SUDÁMERICA | Informe de Survival
El suicidio del pueblo guaraní
Familia guaraní caminando en su tierra. | Joao Ripper (Survival)
El informe vio la luz este 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental, y trata sobre uno de los pueblos originarios de América del Sur que registra unas de las tasas de suicidio más altas de la media nacional en Brasil. El pueblo guaraní, una nación en sí misma que convive en varios territorios del continente, vive mayoritariamente entre Brasil y Paraguay. Mientras en algunos lugares no tienen voz ni espacios, organizaciones como Survival International le prestan –al menos- estadísticas para poner un foco de atención sobre su dramática situación.
Pierden su territorio y su idioma, ven morir sus tradiciones de la misma manera que sus ancestros. Los guaraníes eligen morir, y entonces se suicidan. Desde adultos mayores hasta niños, desde los 9 años –el caso dramáticamente más joven del que se tenga registros- hasta los 80. Muchos optan por no vivir, como una salida más digna de la que padecen en su tierra.
Este pueblo indígena registra tasas de suicidio al menos 34 veces superiores a la media nacional debido a la pérdida de sus tierras ancestrales y a los constantes ataques por parte de pistoleros, reza el informe. Los datos aseguran que desde el año 2000 cada semana se ha suicidado, al menos, un indígena guaraní.
De acuerdo con el ministerio de Salud de Brasil, en 2012 se suicidaron 56 guaraníes (las cifras reales posiblemente sean mayores debido al subregistro de casos). La mayoría de las víctimas tenían entre 15 y 29 años de edad, pero la víctima más joven de la que se tiene constancia tenía sólo nueve años.
Rosalino Ortiz es un guaraní que habló sobre el tema. "Los guaraníes se están suicidando porque no tenemos tierras. Ya no tenemos espacio. Antes éramos libres; ahora ya no somos libres. Por eso nuestros jóvenes miran a su alrededor y piensan que no queda nada y se preguntan cómo pueden vivir. Se sientan y piensan, olvidan, se pierden y al final se suicidan".
El informe publicado por la organización Survival también cita a Dilma Modesto, una agente de salud guaraní de Brasil. "Quiero que los niños estén como estaban antes, cuando todo estaba bien". Habla de un tiempo ya pasado, cuando los guaraníes cazaban libremente en sus tierras y plantaban mandioca y maíz en sus huertos.
"Antes de que sus bosques les fueran arrebatados para convertirlos en vastas y secas extensiones de ranchos de ganado, campos de soja y plantaciones de caña de azúcar. Antes era cuando su autoestima estaba aún intacta y tenían control sobre sus vidas; antes de verse obligados a acampar bajo lonas harapientas junto a carreteras polvorientas y a beber agua contaminada de barriles de plástico. Antes y bien era, de hecho, mucho antes de que los niños guaraníes empezaran a suicidarse. En los últimos 30 años, más de 625 indígenas guaraníes se han quitado la vida. Esto hace que su tasa de suicidio sea 19 veces mayor que la tasa nacional de Brasil. El 85% de los suicidas son jóvenes menores de 30 años. Aún peor: el más joven tenía tan solo 9 años", acota el citado informe bajo el título 'Los suicidios guaraníes: el impacto en la psique del divorcio entre la humanidad y la naturaleza'.
Vidas inocentes
Ante todo se deja claro que la pérdida y la destrucción de sus tierras es un componente importante de su tremendo sufrimiento mental. "Para los guaraníes, como para la mayoría de los pueblos indígenas tribales, su tierra lo es todo. Les da alimento y refugio, moldea sus lenguas, sus cosmovisiones y su identidad. También es el lugar donde están enterrados sus antepasados y la herencia de sus hijos. Simplificando: la tierra es lo que son. La línea divisoria entre el mundo exterior de la naturaleza y el mundo interior del yo es muy fina", agrega.Mientras tanto en Paraguay, donde el guaraní es la segunda lengua pero sus hombres y mujeres son el último eslabón de la cadena de habitantes, no hay estadísticas oficiales que recen sobre el suicidio, aunque antropólogos y organizaciones vinculadas a los campesinos están denunciando la situación desde hace años.
Según el portal EA, desde los años 80 el antropólogo Bartomeu Melià denunciaba la ola de suicidios guaraníes vinculadas a la pérdida de su tekohá (su tierra ancestral) y el tekó porã (buen vivir). "En la cosmovisión guaraní, la tierra habitada por los humanos es concebida como tekohá, lugar de vida y convivencia con todos los seres que en ella hay. Ñandé rekohá es el lugar donde somos lo que somos, el lugar de nuestro modo de ser y de nuestra cultura. La palabra tekohá contiene una visión holística, es decir, significa y produce al mismo tiempo relaciones económicas, sociales, políticas, ecológicas y religiosas, de tal manera que sin tekohá no hay tekó (sin lugar del ser no hay modo de ser). El guaraní necesita la tierra con toda su vida dentro, para poder vivir su cultura y para ser guaraní", indicó Melià, pero parece que su alerta ha caído en saco roto.
Los guaraníes que antes ocuparon algo más de 350.000 kilómetros cuadrados de tierras, hoy están recluidos en pequeñas parcelas, hacinados, perdidos. Sin tierras, hay suicidio. Para colmo de males, les persigue la deforestación, la soja que todo lo precisa para su expansión y los ataques armados de pistoleros, contratados por productores ganaderos para los cuales estos reclamos ancestrales son muy incómodos.
Survival International pide al gobierno de Brasil que demarque el territorio guaraní con urgencia y exhorta a compañías como la estadounidense Bunge, a dejar de adquirir caña de azúcar cultivada en tierra guaraní. "Este es un claro y descorazonador recordatorio de la devastación y la miseria que el robo de tierras genera entre los pueblos indígenas. Lamentablemente los guaraníes no son el único caso. Los pueblos indígenas de todo el mundo a menudo registran tasas de suicidio mucho más altas que la sociedad mayoritaria. El llamado progreso destruye frecuentemente a los pueblos indígenas, pero en este caso la solución está clara: demarcar el territorio guaraní antes de que más vidas inocentes se pierdan", declaró el director de Survival al momento de presentar el informe.
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