Investigadores del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (
CSIC) han descubierto que la participación ciudadana es un arma fundamental en la
lucha contra la propagación del mosquito tigre, tras comparar los resultados obtenidos por los métodos científicos tradicionales y los alcanzados por la ciencia ciudadana a través de la aplicación para el móvil
Mosquito Alert.
En concreto, los expertos, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista Nature Communications, han comprobado que la participación ciudadana reduce hasta ocho veces los costes con respecto a los métodos científicos, amplía las áreas de vigilancia, es más eficaz en detección temprana y sus datos son "tan fiables" como los recogidos por los sistemas tradicionales, los cuales que se basan en colocar trampas en lugares estratégicos donde las hembras de mosquito ponen huevos.
Además, gracias a la interacción entre el voluntario y el experto entomólogo que permite la aplicación, cada ciudadano recibe la validación de su foto en el móvil. "Esto hace que la ciudadanía aprenda a reconocer al mosquito tigre y que en poco tiempo consigamos datos de gran calidad", ha destacado el investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes y del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf), Frederic Bartumeus.
Del mismo modo, los investigadores también han comprobado la capacidad geográfica de esta. "No es lo mismo tener un equipo de expertos que debe desplazarse a cientos de kilómetros, que tener una red de personas voluntarias distribuidas por todo el país dispuestas a colaborar con la ciencia", ha explicado Aitana Oltra, científica del Creaf.
Trabajar antes de la propagación
Esta mayor expansión territorial de la vigilancia sobre el mosquito tigre tiene dos ventajas: la detección temprana y el abaratamiento de costes. Y es que las trampas tradicionales de mosquitos se instalan en áreas contiguas a municipios ya afectados, pero suelen fallar a la hora de detectar focos aislados de bajas densidades. Sin embargo, con la aplicación, impulsada por la Obra Social La Caixa, si un ciudadano detecta la presencia de un mosquito en una zona no contagiada por la plaga, pone sobre alerta a los expertos, con lo que estos pueden comenzar a trabajar antes de la propagación.
Ahora bien, aun con los resultados favorables del uso de la aplicación de participación ciudadana, los investigadores han asegurado que lo mejor para reducir la propagación del mosquito tigre pasa por un método mixto entre la ciencia ciudadana y la tradicional.
Identificar patrones de trasmisión, el objetivo
Por otra parte, los investigadores han destacado en el estudio la eficacia de la plataforma Mosquito Alert en la delineación de los vectores de transmisión de enfermedades, muy complicados de definir, pues la globalización dificulta el control de la propagación de epidemias.
"Ahora podemos ir más allá y calcular qué probabilidad tiene una persona de cruzarse con un mosquito tigre. Con esto podremos comprender mejor los patrones de transmisión de enfermedades entre la población, según el contexto ambiental y social", ha comentado el investigador de la Universidad Pompeu Fabra, John Palmer. Actualmente, el grupo de científicos ya está preparando nuevos trabajos para evaluar el riesgo de brotes epidémicos de zika, dengue y chikungunya en España utilizando los datos que aporta la ciudadanía en la app.
"Cuando un voluntario nos envía una foto de mosquito, sin saberlo, también nos está informando de cuántas veces se ha topado con él, en qué momentos y en qué lugar. Con esta información podemos ir más allá y calcular qué probabilidad tiene una persona de cruzarse con un mosquito y, por tanto, saber la probabilidad de transmisión de enfermedades entre la población, según el contexto ambiental y social", ha zanjado Palmer.
Áreas de acción de la 'app'
Hasta el momento, los avisos hechos a través de Mosquito Alert ayudan a hacer las tareas de control en zonas donde la plaga del mosquito tigre está presente desde hace años, como en las ciudades de Barcelona y Valencia, y en ámbitos más rurales como en la provincia de Girona.
Por otra parte, gracias a la experiencia acumulada mediante los avisos ciudadanos, el equipo desarrollador de la app ha iniciado proyectos piloto en otras ciudades como Hong Kong (China) y Barranquilla (Colombia). Además, co-lidera un consorcio internacional para proyectar este tipo de herramientas a escala global en el que participa el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización Mundial de la Salud y las Asociaciones de Ciencia Ciudadana de Europa, América, Australia, África y Asia.
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