jueves, 23 de julio de 2015

Los defectos en los telómeros se relacionan con una decena de enfermedades

Los defectos en los telómeros se relacionan con una decena de enfermedades



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Dos investigadoras del CNIO han publicado una detallada revisión sobre lo que se sabe acerca de las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas.
El estudio de los telómeros, las estructuras que protegen el extremo de los cromosomas, se ha convertido en un área candente de la biología. De hecho, durante los últimos años se ha confirmado su relación con el envejecimiento, ya que defectos en los telómeros aparecen asociados a cada vez más enfermedades, incluyendo numerosos tipos de cáncer. En este sentido, Paula Martínez y María Blascodel Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), han publicado una revisión en Trends in Biochemical Sciences, que subraya la importancia de investigar estas estructuras para el diagnóstico y desarrollar posibles tratamientos de muchas enfermedades. Según las investigadoras, los telómeros tendrán una importancia cada vez mayor en la clínica.
Cabe destacar que los cromosomas en cada una de nuestras células están hechos de ADN y tienen una especie de capuchón en los extremos. Sin esta caperuza final las hebras de ADN se enlazan químicamente a otras, es decir, los cromosomas se fusionan y eso resulta letal para la célula. Las estructuras que evitan la catástrofe son los telómeros. Así, los biólogos se sorprenden de su asombrosa complejidad y de su importancia para la salud. “La biología de los telómeros es extremadamente compleja y cuanto más se descubre más nos damos cuenta de lo que queda por descubrir. Lo que más me sorprende es el número tan elevado de factores que son esenciales para el mantenimiento del telómero y, sobre todo, la coordinación tan precisa que se requiere entre todos ellos”, afirmó Paula Martínez, del grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO.             
Cuando la célula se replica, la maquinaria molecular que se ocupa de duplicar los cromosomas no puede llegar hasta el final. Se trata de una imposibilidad fundamental, producto del modo de funcionamiento de la maquinaria de copia del ADN, e implica que si al final del cromosoma hubiera material genético con información importante para la célula, se perdería. Y esto es lo que los telómeros impiden que suceda: consisten en una secuencia de ADN que no contiene ningún gen y que se repite numerosas veces. Cuando los telómeros se vuelven demasiado cortos empiezan los problemas que se han asociado al envejecimiento.


Es decir, la célula interpreta los telómeros críticamente cortos como un daño irreparable y reacciona dejando de dividirse, lo que impide que los tejidos se regeneren. Según las investigadoras, esto ocurre en las células sanas, pero no en las cancerígenas. De hecho, existe una enzima, la telomerasa, que es capaz de alargar los telómeros de nuevo y que la mayoría de las células de un organismo adulto no tienen pero que sí está activa en las células tumorales. Al reparar los telómeros, la telomerasa permite que las células tumorales sigan proliferando y sean virtualmente inmortales. Esta relación con el envejecimiento y el cáncer hace que se estén estudiando estrategias basadas en los telómeros para combatir tanto el cáncer como las enfermedades asociadas a la edad. Recientemente el grupo de Blasco ha demostrado que es posible quitar la inmortalidad al cáncer actuando sobre los telómeros.

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