Encuentran biomarcadores de Alzheimer años antes de que comiencen los síntomas
18/10/2013 - E.P.
Hasta ahora los medicamentos diseñados para detener la enfermedad han fracasado en ensayos clínicos posiblemente porque se administran demasiado tarde
La identificación de estos biomarcadores podría proporcionar una herramienta para guiar el uso temprano de tratamientos potenciales con fármacos para prevenir o detener la progresión de la enfermedad mientras las personas siguen siendo cognitivamente normales.
"Ha sido difícil predecir que la enfermedad de Alzheimer se va a producir, a pesar de que creemos que comienza a desarrollarse en el cerebro una década o más antes de la aparición de los síntomas", subrayó Marilyn Albert, profesora de Neurología en la Escuela de Medicina de Johns Hopkins e investigadora principal del estudio.
Para el nuevo estudio, el equipo de Hopkins usa LCR recogido de 265 voluntarios sanos de mediana edad del proyecto 'Biomarkers for Older Controls at Risk for Dementia' (BIOCARD) entre 1995 y 2005. Unas tres cuartas partes del grupo tenían un familiar cercano con enfermedad de Alzheimer, un factor que predisone a un riesgo mayor de desarrollar el trastorno. Anualmente durante esos años y de nuevo a partir de 2009, los autores realizaron a los sujetos una batería de pruebas neuropsicológicas y un examen físico.
Estos expertos encontraron que los índices de referencia particulares de dos proteínas, tau fosforilada y beta-amiloide, que se encuentran en LCR, son un pronóstico de deterioro cognitivo leve (a menudo un precursor de la enfermedad de Alzheimer) más de cinco años antes del inicio de los síntomas. Cuanto más tau y menos beta-amiloide hay en el líquido cefalorraquídeo, más probable es que se desarrollen los sínotmas, según Albert, y cuanto más rápidamente aumenta la relación de tau y beta amiloide, la hay más riesgo de desarrollo de los síntomas.
Los investigadores han sabido que estas proteínas estaban en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con enfermedad avanzada, pero el equipo de este análisis se preguntó si se podía medir en el líquido cefalorraquídeo de las personas cognitivamente normales para saber cuándo van a desarrollar problemas, y lo lograron.
La enfermedad de Alzheimer interrumpe procesos metabólicos críticos que mantienen las neuronas sanas, de forma que estos trastornos hacen que las neuronas dejen de funcionar, pierdan conexiones con otras células nerviosas y, finalmente mueran. El cerebro de las personas con Alzheimer tiene abundancia de dos estructuras anomalas, placas amiloides y ovillos hechos de tau.
Las placas son acumulaciones de beta-amiloide que se acumulan fuera de las neuronas, mientras que los nudos se forman dentro de las neuronas, por lo que, cuando hay demasiados enredos dentro de las células, éstas comienzan a morir. En un cerebro normal, tau ayuda a que el esqueleto de la célula nerviosa se mantenga, pero cuando demasiados grupos de fosfato se unen a tau, se desarrolla demasiada proteína y se forman los enredos.
Albert dice que los investigadores creen que la cantidad relativa de beta- amiloide en el líquido cefalorraquideo disminuye a medida que el Alzheimer avanza, ya que queda atrapada en las placas y, por lo tanto, no entra en el fluido. Aunque el estudio BIOCARD se ha estado realizando desde hace casi dos décadas, estos son algunos de los primeros datos, según Albert, ya que lleva mucho tiempo hasta que las personas de mediana edad, incluso las de alto riesgo, desarrollen demencia.
Sólo 53 de los pacientes originales del estudio avanzaron hacia un deterioro cognitivo leve o demencia, con un tamaño de muestra lo suficientemente grande como para sacar algunas conclusiones preliminares. Los primeros síntomas incluyen trastornos de memoria.
Albert advierte que la proporción de biomarcadores en este momento no es lo suficientemente precisa para predecir exactamente si una persona en particular está progresando hacia la demencia y se necesita un mayor análisis de la información del grupo a través del tiempo. Si los resultados resultan válidos, agrega, no sólo podrían guiar el uso de los primeros tratamientos con fármacos sino también ayudar a probar nuevos medicamentos para ver si alteran la velocidad a la que las proteínas cambian con el tiempo.
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