lunes, 14 de abril de 2014

Viejas enfermedades que vuelven a la carga - CEDEPAP TV

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Viejas enfermedades que vuelven a la carga

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Una gran revolución para las ciencias de la salud, fueron sin duda la invención de las vacunas, que lograron prevenir enfermedades, erradicarlas, y lo más importante salvar vidas humanas. Hoy, en pleno siglo XXI, enfermedades del pasado amenazan con resurgir. La salud pública y las ciencias de la salud, deberán estar debidamente preparadas para volver a enfrentarlas.
Nunca está todo dicho respecto a virus y bacterias. Se sabe de la poderosa capacidad de mutación de los virus, y de la conocida resistencia antibiótica. Y si bien la medicina ha avanzado increíblemente en este siglo XXI, los desafíos no dejan de aparecer. El inconsciente colectivo puede registrar cientos de enfermedades de épocas bíblicas, del siglo pasado, como amenazas que quedaron en el olvido gracias a la oportuna existencia de vacunas, antibióticos y nuevos fármacos. Pero hay algunas enfermedades que los especialistas vuelven a poner bajo la lupa.
La poliomielitis es una de ellas; una enfermedad viral altamente infecciosa que afecta a niños menores de cinco años, y se contagia tomando contacto con agua o alimentos contaminados, el virus se replica en los intestinos desde donde invade el sistema nervioso. Solo uno en 200 casos conduce a la parálisis irreversible, esencialmente de los miembros inferiores. De los tres tipos de polio virus salvaje (tipo 1, 2 y 3), el tipo 2 ha sido controlado desde 1999.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los casos se redujeron en un 99 por ciento a partir de 1988, de 300 mil casos anuales a 223 registrados en 2012 a nivel global. Pero no es una enfermedad de la antigüedad. Solo tres países no han podido detener la transmisión de la polio: Afganistán, Nigeria y Pakistán. Siempre que un niño permanezca con el virus, el riesgo existe y se puede esparcir incluso a los países libres de polio. Esta enfermedad no tiene cura. Sólo puede prevenirse mediante la inmunización.
La vacuna oral (OPV) es un virus atenuado que activa la respuesta inmune. El virus se replica en los intestinos por un tiempo, y se excreta. En áreas donde la higiene e infraestructura sanitaria es insuficiente, este virus excretado se esparce a la comunidad inmediata y esto generalmente es positivo porque ofrece inmunización pasiva. En raras ocasiones, si las condiciones de inmunización de la comunidad no son buenas, el virus puede seguir circulando por un periodo más largo de tiempo y en consecuencia sufrir mutaciones genéticas. Esto es lo que se conoce como poliovirus circulante derivado de vacuna (cVDPV, por sus siglas en inglés). Se supone que la circulación de este virus tiene que darse al menos por 12 meses, en una población sin inmunización o insuficientemente vacunada. Según la OMS, el problema no es la vacuna en sí misma, ya que si la población está inmunizada correctamente, estará protegida tanto contra el virus en su forma natural como contra el derivado de la vacuna.
Así, enfermedades de larga data, encuentran una nueva forma de volver a la carga y mantener a los sistemas de salud en alerta. De lo anteriormente señalado, se deduce que en el caso de la polio, ésta puede surgir en niños con sistema inmune comprometido. Al ser vacunados con la vacuna oral, generan virus vivos en sus intestinos y sistema respiratorio durante años. Los niños sanos reaccionan generando anticuerpos y así cierran la replicación del virus. Pero hay personas que se convierten en “excretadores crónicos” quienes no completan este proceso. Desde el UK National Institute for Biological Standards and Control, se explica que con la vacunación los virus de polio desaparecen, luego los países recortan los esfuerzos para vacunar contra la enfermedad. Un excretador crónico entra en contacto con un niño no vacunado, éste va a la escuela con el virus: y allí se produce la amenaza. Y esto puede acontecer en un país desarrollado, o en un país en desarrollo. Los excretadores crónicos sólo se descubren luego de años de haber esparcido el virus, cuando finalmente desarrollan ellos mismos la polio. En la década pasada han persistido reservorios naturales del virus salvaje, resistentes de controlar. En Pakistán y Afganistán por sus conflictos internacionales, en India a causa de una infección debida a los altos índices de fallas en los programas de la vacuna oral, sumado a hacinamiento, malas condiciones sanitarias, enfermedades gastrointestinales. Y en Nigeria debido a la pobre infraestructura en salud y malas políticas.
La existencia de la circulación de virus derivado de la vacuna se descubrió recién en el año 2000 en la Hispaniola; cuando se estudiaron 21 casos de parálisis por poliomielitis tipo 1.
La OMS mantiene estricta vigilancia en países como Australia, Egipto, Indonesia y Haití, que recientemente han cambiado la vacuna oral por la inactivada. Pero el surgimiento del virus cVDPV hace que la salud pública reconozca que respecto de la polio, se está apagando el fuego con fuego, y que una vez que el virus salvaje sea erradicado, el uso de la vacuna de poliovirus vivo, deberá ser reemplazado. El virus derivado de vacuna probablemente siga circulando de uno a tres años más después de que el virus salvaje sea erradicado y el poliovirus podría ser reintroducido por personas con alguna inmunodeficiencia. El mundo deberá confiar sólo en la vacuna de virus inactivado (IPV) para mantener así la inmunización.
Por otra parte, otra enfermedad de larga data es la rabia. Y sabe que ésta es fatal, salvo que se reciba la vacuna antes de que el virus llegue al cerebro. Por otra parte, sorprende a los investigadores, lo ocurrido en la selva amazónica peruana, en donde una comunidad fue infectada con rabia probablemente a partir de la mordida de murciélagos, pero en vez de sufrir la enfermedad, las personas se recuperaron y generaron cierta inmunidad a infecciones posteriores. El doctor Willough Rodney, infectólogo y profesor asociado de Pediatría del Colegio Médico de Wisconsin explica a Cedepap la existencia actual de la rabia en China y en el Amazonas. En 2005 una paciente en Wisconsin, contrajo rabia tras ser mordida por un murciélago y sobrevivió gracias a haber estado inducida al coma farmacológico y ser tratada con ketamina, en lo que se llamó el caso Milwakee.
Ahora se sabe que no todas las infecciones de rabia son iguales o fatales. Perros, murciélagos, zorros y comadrejas son portadores de distintas cepas del virus de la rabia. Pero las portadas por zorros y murciélagos son menos infecciosas. Y aparentemente muchas personas son capaces de generar inmunidad sin haber recibido la vacuna.
Según la OMS, la rabia mata cerca de 60 mil personas por año mundialmente sobre todo en Asia y África. Por año, cerca de 15 millones de personas reciben la vacuna contra la rabia luego de haber sido rasguñadas o mordidas por un animal portador. Cerca del 40 por ciento de las personas mordidas o lastimadas por un animal sospecho de tener rabia, son menores de 15 años. Se sabe que la cepa de rabia portada por los perros es la más virulenta de todas. China e India son los países con mayor cantidad de perros callejeros en el mundo y por ende con mayor cantidad de casos de rabia. La mejor herramienta para tratar la rabia -una vez más- es la prevención. Es más sencillo vacunar a los perros contra la rabia que esperar a que suceda una fatalidad con un ser humano. Actualmente están en ensayo pellets que contienen la vacuna contra la rabia y asimismo anticonceptivos para controlar la población de perros callejeros que se calcula en 375 millones globalmente.
La rabia es una enfermedad olvidada -o más bien negada- como la califica la OMS, generalmente los decesos por rabia ocurren en comunidades rurales muy pobres y a veces los casos ni siquiera son reportados o son mal caratulados. La rabia canina amenaza potencialmente cerca de tres billones de personas en África y Asia, generalmente de áreas rurales donde no hay vacunas ni inmunoglobulinas disponibles o accesibles.
Y otro de los fantasmas de la salud, es la tuberculosis (TB); segunda causa mundial de mortalidad, después del HIV. Es una enfermedad de larga data en la historia, y que según los científicos tuvo su origen en África. La provoca la Mycobacterium tuberculosis que afecta a los pulmones provocando tos, debilidad, fiebre, sudoraciones nocturnas y esputos con sangre. En personas saludables muchas veces no presenta síntomas. Y su contagio se da por contacto con la saliva de personas infectadas.
Si bien entre 1990 y 2011 la tasa de mortalidad por tuberculosis disminuyó un 41 por ciento, en el 2011 8,7 millones de personas enfermaron de tuberculosis y 1,4 millones murieron por esta. Afecta principalmente a países de medianos o bajos ingresos y es una de las tres causas principales de muerte en mujeres de 15 a 44 años. Asimismo es la causa principal de muerte de las personas infectadas por el VIH (virus de inmunodeficiencia adquirida) ya que provoca una cuarta parte de las defunciones en este grupo. En 1986, hubo un brote importante de TB en Nueva York, y costó casi una década controlar la enfermedad. Luego en 1991, otro caso en la ciudad de San Francisco puso en alerta a la comunidad médica, 14 personas infectadas de VIH contrajeron TB, una cepa diferente presente en 11 de los 14 enfermos que se diseminó con gran rapidez.
Según la OMS, cerca de un millón de personas muere a causa de la TB cada año, y un tercio de la población mundial la posee en forma latente. Basta un disparador tal como el estrés, otra enfermedad o un sistema inmune comprometido para desencadenarla.
La OMS se ha planteado cumplir el Objetivo de Desarrollo del Milenio consistente en detener la propagación de esta enfermedad de aquí al año 2015. Sin embargo, no todo está dicho y la TB es otra de las enfermedades que vuelve a la carga.
Si bien existe una vacuna, la Mycobacterium tuberculosis tiene seis cepas diferentes, en la cual existe una especialmente virulenta, resistente a la acción antibiótica y que en pleno siglo XXI con una civilización globalizada e interconectada, es ciertamente una amenaza. Los científicos la llaman la cepa de Beijing. Entre 1991 y 2001, la ciudad de San Francisco se convirtió en un lugar propicio para estudiar la TB. Durante un brote epidémico, los científicos tuvieron oportunidad de estudiar enfermos de diferentes orígenes étnicos residiendo allí. Y así comparar el genoma de las bacterias. De esta investigación surgió el hallazgo de las seis cepas o familias de la mycobacterium, todas originarias de África pero que con los movimientos migratorios fueron exportándose al resto de los continentes y adquiriendo sus particularidades genéticas. Las dos cepas más antiguas son de origen africano, luego otra es indooceánica, otra euroamericana, la quinta de África oriental, la sexta de Asia oriental –conocida como cepa de Beijing- identificada en los últimos brotes de Nueva York y San Francisco. Las originarias de África, e indooceánica, parecen permanecer latentes por mayor tiempo y progresar con mayor lentitud; su evolución se dio en áreas geográficas con poca población. La proveniente de Europa del Este, y que luego se trasladó hacia América (euroamericana), coincidentemente actúa con mayor rapidez y es más agresiva allí donde hay ciudades con gran densidad de población.
Desde el National Institute of Allergy and Infectious Diseases en Estados Unidos sostienen que no sólo debe superarse el objetivo de la OMS de detener la propagación de la enfermedad sino de favorecer los patógenos menos virulentos que la provocan. La bacteria que origina la tuberculosis presenta un singular caso de estudio para la ciencia; es un patógeno que ha evolucionado con la humanidad a través de la historia de la misma, mutando para sobrevivir y superar fronteras geográficas, sacando provecho de lo globalizado del mundo actual… y la vacuna tiene ya 90 años de existencia.
En definitiva, existen antiguas enfermedades que para el común de las personas son quizás recuerdos del pasado. Pero para la comunidad científica son enormes encrucijadas. No sólo para la comunidad médica de infectólogos e inmunólogos, sino también para especialistas en genética, biólogos, sociólogos que deberán comenzar a estudiar los fenómenos de las enfermedades que resurgen en forma interdisciplinaria en un mundo que avanza a pasos agigantados en cuestiones de ciencia y tecnología pero que también enfrenta desafíos enormes a nivel de salud global, a los que deberá dar batalla.

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