Aumenta el número de pacientes con cardiopatía isquémica tratados óptimamente
Madrid (17/02/2016) - Redacción
Los resultados de un estudio, realizado por la Sociedad Española de Cardiología, muestran que la prescripción del tratamiento médico óptimo ha pasado del 32,5% en 2006 al 49,5% en 2014
El tratamiento óptimo en cardiopatía isquémica ha mejorado, pasando del 32,5 por ciento en 2006 al 49,5 por ciento en 2014, según un estudio realizado por miembros de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
"El objetivo de este trabajo ha sido observar cómo ha cambiado el perfil clínico de los enfermos, pero, sobre todo, queríamos conocer cómo hemos cambiado los cardiólogos a la hora de utilizar los fármacos, si usamos más, si los usamos mejor", explica Alberto Cordero, miembro de la SEC y cardiólogo de la Unidad de hemodinámica del Hospital de San Juan, en Alicante. Mediante el tratamiento médico óptimo, el uso conjunto de antiagregantes, bloqueadores beta, estatinas y un inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensina o un antagonista del receptor de la angiotensina, se reducen las probabilidades de sufrir un nuevo episodio.
"En lo que respecta a los principales factores de riesgo cardiovascular, los resultados son mixtos. Mientras que mejoró el control del colesterol, de la frecuencia cardiaca y de la glucemia elevada (tanto en pacientes diabéticos como no diabéticos), el manejo de la hipertensión se ha relajado en los últimos años, probablemente propiciado por los objetivos más laxos de las últimas guías del Eighth Joint National Committe. La obesidad sigue siendo también un asunto pendiente para los cardiólogos, del que no se han apreciado grandes variaciones", incide el especialista.
Sin duda, el factor de riesgo que más preocupa es el tabaquismo, pues se ha incrementado del 12 por ciento al 15 por ciento el número de pacientes que admitieron seguir fumando a pesar de tener cardiopatía isquémica crónica. Por esta razón, la SEC recuerda que dejar de fumar reduce la tasa de reinfarto hasta un 50 por ciento, y son solo necesarios tres años sin fumar para que el exfumador tenga el mismo riesgo de infarto de miocardio o accidente cerebrovascular que alguien que no ha fumado nunca.
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