Traducido del inglés: martes, 8 de diciembre, 2015
Artículo por HealthDay, traducido por Hola Doctor
LUNES, 7 de diciembre de 2015 (HealthDay News) -- La terapia hormonal para el cáncer de próstata podría aumentar dramáticamente el riesgo de un hombre de contraer la enfermedad de Alzheimer, según sugiere un análisis a gran escala de datos de salud.
El riesgo de sufrir Alzheimer de los hombres que se sometieron a la terapia de privación de andrógenos (TPA) para el cáncer de próstata era casi el doble que el de los pacientes con cáncer de próstata que no siguieron dicha terapia hormonal, según los investigadores.
El riesgo aumentaba incluso más si los hombres recibían esta terapia hormonal durante más de un año, señaló el autor principal del estudio, el Dr. Kevin Nead, residente de oncología de la radiación en la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia.
"Hallamos que las personas que siguieron la terapia de privación de andrógenos tenían un riesgo más alto de Alzheimer, y las personas que lo hicieron durante más tiempo tenían el riesgo más alto de Alzheimer", dijo Nead. "En nuestro estudio, se sugería que se trataba de un efecto que dependía de la dosis".
Pero los investigadores añadieron que el estudio no demostró un vínculo entre la terapia hormonal para el cáncer de próstata y el riesgo de Alzheimer, y se necesitan más investigaciones sobre una posible conexión entre ambas cosas.
Se ha demostrado que los andrógenos (hormonas sexuales masculinas) fomentan el crecimiento de las células cancerosas de la próstata, según el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU.
Para ralentizar el crecimiento de los tumores de la próstata, a veces los médicos usan medicamentos para reducir los niveles de andrógenos en el cuerpo o para bloquear la acción de los mismos.
Esta táctica ha sido el principal tratamiento para el cáncer de próstata desde 1940, y en la actualidad aproximadamente medio millón de hombres estadounidenses siguen la TPA como tratamiento del cáncer de próstata, indicaron los autores del estudio en la información de respaldo.
Pero los médicos han empezado a sospechar que la terapia de andrógenos quizá también tenga un efecto en la actividad cerebral de un paciente, dijo el Dr. Otis Brawley, jefe médico y científico de la Sociedad Americana Contra El Cáncer (American Cancer Society).
"En la comunidad ha habido sospechas", comentó Brawley. "Lo que escuchamos decir a los pacientes es: 'No me puedo concentrar igual de bien; no puedo pensar igual de bien', pero eso también ocurre con otros medicamentos".
Estos síntomas en el pensamiento y en la memoria parecen solaparse con los observados en el Alzheimer, dijo Nead. De modo que los investigadores decidieron investigar una posible asociación entre la TPA y esa enfermedad neurológica degenerativa.
Los investigadores examinaron los expedientes de unos 5.5 millones de pacientes de dos hospitales: el Stanford Health Care, en Palo Alto, California, y el Hospital Mount Sinai de la ciudad de Nueva York. En esta muestra, identificaron a casi 17,000 pacientes con un cáncer de próstata que no se había propagado a ningún otro lugar de su cuerpo, incluyendo a casi 2,400 hombres que habían sido tratados con la terapia de privación de andrógenos.
Luego, los investigadores revisaron los expedientes para ver cuáles de estos pacientes recibieron un diagnóstico posterior de Alzheimer.
Los pacientes que habían sido tratados con la TPA tenían un riesgo un 88 por ciento más alto de que les diagnosticaran Alzheimer en un periodo de seguimiento promedio de 3 años que los que no siguieron la terapia hormonal, según los investigadores.
Peor todavía, el riesgo de Alzheimer de los hombres tratados con la TPA durante más de 12 meses era más del doble que el de los pacientes de cáncer de próstata que no siguieron ese tratamiento, señalaron los autores del estudio.
Los expertos afirman que hay varias formas en las que las hormonas masculinas podrían influir en el riesgo de Alzheimer.
Por un lado, los andrógenos parecen hacer que los niveles de una proteína llamada beta amiloidea se mantengan bajos en el torrente sanguíneo de una persona, dijo Keith Fargo, director de programas científicos y compromiso con la comunidad de la Asociación del Alzheimer (Alzheimer's Association).
La beta amiloidea tiende a acumularse en el cerebro de los pacientes de Alzheimer, formando placas amiloideas que son una de las señales características de la enfermedad, dijo Fargo. Pero nadie está seguro de qué papel juegan las placas amiloideas en el desarrollo del Alzheimer.
La terapia de privación de andrógenos también podría afectar a la salud de los vasos sanguíneos de una persona u otros sistemas importantes, que a su vez podrían afectar a la función cerebral, dijo Nead.
Aunque los resultados de este informe son dramáticos, los expertos dijeron de forma unánime que es demasiado pronto para dar ningún consejo médico en función de los hallazgos.
Los investigadores no pueden demostrar que haya un vínculo causal directo entre la TPA y el Alzheimer a partir de un estudio observacional como este, dijo Nead. Quizá haya otras variables desconocidas que estén influyendo en los resultados.
"Dado que es la primera vez que se observa esta asociación en un análisis retrospectivo, este estudio ayuda a informar a las investigaciones futuras, pero en este momento no es apropiado tomar decisiones para el tratamiento a partir del mismo", señaló Nead.
Fargo se mostró de acuerdo. "No creo que ningún médico vaya a cambiar alguna decisión en función de este estudio aislado", dijo. "Si su médico le ha pedido que tome este medicamento para tratarle el cáncer de próstata, debe seguir tomándolo. Hable con su médico, pero no deje de tomar la medicación en función de un estudio como este".
"¿Demuestra de forma definitiva que hay un vínculo? No", afirmó Brawley. "¿Nos da alguna razón para preocuparnos? Sí. Este estudio me dice que nosotros, como comunidad médica, tenemos que ser muy estrictos y rigurosos con respecto a quién tratamos con la terapia hormonal".
El estudio fue publicado el 7 de diciembre en la revista Journal of Clinical Oncology.
Artículo por HealthDay, traducido por Hola Doctor
FUENTES: Kevin Nead, M.D., radiation oncology resident, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia; Otis Brawley, M.D., chief medical and scientific officer, American Cancer Society, Atlanta; Keith Fargo, Ph.D., director, scientific programs and outreach, Alzheimer's Association, Chicago; Dec. 7, 2015, Journal of Clinical Oncology
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