“Hoy la medicina exige profesionales con buena formación, que tengan en cuenta al paciente como un todo que interactúa con su realidad social y que sepan que la mejor medicina es la que brinda los mejores resultados, con costos más bajos y haciendo rendir los recursos para que se distribuyan entre los más necesitados. Por eso, el médico de hoy debe conocer a sus pacientes y al entorno, preguntarse qué pasa con ellos, conocer e informar sobre sus resultados y evolución, y sobre todas las cosas saber escuchar, explicar, y ser muy empático”, comenzó diciendo el subdirector médico del Hospital Universitario Austral.
Por otro lado, para el Dr. Iudica es fundamental prepararse (y adaptarse) a la consulta con un nuevo tipo de paciente: el híper informado. “Son pacientes desafiantes, que sacan toda la información de uno y nos llevan a dar una explicación pormenorizada del procedimiento o tratamiento que vamos a llevar adelante. Hay que hablar de las distintas técnicas que existen y cotejarlas con la ellos, explicarles los riesgos y ver con qué información cuentan”, comentó.
Es que actualmente muchas veces el paciente llega con “su propio diagnóstico”, quizás extraído de Internet, y no por eso es un “enemigo” sino más bien un complemento.
“Hay que compartir ese conocimiento y ayudar a traducir las palabras complejas en términos más simples para que el paciente entienda qué le pasa, sienta más confianza en el médico, y pierda el miedo. El paradigma dejó de ser ‘el médico sabe lo que hace´ para transformarse en: ‘explíqueme qué es lo que me va a hacer y cuáles son los riegos de la intervención’”, ejemplificó.
El desafío de la medicina actual, según el Dr. Iudica, es la epidemia del siglo XXI: “creo que afecta especialmente a los médicos, y es el cansancio extremo debido a las exigencias crecientes de la profesión, porque hay que mejorar la productividad. ¿Y qué significa eso? Hacer más cosas en el mismo tiempo -o menos- cumpliendo con todas las partes del proceso de atención”.
“Esto llevado a la práctica diaria con los pacientes –completó- genera el riesgo de prestar más atención al cumplimiento del objetivo final que al paciente que tenemos enfrente. Se va perdiendo la capacidad de escuchar, mirar a los ojos y la empatía, hasta llegar a una mecanización de la práctica médica que nos hace perder los ideales que nos impulsaron a estudiar medicina: ocuparnos de cada paciente como si fuera el único que atendemos”.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario