jueves, 17 de abril de 2014

Compaginar libros y quimioterapia | Cataluña | EL PAÍS

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Compaginar libros y quimioterapia

Un proyecto de la UB y el Hospital Clínic permite que los jóvenes que sufren una larga enfermedad sigan adelante con sus estudios



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Anna F. recibe apoyo para seguir estudiando la carrera. / CONSUELO BAUTISTA


“Una enfermedad como el cáncer no debe paralizar la vida de los jóvenes”. Este es el principio que movió a Lola Josa, profesora del Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona (UB), a poner en marcha hace cuatro años el proyecto Studia, que da apoyo académico y administrativo a los universitarios que padecen una larga enfermedad. El programa, pionero en España, ha ayudado a una treintena de estudiantes y cuenta con la colaboración del Hospital Clínic, que lo difunde entre sus pacientes.
A Anna F. (22 años) hace ya cuatro años y medio le comunicaron que padecía un trastorno hematológico que reduce las células de la médula ósea. Entonces cursaba segundo curso de Administración y Dirección de Empresas. Los colaboradores del proyecto le traían los apuntes e incluso la asistían mientras hacía los exámenes desde casa. “Todo depende siempre de cómo te encuentras físicamente, pero el proyecto Studia te pone las cosas más fáciles y si el día del examen no te encuentras bien, te lo aplaza. Siempre piensan en tu bien y te motivan para seguir adelante”, explica. Anna consiguió superar cada reto y ahora solo le queda una asignatura y el proyecto de final de carrera para acabar.
Marta Cobo, que realiza un doctorado en Filología Hispánica, se unió al proyecto en 2012. Su tutora de tesis es precisamente Lola Josa y cuando se lo propuso, no lo dudó. “He tenido antecedentes de enfermos de cáncer en la familia y quería participar”, asevera. Fue una de las personas que ayudó a Anna durante esta dura etapa. “Hacemos de enlace entre universidad y estudiante. Muchas veces es burocracia, como ayudarlos a convalidar títulos o traerles documentación, pero son trámites que necesitan”, tercia la joven, que durante este tiempo ha trabajado codo con codo con tres estudiantes. “A veces son de primer curso. Acaban de entrar y no conocen cómo funciona el entorno virtual. Nosotros se lo explicamos”, añade. El equipo de colaboradores fijos lo forman tres estudiantes de tercer ciclo que reciben una pequeña beca de la UB, a los que se añade un grupo de voluntarios.
El proyecto nació a raíz de una pregunta que se planteó Josa ante el absentismo de algunos estudiantes. “Muchas veces pensamos que los alumnos no vienen porque no quieren, hasta que se me ocurrió que a lo mejor dejaban de asistir porque estaban enfermos”, recuerda. Constató en algunos casos su sospecha y se percató de que no había ningún proyecto de ayuda para universitarios enfermos. Entonces contactó con Francesc Casas, oncólogo y radioterapeuta del Hospital Clínic y dieron forma a la iniciativa. Casas se encarga de informar a los enfermos. “Se les explica que si entran en el proyecto no deben estresarse, que lleguen hasta donde puedan”, explica. “El beneficio es la normalidad, porque no se sienten enfermos. Y les da esperanza porque sienten que tienen un futuro. Los tratamientos son duros y están apartados de la vida normal. También les ayuda ver que otros compañeros les ayudan”, añade.
“Para los enfermos es muy bueno porque es una posibilidad de no estar aislados. Es como si pudieras seguir adelante y no rompieras con todo”, agrega Cobo. “A mí me sirvió para no pensar solo en la enfermedad y evadirme del día a día del hospital. Y esto psicológicamente me fue muy bien y me dio mucha fuerza”, confiesa Anna, quien tiene la mirada puesta en rematar la carrera. “A largo plazo me gustaría trabajar y disfrutar de cada momento porque cuando pasas por una situación como esta, lo valoras todo mucho más”, remacha.
Se trata de un proyecto pionero en el ámbito universitario, pero ya existía en primaria y secundaria, porque son etapas educativas obligatorias y la Administración pone los medios. En total, 19 profesores trabajan en 10 hospitales. Laura Torelló hace casi dos décadas que trabaja en el aula hospitalaria del Vall d’Hebron y también destaca el beneficio para los chicos. “El estudio supone hacer una pausa dentro de la realidad de la enfermedad y también les permite cierta satisfacción ver que no han perdido todo el curso cuando se curan y vuelven a casa”, dice la profesora. “Los médicos dicen que seguir estudiando les ayuda en la curación porque no piensan en la enfermedad y se concentran en una actividad concreta”, añade.
A la Asociación Española Contra el Cáncer no le consta proyectos parecidos en universidades públicas y aplaude la iniciativa de la UB. “Sería lo deseable que la enfermedad no frene completamente los estudios”, sostienen, esperando que otros campus copien la idea. “Tomamos nota”, zanjan.

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