¿POR QUÉ MUEREN SÚBITAMENTE JÓVENES FUTBOLISTAS?
En el mundo del futbol siempre existen giros inesperados, como un gol de último minuto, una falta innecesaria que termina en expulsión y, en el peor de los casos, el fallecimiento de jugadores en activo, cuando su corazón deja de latir repentinamente. Se trata de la llamada “muerte súbita cardiaca”, nombrada así por el Centro de Investigación y Evaluación Médica de la FIFA.
En los últimos dos años, en diversas ligas de futbol profesional de todo el mundo han fallecido 25 futbolistas; seis en accidentes de tránsito, doce más por afecciones cardiacas (incluido el ex goleador del América, Christian “Chucho” Benítez, caso muy sonado en México) y seis más por cáncer y uno más por caer de cabeza y lesionarse la columna tras festejar su gol con el que empató el partido.
Existen diferentes tipos de muerte súbita cardiaca: los traumatismos craneoencefálicos, como los ocasionados por choques vehiculares; los cardiovasculares, provocados por rupturas de aneurismas (ensanchamiento anormal de una arteria), infartos cardiacos y cerebrales, y padecimientos derivados por la práctica del deporte: golpe de calor, inmersión (ahogamiento) y mal de montaña (falta de oxígeno), explicó el doctor Héctor Alberto Martínez Meléndez, subdirector de Atención Integral al Deportista de la Comisión Nacional de Cultura y Deporte (Conade)
La edad también juega un papel importante. De los 25 futbolistas fallecidos, 23 tenían entre 16 y 32 años y dos 36. Esto es relevante porque la muerte súbita cardiaca en deportistas de alto rendimiento ha tomado de parámetro los 35 años para separarlos en dos grupos: menos de 35 y más de 35.
La distinción en la edad se hace porque los deportistas que mueren antes de los 35 años presentan trastornos congénitos que derivan a su vez en la cardiomiopatía hipertrófica (una porción del miocardio, músculo del corazón, que se encuentra engrosado sin causa aparente), más común en América del Norte, y en trastornos graves de la conducción cardiaca, como alteraciones en el ritmo, más frecuente en la zona del Mediterráneo.
Sin embargo, los deportistas mayores de 35 años tienen como causas de muerte cardiovascular más frecuentes las alteraciones ligadas al metabolismo de las grasas y la ateroesclerosis, que es un síndrome en el que se estrechan las arterias y disminuye la irrigación de sangre, comentó el especialista de la Conade.
Para evitar las muertes súbitas cardiacas existe el screening precompetitivo, que es el nombre de una serie de pruebas físicas que debe realizar un jugador profesional cuando es contratado por un equipo, con el fin de detectar cualquier problema cardiaco o respiratorio que pudiera presentar el futbolista.
El llamado screening precompetitivo consiste en pruebas físicas y valoraciones de alta especialidad con el fin de determinar las capacidades físicas de un deportista y los riesgos de fallecimiento o padecimientos asociados a muerte y discapacidad. Existen varios niveles de screening precompetitivo, pero el de mayor importancia y especialización es el aplicado a los deportistas de alto rendimiento y élite, detalló Martínez Meléndez.
Existen distintos modelos de screening, de ellos el italiano es el más exitoso, seguido del norteamericano, situación que se comprueba con la frecuencia de muerte súbita de estas áreas. Generalmente el monitoreo consiste en pruebas espirométricas (miden los volúmenes pulmonares y la velocidad del flujo aéreo), electrocardiográficas en reposo (las más simples, pero con gran valor pronóstico y de valoración de riesgo), ecografías cardiacas y valoraciones por especialistas cardiovasculares y neurología vascular.
A pesar de que los futbolistas profesionales están bajo constante supervisión médica, además de seguir un entrenamiento riguroso, la cifra de decesos por muerte súbita sigue incrementándose. El paro cardiaco puede presentarse por la sobre-exigencia física; cuando el corazón se somete a estrés metabólico (ejercicio) y no se encuentra en buenas condiciones. Ante este escenario es posible que se presente un infarto o un trastorno del ritmo cardiaco letal, que terminará en la muerte.
Ruslán Aranda Hernández
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