“El gran reto en el abordaje de la enfermedad del Parkinson está en la Neuroprotección”
Madrid (29/10/2013) - Ana Montero
Así lo ha señalado en una entrevista para EL MÉDICO INTERACTIVO, la Dra. María Cruz Rodríguez-Oroz, neuróloga e investigadora Ikerbasque del Hospital Universitario Donostia y del Instituto BioDonostia, organizadora el VI Simposio "Trastornos cognitivos en la enfermedad de Parkinson", en colaboración con Lundbeck, y acreditado por la Sociedad Española de Neurología
Del deterioro cognitivo leve a la demencia
El deterioro cognitivo se debe a la propia progresión de la enfermedad de Parkinson. Tanto en su forma más leve, el deterioro cognitivo leve, que afecta al 30 por ciento de los pacientes, como en la fase de demencia, con una incidencia de alrededor del 40 por ciento, es posible mejorar el rendimiento cognitivo y retrasar su progresión con tratamientos no farmacológicos, como el ejercicio físico y tareas de estimulación y rendimiento cognitivo estandarizadas. "Por ello, debemos plantear este tipo de tratamientos desde el inicio de la enfermedad en todos los pacientes con enfermedad de Parkinson", afirma la neuróloga.
Otra de las principales conclusiones a las que se ha llegado en el encuentro, es que se está avanzando en la elaboración de criterios de diagnóstico comunes de las fases más precoces del deterioro cognitivo. En este sentido, "el consenso en unos criterios diagnósticos comunes del deterioro cognitivo leve permitirá la realización de estudios que arrojen resultados comparables y válidos", ha subrayado la experta, quien, además, ha informado que, en la actualidad, está en marcha un estudio, con más de 5.000 pacientes, en los que se podrá estudiar qué subtipo de deterioro cognitivo leve está en mayor riesgo de demencia.
Y es que, como ha explicado la Dra. Rodríguez-Oroz, el deterioro cognitivo leve y la demencia son entidades clínicas distintas. "El primero se basa en la existencia de alteraciones cognitivas más allá de las que corresponderían para la edad del paciente, pero sin repercusión sobre sus actividades de la vida diaria, mientras que en la demencia los déficits cognitivos son más intensos y causan un claro deterioro en la vida diaria y en la autonomía".
"Sin embargo, el deterioro cognitivo leve es un riesgo de demencia, aunque no todos los pacientes con este diagnóstico evolucionen a ella", ha aclarado la doctora, quien también ha afirmado que "a día de hoy aún no existen datos concluyentes para predecir qué pacientes pueden desarrollar demencia, aunque parece que la presencia de alteraciones visuoespaciales y en varios dominios cognitivos implica un mayor riesgo. Por otro lado, aunque existen pocos estudios al respecto, hay datos de que determinadas formas genéticas de enfermedad de Parkinson incrementan el riesgo de demencia", ha matizado la doctora.
Por otra parte, también dentro del campo del deterioro cognitivo, en el Simposio se ha abordado la implicación de determinados neurotransmisores, como la acetilcolina, no sólo en la demencia sino también en otros trastornos relacionados con la misma, como son las alucinaciones, el trastorno de conducta del sueño REM, las alteraciones de la marcha o la olfacción.
"El sistema colinérgico interviene de modo relevante en el deterioro cognitivo y otras alteraciones clínicas asociadas al mismo en la enfermedad de Parkinson y ésta es una de las vías de investigación con posibilidades terapéuticas más interesantes, en este momento, que deben ser exploradas", ha destacado la experta, quien ha concluido que "es posible que un mejor conocimiento del sistema colinérgico, con mejores fármacos que los que tenemos actualmente, dirigidos de una manera más selectiva a determinados receptores, puedan, en un futuro cercano, proporcionar nuevos tratamientos para abordar, no sólo el deterioro cognitivo, sino también las alteraciones que se asocian con el".
Este trastorno neuropsiquiátrico se relaciona, en mayor medida, con los tratamientos dopaminérgicos para tratar los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson que con la propia enfermedad en sí. Así, según la Dra. Rodríguez-Oroz, "afecta al 14 por ciento de los pacientes tratados con fármacos dopaminérgicos. Sin embargo, esta cifra derivada de los primeros estudios realizados al respecto y se ha incrementado hasta el 40 por ciento en estudios más recientes".
De este modo, según afirma la doctora, "los neurólogos concedemos más relevancia a todos estos trastornos en la enfermedad de Parkinson y en los últimos años hemos ido tomando conciencia de su prevalencia e importancia y, por tanto, cada vez preguntamos más por ellos y los estudiamos con más detalle".
Es muy importante conocer bien cómo tratar o evitar el desarrollo de este tipo de trastornos. Así, para la Dra. Rodríguez-Oroz, "el conocimiento de la relación entre la apatía, el trastorno de impulsividad, el tono dopaminérgico y la respuesta al tratamiento quirúrgico con estimulación del núcleo subtalámico abre una vía más racional al tratamiento de estos trastornos".
Y es que la enfermedad de Parkinson es mucho más que un trastorno del movimiento, ya que junto a los síntomas motores clásicos, los síntomas no motores resultan, de igual modo, incapacitantes y afectan en gran medida a la calidad de vida de los pacientes y a su funcionalidad diaria, por lo que requieren, también, de un adecuado tratamiento. "Junto al deterioro cognitivo, las caídas y el trastorno del equilibrio son uno de los grandes caballos de batalla de esta enfermedad, ya que provocan muchas complicaciones y un deterioro importante de la calidad de vida de los pacientes", ha manifestado la investigadora. Además, la Dra. Rodríguez-Oroz también ha reflejado que, en las personas con trastorno de control de impulsos grave, aún rebajando la medicación dopaminérgica, existe hasta un 20 por ciento de pacientes en los que no es posible el control, por lo que las investigaciones en este área resultan del máximo interés.
En otro orden de cosas, la experta ha puesto en valor el papel de los estudios de imagen cerebral en estas enfermedades, no sólo por su efectividad en el diagnóstico temprano, sino por la capacidad de estudiar e investigar in vivo el cerebro con distintas metodologías. Del mismo modo, ha señalado que el modo de tratar la enfermedad de Parkinson está, en general, globalizado en el mundo occidental, disponiendo en España de los mismos tratamientos que en los otros países, "algo que no puede decirse de la investigación ya que lamentablemente se destinan pocos recursos a este fin", ha apostillado la neuróloga.
Para concluir, la Dra. María Cruz Rodríguez-Oroz ha subrayado que el gran reto en el abordaje de la enfermedad del Parkinson está en la Neuroprotección, "si cuando se diagnostica la enfermedad de Parkinson pudiéramos mantener ese estadío de degeneración la situación sería mucho mejor", ha señalado, al tiempo que ha explicado que con los fármacos que hay, en el momento del diagnóstico, el paciente tiene una buena calidad de vida. Así, ésta se podría prolongar durante mucho tiempo o toda la vida del paciente. El problema es que la degeneración se va extendiendo y comienzan los problemas de la marcha, las caídas y la inestabilidad postural, el deterioro cognitivo, etc. "Si pudiéramos enlentecer la progresión de la enfermedad o pudiéramos detener su progresión estaríamos hablando de otra enfermedad diferente a la que tenemos ahora", ha remarcado la experta.
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