miércoles, 6 de julio de 2016

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Alrededor del 10% de los andaluces padecerá depresión a lo largo de su vida



Sevilla (06/07/2016) - El Médico Interactivo

La depresión es una enfermedad mental con altas tasas de cronificación y recurrencia: diagnóstico temprano y tratamiento integral son claves para evitar recaídas y lograr la recuperación funcional del paciente, destacan la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental y Lundbeck

La depresión es una enfermedad mental que se puede tratar, evolucionar de forma favorable y, en muchos casos, curar. A pesar de su alta recurrencia y cronificación, la recuperación del paciente es posible. Para ello, resulta crucial la existencia de un diagnóstico temprano que permita instaurar cuanto antes el tratamiento a medida de cada paciente con el fin último de evitar recaídas y lograr su recuperación funcional.
Para el doctor Miquel Roca, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, "la depresión es un gravísimo problema de salud pública, que debe situarse en primer plano por su alta prevalencia, su impacto individual, familiar, laboral, social y económico. Sus repercusiones son gravísimas, la más grave de todas ellas es obviamente el suicidio: la depresión constituye la gran puerta de entrada a las conductas suicidas".
En palabras del doctor Luis Gutiérrez Rojas, médico psiquiatra del Hospital Clínico Universitario San Cecilio de Granada, "la depresión tiene unas tasas de mejoría de casi un 70 por ciento y unas tasas de curación (desaparición total de los síntomas y vuelta a la normalidad) de un 35 por ciento. Por tanto, aún nos queda mucho por hacer. El motivo por el cual algunos pacientes se curan y otros no obedece a múltiples causas. Seguramente los pacientes que mejoran y se recuperan son aquellos en los que se han identificado las causas del cuadro, se han evaluado los síntomas depresivos específicos que padece, se ha realizado un plan individualizado de tratamiento y se ha conseguido que el paciente continúe tomando el tratamiento pautado el tiempo oportuno".
Según el estudio ESEMeD (European Study of the Epidemiology of Mental Disorders) la prevalencia en España es inferior a la de otros países europeos, con una prevalencia-vida del episodio depresivo del 10,6 por ciento y una prevalencia-año del cuatro por ciento, aunque una de las características más notables es que presenta una edad de inicio más temprano y altas tasas de comorbilidad y cronicidad.
Según el doctor Roca, "los trastornos depresivos constituyen un importantísimo factor de distorsión en las consultas de Atención Primaria: dificultad para el diagnóstico, síntomas en ocasiones más "físicos" que "psicológicos" o la estigmatización que rodea a las enfermedades mentales contribuyen de manera decisiva a esta situación y a carencias o retrasos diagnósticos y terapéuticos. Diferentes trabajos publicados cifran en un 50 por ciento los trastornos depresivos que no reciben tratamiento o no el adecuado (psicofármacos o psicoterapia o combinación). En estudios españoles como el estudio SCREEN los trastornos mentales de alta prevalencia, como los trastornos depresivos o los de ansiedad, se encontrarían en cerca del 20 por ciento de los pacientes atendidos en Atención Primaria".

La enfermedad en Andalucía

Como explica el doctor Gutiérrez Rojas, "Andalucía no se diferencia especialmente en cuanto a las tasas de prevalencia de la enfermedad. Aproximadamente un diez por ciento de la población sufrirá un cuadro depresivo a lo largo de la vida (cifra que puede elevarse al 20 por ciento en el caso de las mujeres) y las cifras de incidencia están en torno al cinco por ciento. Quizá en nuestra comunidad autónoma haya un carácter social más extrovertido y alegre con menos dificultad para la expresión emocional y también hay una fuerte red familiar y social, de tal forma que el paciente suele recibir un buen apoyo con más frecuencia. Estas circunstancias son imprescindibles si queremos que el paciente se recupere".
Esta enfermedad cuenta todavía con una elevada tasa de infradiagnóstico -en torno al 50 por ciento según estudios internacionales- y, por tanto, muchos pacientes no están tratados adecuadamente, lo que contrasta con el hecho de que el consumo de antidepresivos se haya triplicado en los últimos diez años en nuestro país.
Para el Dr. Gutiérrez Rojas, "esta realidad, común a toda España, es bastante paradójica. El problema es que los pacientes que sufren una depresión clínica tardan mucho en pedir ayuda y, en ocasiones, no la solicitan pues no interpretan que lo que les sucede se debe a una enfermedad mental que puede curarse con tratamiento. Mientras tanto, muchas personas que sufren cuadros adaptativos debidos a los estresores de la vida cotidiana llenan las consultas solicitando ayuda y son tratados con antidepresivos cuando quizá no siempre los necesitan. De esta forma, por un lado hay pacientes mal diagnosticados que no reciben una atención adecuada y, por el otro, una psiquiatrización de la vida cotidiana siendo tratadas como depresiones problemas cotidianos que no son cuadros psiquiátricos propiamente dichos".
Conviene recordar que tristeza o melancolía no son sinónimos de depresión. Los períodos de tristeza o melancolía son inherentes a la experiencia humana. La tristeza es un sentimiento normal, pero puede llegar a ser patológica en función de su duración, intensidad y grado de interferencia en la conducta y la vida cotidiana de la persona.

Recurrencias, falta de adherencia terapéutica y estigma social, principales desafíos

Las recaídas, frecuentes en esta enfermedad, representan también uno de los principales retos para el correcto abordaje. Los datos señalan que cada episodio depresivo incrementa la probabilidad de una recurrencia posterior. Aproximadamente, un 60 por ciento de los pacientes que ha sufrido un episodio depresivo presenta al menos una recurrencia a lo largo de su vida.
Tal y como explica el Dr. Roca, "a medida que aumentan el número de episodios depresivos, aumenta el riesgo de recurrencia: tras tres episodios depresivos la posibilidad de nuevos episodios supera el 80 o 90 por ciento: en muchas ocasiones ello implica la consideración de la enfermedad depresiva como un trastorno crónico o a largo plazo. En otros casos, la alta comorbilidad como enfermedades médicas y psiquiátricas".
Alcanzar la remisión y minimizar los efectos adversos -y, en consecuencia, reducir las recaídas- sigue representando un reto en el tratamiento de la depresión, que encuentra en la falta de adherencia terapéutica uno de los principales desafíos para el correcto abordaje de la patología. Según los estudios, hasta el 40 por ciento de los pacientes con depresión abandona el tratamiento en el primer mes, y el 60 por ciento de los que continúan lo abandona a lo largo de los seis primeros meses. Aún más, el quince por ciento no llega nunca a iniciar el tratamiento y muchos de ellos no informan a su médico del abandono.
Entre las razones que explican esta situación se encuentran básicamente tres: las relacionadas con el médico: tipo de relación con el paciente, estilo comunicativo, accesibilidad y confianza ofrecida...; las relativas al tratamiento: complejidad de la toma, efectos secundarios, duración y grado de interferencia con el día a día; y con la personalidad del paciente, su conciencia de enfermedad, preocupación por los efectos del tratamiento, etc.
El estigma, por su lado, pesa mucho en la recuperación del paciente porque las actitudes de las personas del entorno, del profesional y del propio paciente (el auto-estigma) inciden directamente en la evolución del cuadro.
"Muchas personas piensan que la depresión es propia de gente débil y quejica que no sabe cómo afrontar los problemas. En ese sentido, hay una confusión entre los cuadros adaptativos y los cuadros depresivos reales. El paciente no se siente comprendido cuando explica lo que le sucede y personas cercanas, a veces la misma familia, le recomiendan que abandone los tratamientos porque estos son perjudiciales y acabarán produciéndole una adicción a los mismos. Además, hay miles de páginas web que difunden ideas equivocadas acerca de la depresión diciendo que es una enfermedad inventada y alertando sobre el peligro de los antidepresivos. Este tipo de información incrementa el estigma que padece el paciente", concluye el Dr. Gutiérrez Rojas.

Elevado impacto sobre la calidad de vida

La depresión, tradicionalmente asociada a la tristeza y apatía, es, sin embargo, un trastorno multidimensional caracterizado por aspectos emocionales, cognitivos y físicos, cuyo objetivo terapéutico ha evolucionado y se dirige a la recuperación funcional del paciente.
Y es que la alta prevalencia de síntomas residuales de la depresión como los síntomas cognitivos, insomnio, ansiedad, fatiga, dolores y disfunción sexual impactan de forma directa en la calidad de vida de los pacientes y su entorno, incluso en aquellos que responden al tratamiento o se encuentran en fase de remisión.
Como explica el Dr. Gutiérrez Rojas, "como señalaba anteriormente, hay un alto porcentaje de pacientes que mejoran de la enfermedad pero que no llegan a curarse de la misma. Estos pacientes presentan síntomas residuales que les imposibilitan volver a llevar una vida normal a nivel social, familiar y laboral. Entre los síntomas residuales más frecuentes cabe señalar tres: el insomnio, la fatiga/cansancio y los síntomas cognitivos (pérdidas de memoria, dificultad para mantener la atención y la concentración...). Es necesario que los psiquiatras traten estos síntomas si quieren que el paciente se recupere volviendo a ser el mismo que era antes de caer enfermo".

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