lunes, 5 de octubre de 2009

Cómo evitar el quirófano en la enfermedad coronaria


Los doctores Juan Carlos Kaski (izquierda) y Ricardo Esper, antes del simposio de la Universidad del Salvador
Foto: Gentileza doctor Ricardo Esper

Prevención / Cuando la condición es estable
Cómo evitar el quirófano en la enfermedad coronaria
El tratamiento médico y el cambio de hábitos son muy efectivos

Noticias de Ciencia/Salud: Lunes 5 de octubre de 2009 | Publicado en edición impresa
Fabiola Czubaj
LA NACION

Para el cardiólogo nacido en Mar del Plata Juan Carlos Kaski, que desde hace 21 años trabaja e investiga en Inglaterra, existe una receta clínica infalible contra la enfermedad de las arterias coronarias sin tener que pasar por el quirófano. Eso sí, para que sus tres ingredientes -cambio del estilo de vida, control de los factores de riesgo y uso de fármacos- den resultado hay que cumplir las indicaciones médicas y el médico debe controlar que así sea.
"Hay muchas cosas nuevas en estudio, como el uso de las células madre para regenerar el tejido cardíaco, pero lo más novedoso es algo no tan nuevo: que el tratamiento médico de la enfermedad coronaria con los cambios de hábito es tan efectivo que, bien implementado, es tan bueno como la angioplastia", dijo Kaski antes de su presentación en un simposio previo al 35° Congreso Argentino de Cardiología para celebrar el 40° Aniversario de la Carrera de Especialización en Cardiología de la Universidad del Salvador (USAL).
El jueves pasado, a 35 años de haber egresado con medalla de oro de la Facultad de Medicina de la USAL, dialogó con LA NACION junto con uno de sus ex profesores, el doctor Ricardo Esper, director de la carrera y ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y de la Fundación Interamericana del Corazón.
"A veces pienso por qué invertimos tanto dinero para encontrar tratamientos cuando en realidad podríamos prevenir la enfermedad cardíaca. Quizás estemos buscando respuestas muy complejas, mientras que si pudiéramos controlar lo que sabemos que debemos controlar tendríamos una incidencia de la enfermedad coronaria y de los problemas agudos mucho menor que la actual", añadió Kaski, que dirige el Departamento de Ciencias Cardiovasculares y el Centro de Biología Cardiovascular del Hospital St. George´s de Londres.
Además de investigar sobre arritmias, aneurismas o causas del infarto, su departamento se ocupa de la prevención. La población, opinó, tendría que ser "un poco más optimista" en cuanto al tratamiento médico de la enfermedad coronaria y saber que un diagnóstico no necesariamente significa que necesitará una cirugía. "El tratamiento médico y la modificación del estilo de vida son muy, muy importantes", dijo.
Como en el mundo
Sin embargo, aquí y en el resto del mundo, seguir el tratamiento y cambiar los hábitos es un problema. En general, acordaron Kaski y Esper, los pacientes que pasan por el quirófano luego cumplen rigurosamente las indicaciones médicas. No así cuando aún se lo puede evitar.
"Estar en una unidad coronaria es un shock para cualquiera y eso modifica la actitud, pero es difícil mantener un estilo de vida saludable cuando la presión de la industria alimentaria es tan grande que es casi imposible obviar el mensaje que está martillando permanentemente en la cabeza de la gente", insistió Kaski.
En su laboratorio, donde trabajan 80 científicos, estudian el papel de la inflamación en el origen y el avance de la aterosclerosis, y en la agresividad que desarrollarán las placas que se acumulan en las arterias. Y están identificando en qué pacientes ciertas enfermedades aumentan la agresividad de los linfocitos T -células que forman el sistema inmune- contra las paredes vasculares.
Pero lo cierto es que los marcadores para saber cómo avanzará la enfermedad coronaria ya existen: el colesterol elevado, la presión alta, la función renal disminuida, la diabetes y la obesidad son signos de alarma de problemas en el mediano o en el largo plazo. "Salvo un grupo muy, muy reducido de pacientes, la experiencia demuestra que la enfermedad coronaria puede prevenirse", dijo.
Y para Esper eso es "tan sencillo" que "se podría simplificar la consulta médica en dos preguntas: ¿fuma? y ¿hace ejercicio?; dos exámenes: la presión arterial y el tamaño de la cintura, y dos análisis de laboratorio: el colesterol y la glucosa en sangre. Con eso basta para predecir con seguridad el riesgo cardiovascular del paciente".
Pero ¿alcanza una consulta para reunir todos esos datos? Para Esper, cada paciente "necesita un tratamiento a medida, y 10-15 minutos es poco tiempo". Según Kaski, eso es lo mismo que los médicos de familia les preguntan a los cardiólogos en Inglaterra. "En 10 minutos -dijo- se puede conocer toda esa información y, básicamente, salvo excepciones, no hace falta demasiado más."

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El tratamiento médico y el cambio de hábitos son muy efectivos

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