Uno de cada 7 adolescentes jóvenes es víctima de acecho, según una encuesta
Tienen un riesgo más alto de abuso de sustancias y depresión, afirman unos investigadores
MIÉRCOLES, 23 de noviembre de 2016 (HealthDay News) -- Alrededor de uno de cada siete jóvenes de sexto a noveno grados ha sido víctima de acecho (stalking), lo que puede aumentar su riesgo de abuso de sustancias, violencia en las relaciones románticas y otros peligros, encuentra una encuesta de EE. UU.
La investigación no confirma que ser acechado hace que sea más probable que un adolescente realice conductas riesgosas o se convierta en víctima de otras formas. Pero los hallazgos sí plantean la idea de que el acecho entre los adolescentes es un peligro más allá del miedo y el peligro que crea.
"El acecho adolescente es una amenaza de salud pública. Muchos niños están siendo acechados", afirmó Dennis Reidy, científico conductual de la división de prevención de la violencia de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. Reidy es el autor principal del estudio que reporta los hallazgos de la encuesta.
Según Reidy, se sabe poco sobre la prevalencia del acecho entre los jóvenes de Estados Unidos. Solo un estudio ha examinado el tema antes, dijo, y solo observó estudiantes de Kentucky.
El nuevo estudio se basó en una encuesta escrita de 2013 a más de 1,200 estudiantes, con una edad promedio de 14 años, de sexto a noveno grados en 13 escuelas de EE. UU. Más o menos dos tercios de los participantes eran blancos.
Los estudiantes recibieron información básica sobre el acecho, y entonces se les planteó: "A veces una persona intenta tener una relación sin saber que la otra persona no lo desea. ¿Con qué frecuencia te ha perseguido una persona, con el objetivo de comenzar o iniciar una relación que no deseabas?".
Entonces, los estudiantes respondieron a una serie de 19 preguntas sobre la frecuencia con que experimentaban indicadores del acecho, como recibir mensajes no deseados en línea y por otros medios, que les siguieran, que les amenazaran o que les hicieran un daño físico.
Los investigadores dividieron entonces a los estudiantes en tres grupos: los que no habían sido víctimas de acecho, los que se habían visto expuestos a un nivel "mínimo" de acecho (poco más de un tercio de los chicos y las chicas) y las víctimas de acecho.
Los resultados mostraron que alrededor de un 14 por ciento de las chicas y más o menos un 13 por ciento de los chicos habían sido víctimas de acecho. Los mensajes no deseados, por ejemplo mensajes de voz y de texto, estaban entre las formas más comunes de acecho.
Las víctimas de acecho eran más propensas a mostrar señales de estrés postraumático y trastornos del estado de ánimo (incluyendo la depresión), y parecían tener menos esperanzas según sus respuestas a otras preguntas. También eran más propensos a reportar consumo de alcohol, atracones de alcohol y haber sido víctimas de violencia en las relaciones románticas. También era más probable que fueran sexualmente activos, mostraron los hallazgos.
El diseño del estudio no permitió a los investigadores especificar qué tantas probabilidades adicionales había de que las víctimas de acecho presentaran esos rasgos y participaran en esas conductas que sus pares.
Pero, dijo Reidy, "a esta edad joven, participar en esos tipos de conducta tiene un mal pronóstico. Parece que esos niños serán más propensos a desarrollar [enfermedades de transmisión sexual] o embarazo adolescente, o ambas cosas, a no terminar la secundaria y a tener efectos de salud mental o físicos si el acechador les provoca lesiones".
¿Qué debe hacerse?
Reidy apuntó que el programa Dating Matters (algo así como temas de citas) de los CDC es una buena herramienta educativa sobre las relaciones románticas sanas. E instó a los padres a hablar con sus hijos sobre las conductas aceptables durante las relaciones románticas. De esa forma, planteó, "sus hijos pueden decirles que fulanito me manda correos electrónicos, me llama, aparece en los sitios y es más bien insistente".
Las escuelas y las agencias del orden también pueden intervenir. Reidy anotó que las órdenes de alejamiento podrían ser una opción en algunos casos, aunque las políticas difieren a lo largo de Estados Unidos.
Pero en algunos casos, reconoció, "es difícil diferenciar entre el acecho y un adolecente torpe y que busca afecto".
Una experta en salud mental anotó que los acechadores adolescentes con frecuencia parecen más obvios que los adultos.
La investigación en Australia ha sugerido que "los adolescentes prefieren formas muy directas de acecho (como llamar por teléfono, enviar mensajes de texto o acercarse a la víctima) en lugar de los tipos más sutiles de acecho que vemos en los adultos, como mantener a la persona bajo vigilancia, seguirlos o merodear por sus casas", dijo Rosemary Purcell, directora de investigación de Orygen de Australia, el Centro Nacional de Excelencia en la Salud Mental Juvenil.
"[Los adolescentes] también tienen unas tasas más altas de amenazas y asaltos a sus víctimas que los adultos. Es probable que esto refleje los problemas con el control de los insultos y su deseo de gratificación instantánea", explicó.
El consejo de Purcell para los jóvenes es que "deben comprender que está bien, de hecho por lo general es necesario, aclararle a la persona que les acosa o molesta que su conducta no es deseada y que debe parar".
Simplemente evitar a la persona no funciona con la mayoría de los acosadores, dijo. "Las víctimas deben comunicar, de forma educada pero firme, que la conducta no es deseada. Entonces, si continúa, puede estar segura de que el acechador actúa de forma intencionada", añadió.
Los niños también deben decirle a un adulto lo que está sucediendo, dijo Purcell, "para poder obtener otra perspectiva sobre la situación, además de algo de ayuda y respaldo".
El estudio aparece en la edición de diciembre de la revista American Journal of Preventive Medicine.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Dennis Reidy, Ph.D., behavioral scientist, division of violence prevention, U.S. Centers for Disease Control and Prevention, Atlanta; Rosemary Purcell, MPsych, Ph.D., associate professor and director, research, Orygen, the National Center of Excellence in Youth Mental Health, Parkville, Victoria, Australia; December 2016, American Journal of Preventive Medicine
HealthDay
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