martes, 12 de mayo de 2015

El injerto óseo vascularizado: para recuperar la función - DiarioMedico.com

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SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CIRUGÍA DE MANO

El injerto óseo vascularizado: para recuperar la función

El implante de hueso vascularizado autólogo debe reservarse exclusivamente para los casos complejos.
Pilar Laguna. Murcia | dmredaccion@diariomedico.com   |  11/05/2015 17:14

Aleksandar Lovic
Aleksandar Lovic, del Hospital La Paz, de Madrid. (Pilar Laguna)
El implante de hueso vascularizado es una opción terapéutica indicada solamente cuando la zona a reconstruir no es capaz de aceptar un injerto convencional y adoptarlo como propio. Esta técnica, que requiere de anastomosis de arteria y vena junto al hueso extraído del propio paciente para injertarlo en la zona dañada, permite la recuperación funcional casi inmediata pero debe reservarse al ámbito de la cirugía reconstructiva compleja.
Así lo han puesto de manifiesto miembros del equipo de la Unidad de Mano, Nervio Periférico y Microcirugía del Servicio de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital La Paz, de Madrid, algunos de cuyos profesionales han impartido un curso de instrucción sobre este tipo de técnicas durante el XXII Congreso de la Sociedad Española de Cirugía de Mano (Secma) que se ha celebrado en Murcia.
Grupos de pacientes 
El cirujano Aleksandar Lovic, del citado equipo madrileño, ha señalado que el injerto óseo vascularizado se practica mayoritariamente en tres grupos de pacientes: patologías postraumáticas donde no hay consolidación del injerto de hueso convencional tras cirugías previas y pacientes oncológicos a los que se crea un gran defecto óseo para poder erradicar el tumor; el tercer gran grupo son las anomalías óseas de carácter congénito.
"Con estos injertos nuestro objetivo no es la consolidación del hueso, sino la recuperación de la función", según Lovic, quien ha explicado la diferencia con respecto a los implantes óseos convencionales, que necesitan tiempo prolongado para consolidar y no siempre preservan funcionalidad. "La ventaja es que el hueso vascularizado actúa como una fractura desde el momento de la intervención, como si estuviera roto pero sin defectos. Así, se alimenta, tiene su propia sangre y no pasa por un proceso de degeneración, detalla el profesional.
El hueso se recoge siempre de una pierna sana para ponerlo en pierna, brazo, cabeza, columna o cadera enferma, por lo que se busca que el paciente gane mucho más con el hueso nuevo en el lugar donde se injerta que lo que pierda del lugar donde se extrae. El experto recalca que la cirugía permite llevar a cabo técnicas muy agresivas y eficientes, "pero las secuelas pueden ser desastrosas por falta de entrenamiento, de conocimiento o de indicación adecuada".
Gran experiencia 
En su opinión, para abordar estas técnicas el cirujano necesita aunar dos bloques de conocimiento. Por un lado, "ser capaz de una meticulosa disección anatómica con pleno dominio de la microcirugía, ya que tenemos que suturar venas que no llegan a un milímetro. Además, debe existir un gran conocimiento de la osteosíntesis y la biomecánica que se requiere en traumatología y cirugía ortopédica". Lovic matiza que este abordaje quirúrgico no es nuevo, puesto que se inició en los años 60, aunque sí ha destacado que requiere de una alta especialización, así de como equipos quirúrgicos grandes y con gran experiencia, hecho que limita su práctica a hospitales terciarios.

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