generar otro individuo, negando así su condición de indivisible, inherente a la naturaleza humana
Dada esta potencialidad, la argumentación concluye que, mientras las células del embrión no dejen de tener una totipotencialidad fuerte no se podría decir que el embrión es un individuo dado que potencialmente podría generar otros.
Sin pretender agotar las sólidas argumentaciones de Herranz, transcribimos dos párrafos que nos parecen suficientes para el modesto fin de este trabajo:
  1. “Nadie ha podido hasta ahora demostrar que una célula que no sea un ovocito fecundado haya sido capaz por sí sola de desarrollar un ser humano completo, incluida la línea germinal.” pág. 240.
  2. “Las dificultades para demostrar la totipotencialidad de los blastómeros iniciales parecen, de momento, insuperables: no será fácil determinar, en los experimentos para demostrar la totipotencialidad de esos blastómeros, cuánta totipotencialidad se debe a la virtualidad natural de esas células y cuánta puede haber sido inducida o reprogramada por las condiciones experimentales.” pág. 243.
Concluimos con Herranz que el argumento de la pretendida totipotencialidad fuerte del embrión humano en las fases iniciales de su desarrollo es inconsistente y dista mucho de ser validada. Solo una programada acción mediática ha podido imponer esta teoría.
El capítulo 7 trata sobre “El argumento de la pérdida precoz de embriones”.
Con particular interés continuamos analizando el último capítulo, siempre con el empeño que el lector llegue a comprender que, solo leyendo este libro, podrá evaluar su envergadura.
Este argumento lo presenta así el autor, “…no es razonable conferir un estatus moral fuerte a los embriones de pocos días, cuando la madre naturaleza los trata con tan escaso aprecio o, por mejor decir, los despilfarra. ¿Qué valor podrán tener los embriones de pocos días, cuando son millones los que cada día fracasan en su desarrollo y mueren…?” pág. 261. Esta elevada pérdida natural justificaría la pérdida de embriones ligada a la FIV, la experimentación embrionaria y las píldoras antiimplantatorias.
Más adelante afirma, “Aunque sencillo y convincente en apariencia (el argumento), es complejo y engañoso. Lo es en el plano biológico; a pesar de lo mucho que sobre la pérdida embrionaria precoz se ha investigado, no poseemos todavía datos fiables y suficientes sobre la etiología y la intensidad del fenómeno, en especial en lo que mira a la reproducción humana natural. No sabemos todavía en qué estado ontogenético inicial se producen esas muertes; ignoramos si las entidades biológicas que se pierden son embriones, sanos o enfermos, pero capaces de llegar a ser humanos, o si, por el contrario, son seres no solo inviables, sino radicalmente carentes de la potencialidad de llegar a ser individuos de la especie humana (pág. 261) … [al considerar el argumento] tendremos ocasión de detectar los puntos débiles en que se articula y que, en fin de cuentas, obligan a invalidarlo.” (pág. 263).
Son muy interesantes los datos que nos aporta Herranz en este capítulo. Nos limitamos a algunas citas que nos parecen suficientemente elocuentes:
  • “…apenas tenemos publicaciones sobre una cuestión crucial, en la cual convergen la biología y la ética del embrión humano: es la que se pregunta sobre cuáles de los ‘productos de la fecundación’ son meras entidades biológicas, a las que falta potencialidad de llegar a ser verdaderos seres humanos, y cuáles de esos productos son embriones genuinos, sanos o enfermos, pero con capacidad de desarrollarse a seres humanos.” págs. 290-291.
  • “Una proporción considerable, aunque no cuantificada, de las llamadas pérdidas embrionarias no corresponde, en realidad, a pérdida de embriones verdaderos, sino a entidades en la que la fecundación no se ha completado.” pág. 291
  • “…se trata de ver el fenómeno de la pérdida embrionaria a la luz de los valores propios de la reproducción sexuada, de la diversidad individual que solo ella es capaz de generar, y de la falibilidad de los mecanismos moleculares y celulares que están al servicio de esa diversidad. En fin de cuentas, se puede entender la pérdida embrionaria como el precio que hay que pagar a cambio del tesoro de ser cada uno de nosotros diferentes de los demás…” pág. 293. Este argumento nos parece de particular interés.
  • “…son muchos los ovocitos penetrados por un espermatozoide que no terminan el proceso de fecundación y quedan detenidos en su desarrollo como aparentes zigotos…podemos sospechar con serio fundamento que la llamada pérdida embrionaria es básicamente un fenómeno prezigótico” (el subrayado es nuestro) pág. 297.
En nuestra opinión el libro de Gonzalo Herranz tiene un valor señalado,  por contener una estricta y convincente investigación científica y ética del estatuto del embrión humano en sus primeros estadios de desarrollo, que logra, al menos, reducir las argumentaciones analizadas, a teorías no validadas aún.
El autor termina con un epílogo, con el fin de mostrar el objetivo final del estudio realizado, cuyo contenido se ajusta precisamente a la definición de este término que nos da el diccionario: “Recapitulación, resumen o conclusión de lo dicho en un discurso o en otra composición literaria: basta con leer el epílogo de este libro para saber de qué trata.”http://diccionarios.elmundo.es .
Herranz comienza su recapitulación, con el apartado subtitulado, Los Bioéticos y el estudio serio de la biologíaofreciéndonos unas valiosas reflexiones. Afirma, “Este libro, científico en sus razonamientos y revisionista en su intención, ha tratado de hacer ese inédito análisis de la validez de la visión reductiva del embrión.”pág.315.
Teniendo en cuenta que trabajamos para difundir la bioética, no podemos menos que detenernos y transcribir algunos trechos.
El autor  se refiere a los que aceptan, “la visión empobrecida de quién es y cómo debe ser tratado el embrión humano en los días primeros de su existencia. Tal visión reductiva del neoconcebido está presente en los libros de ciencias biológicas, en las leyes de reproducción asistida y de investigación, en la práctica de muchos médicos, en los medios de opinión pública y en la conciencia de gran parte de la gente. No hay duda: el mito del embrión ficticio ha arraigado profunda y extensamente. Y lo notable es que prácticamente nadie, desde el estamento científico, ha querido someter a un escrutinio exigente esa visión dominante.” pág.315.
Más adelante Herranz afirma, “En el futuro, la bioética, y con ella la bioteología, el bioderecho y la biopolítica tendrán que apoyarse en una biología más sólida y crítica, en la lectura directa de los trabajos de investigación, sin intermediarios, para evitar los errores e infundios que tanto abundan en los materiales secundarios y de divulgación.” Continúa, “Por fortuna, la mentalidad de lo basado en pruebas está jugando un papel más significativo, cada año que pasa, en los trabajos de investigación cualitativa de la bioética empírica.” (pág.316). El desatacado es nuestro.
“Y, sin embargo, la práctica de apoyarse en datos bien probados no ha arraigado todavía en la bioética académica, como si, en el discurso bioético teórico, la dependencia de lo real, observado y contrastado, no tuviera que jugar el papel decisivo que le corresponde […] a juzgar por lo que se publica, los constructos artificiales, los ‘escenarios’ imaginados o los experimentos mentales son, para ciertos bioéticos, más atractivos que los problemas reales, hechos de datos reales.” (pág. 317).
Termina este apartado haciéndose esta pregunta, “¿Cómo es posible que por más de medio siglo  ningún biólogo o ningún bioético se haya preguntado por la base factual del modelo aceptado  de la cronología  de los gemelos MZ (monocigóticos)? Y concluye, “…los hombres de ciencia no dudaron…Y, cuando los científicos no dudan, el progreso de la ciencia se frena.” pág.318.
Citamos a continuación un trecho que, a nuestro juicio merece toda la atención, dado que reivindica el concepto de refutación, tan devaluado en nuestros ambientes. Con el subtítulo, Función y valor de la refutación en bioética, afirma, “Esta consideración viene motivada por el propósito que ha inspirado los capítulos del libro: refutar los argumentos que disminuyen el estatus ético del embrión.”
“Refutar es impugnar con datos y razones. No es rechazar con más o menos violencia las ideas de otro por la sinrazón de que uno no está de acuerdo con ellas. Es por el contario un noble ejercicio intelectual…”, continúa Herranz mostrando su perfil de eminente científico con destacados valores humanos, con esta magistral cita tomada de Popper: “Toda refutación debería ser vista como un gran éxito; no simplemente un éxito del científico que refuta la teoría, sino también del científico que creó la teoría refutada y que de ese modo sugirió, en primera instancia, aunque indirectamente, el experimento refutatorio.” pág.334.
Con estas consideraciones termina un libro que, en nuestra opinión, marca un antes y un después en la disciplina de la bioética y en la tarea científica que esta supone.
∗ El autor, Gonzalo Herranz es Catedrático de Histología, Embriología general, ha sido Profesor de Ética Médica en la Universidad de Navarra y es uno de los principales representantes de la ética profesional de la medicina en España y Europa.

Manuel Zunín Centurión

OBSERVATORIO DE BIOÉTICA UCV









EL EMBRIÓN FICTICIO – Historia de un mito biológico – por Gonzalo Herranz







SINOPSIS: La premisa en que Herranz basa su obra está fundamentada en los avances en el campo de la investigación del mismo proceso de fecundación, lo que es una realidad científica reconocida por la biología actual y afirma “Este trabajo parte de la hipótesis de que no es científicamente válida la base biológica sobre la que los bioéticos han asentado los argumentos que deniegan la dignidad ética del embrión humanos en sus primeros días.

EL EMBRIÓN FICTICIO – Historia de un mito biológico – por Gonzalo Herranz | Observatorio de Bioética, UCV

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