lunes, 28 de abril de 2014

La inmensa heterogeneidad del cáncer - DiarioMedico.com

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PROMESAS EN LA INVESTIGACIÓN

La inmensa heterogeneidad del cáncer

Víctor Quesada, especialista en genética del cáncer en el Instituto Oncológico de la Universidad de Oviedo, estudia las relaciones genómicas que hay entre tumores muy distintos. Va a formar su propio grupo tras obtener una beca Ramón y Cajal.
Margarita Orozco. Madrid. | dmredaccion@diariomedico.com   |  28/04/2014 00:00

Víctor Quesada
Víctor Quesada, especialista en genética del cáncer en el Instituto Oncológico de la Universidad de Oviedo. (DM)
"Me considero un privilegiado en todos los sentidos. Estoy en el campo en el que siempre quise estar, con un grupo absolutamente extraordinario y nunca me faltó financiación". Así es como sintetiza el bioquímico Víctor Quesada (Gijón, 1977) su situación, muy diferente de la de cientos de investigadores españoles de su quinta que tienen que buscar trabajo fuera de nuestro país.
Motivos no le faltan para manifestar su satisfacción: pertenece al prestigioso grupo de Carlos López-Otín, del Instituto Oncológico de la Universidad de Oviedo, que es uno de los participantes del Proyecto Internacional del Genoma del Cáncer, y ha conseguido una beca Ramón y Cajal, que le permitirá formar su propio equipo de investigación.
  • "En 2005, en Boston, me introduje en la bioinformática, una disciplina que me interesó y en la que vi opciones de futuro".
La trayectoria de este científico -la primera de las Promesas en investigación que DM y AstraZeneca darán a conocer en los próximos meses- está ligada a la genética aplicada al estudio del cáncer y del envejecimiento, dos procesos que tienen muchos puntos en común. "Mi tesis doctoral se centró en la identificación de nuevas proteasas en el genoma humano y en su caracterización primera para ver dónde y cómo se expresaban. Con esta idea fui a Boston en 2005 y allí conocí a científicos que trabajaban en bioinformática, una disciplina que me interesó y en la que vi opciones de futuro", explica.
Pronto comprobó lo acertado de su elección, ya que López-Otín contó con él para participar en grandes proyectos internacionales, como la secuenciación del genoma del orangután (que fue portada de Nature en enero de 2011), o la secuenciación de genomas de enfermos de leucemia linfática crónica (LLC). "Aprovechando la experiencia ganada en estos campos hemos abordado otros estudios, como el de las mutaciones en cáncer de laringe o en enfermedades hereditarias, que en esencia se hacen de la misma forma: comparando el genoma del afectado con el de sus familiares. Y esta misma vía nos ha permitido descubrir el síndrome de Néstor y Guillermo (una enfermedad rara de envejecimiento acelerado) y la susceptibilidad a melanoma".
  • "Hemos abordado las mutaciones presentes en el cáncer de laringe y en patologías hereditarias comparando el genoma del afectado con el de sus familiares"
Transversalidad
Detrás de estas áreas de trabajo aparentemente opuestas se encuentra el concepto de transversalidad, que significa que hay tumores muy distintos pero que están relacionados genómicamente, de tal forma que "si se consiguiese un tratamiento que actuase sobre ese gen podría ser válido para diferentes tumores", conjetura Quesada. "Estamos viendo la inmensa heterogeneidad en el origen de los tumores, incluso en los del mismo tejido, y tal vez aquí esté la respuesta a por qué unos tratamientos funcionan en unos casos y en otros no", agrega.
El Proyecto Internacional del Genoma del Cáncer, que comenzó en 2010, se ha centrado en 50 tipos de tumores y ya se ha conseguido identificar y caracterizar muchas de las mutaciones responsables de diversos tipos de cáncer, mutaciones que en ocasiones pueden ser pasajeras y no influyen en el desarrollo del tumor y que otras veces son conductoras de la enfermedad.
  • "El cáncer me asusta como cualquier enfermedad que puede acabar con la vida. Si sucede algo muy grave, hay que mirar atrás y ver lo que se ha disfrutado"
"La forma de distinguirlas es teniendo muchos pacientes, en los que vemos que las mutaciones pasajeras se dan al azar y ocurren en cualquier gen, y las que están implicadas en la enfermedad se encuentran en muchos sujetos y en un gen concreto".
Poco más de un año después del arranque oficial del proyecto, el grupo español ya tenía la información. La rapidez en la obtención de resultados depende mucho de la tecnología, pero el asturiano puntualiza que, "antes de comenzar este proyecto, en los tumores de mama, pulmón u ovario, existía un cuerpo de investigación gigantesco y la mayor parte de las lesiones que se conocían se confirmaron en el proyecto". En cualquier caso, "la comunicación entre todos los grupos es permanente y fluida" con un objetivo común: elaborar un catálogo pormenorizado de todas las mutaciones halladas en los tumores.
El avance en la investigación pone al descubierto la tremenda dificultad del abordaje del cáncer, "una complejidad que siempre es la misma, aunque ahora somos conscientes de ella". Para el investigador "todo redunda en un conocimiento más exhaustivo que puede servir de herramienta predictiva para los clínicos (conocer de antemano si un tratamiento va a funcionar o no en un determinado enfermo) y para desarrollar terapias dirigidas no contra el tumor, sino a un gen mutado".
Los extraordinarios progresos logrados en el conocimiento del cáncer no permiten pensar que la solución esté próxima y Quesada admite que toda esa información "es útil en muy pocos casos"; por eso "tendemos a ser extremadamente cautos. En asuntos como el cáncer, que a todos nos toca de cerca, no queremos transmitir o sugerir que tenemos lo que aún no hay y de ahí nuestra cautela". A pesar de saber la magnitud del enemigo, el bioquímico asegura no tener cancerofobia: "El cáncer me asusta como cualquier otra enfermedad que puede acabar con la vida. Si en un momento te sucede algo muy grave, lo que hay que hacer es mirar atrás y ver lo que has disfrutado".
Ahora, Víctor Quesada se prepara para abrir nuevas líneas de trabajo con su propio equipo, un salto que no le provoca temor, ya que, "aunque me independice, las colaboraciones con el grupo de López-Otín siempre son muy estrechas y sé que nunca voy a tener problemas". Su interés está en la genómica del envejecimiento, pero esquiva profundizar en sus planes afirmando que "aún es un poco pronto para hablar de ello".

Perfil

Un profeta en su tierra. Víctor Quesada nunca tuvo entre sus prioridades alinearse al bando de cerebros en el exilio. A los dos años de estancia posdoctoral en Boston, en 2007 regresa a Oviedo "por motivos familiares, aunque ya había hablado con Carlos López-Otín de los nuevos proyectos".
En esos años, la inversión en I+D seguía una línea ascendente y las políticas estatales auguraban un futuro próspero. Pero un año después irrumpió la crisis económica y comenzó el declive de la inversión en ciencia. Víctor Quesada opina que "deberíamos tener las cosas más claras, decidir cuáles son nuestros objetivos como sociedad e ir a por ellos. La inversión en ciencia se hace con lo que sobra y es por donde primero se recorta si hay dificultades".
En su reflexión no exime de responsabilidad a los propios científicos, que "debemos abrirnos más a la sociedad y explicar más y mejor lo que hacemos". En cuanto a la sociedad, cree que "no ve a largo plazo el valor de sus inversiones". Casi de forma inmediata, puntualiza: "Estoy cayendo en el pesimismo y hay mucha gente que trabaja mucho para mejorar la cosas".
Desde su reconocida posición privilegiada, sus próximos retos son el envejecimiento, "una cuestión excitante, porque hasta ahora no teníamos tecnología ni para plantearnos muchas de las investigaciones", y conseguir una plaza de profesor universitario.

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