viernes, 11 de octubre de 2013

Los síntomas de TEA no son exclusivos ni puros - DiarioMedico.com

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En España afecta a unos 50.000 niños

Los síntomas de TEA no son exclusivos ni puros

Hay que evaluar al niño desde ámbitos sanitarios, educativos y sociales para intervenir precozmente y detectar qué rasgos requieren más intervención
Isabel Gallardo Ponce. Madrid | igallardo@diariomedico.com   | 10/10/2013 19:12

Francisco Rodríguez, Jorge Vidal y Silvia Gutiérrez
Francisco Rodríguez, de la Universidad Autónoma de Madrid; Jorge Vidal, psiquiatra del 12 de Octubre, y Silvia Gutiérrez, del Niño Jesús. (DM)
 
 
El trastorno del espectro autista (TEA) es una de las disfunciones neurológicas más prevalentes en niños, y es cuatro veces más frecuente en varones. Se estima que en España afecta a unos 50.000 niños, aunque los únicos datos epidemiológicos provienen del extranjero, en concreto de Estados Unidos. "Se ha producido un aumento exponencial de los casos en las últimas décadas. En Estados Unidos se habla ahora de que uno de cada 88 niños tiene un TEA", ha explicado a DM Celso Arango, jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, a propósito de las VIII Jornadas Científicas Trastornos del Neurodesarrollo, organizadas por la Fundación Alicia Koplowitz en Madrid.

Según él, se consideraban patologías de baja frecuencia, aunque ahora su prevalencia se asemeja a la de patologías como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. "El aumento de factores de riesgo -circunstancias ambientales, como la edad paterna, tóxicos, pesticidas...-con una mayor capacidad diagnóstica y una mayor detección hacen que haya habido un incremento importante de los casos".
  • "El aumento de factores de riesgo junto con una mayor capacidad diagnóstica explicarían el incremento importante de los casos"
Silvia Gutiérrez, del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Niño Jesús, de Madrid, ha apuntado que "los síntomas aparecen en los tres primeros años de vida y su diagnóstico es clínico al carecer de biomarcadores". No obstante, para detectar el TEA es importante comprender que los síntomas no son exclusivos de un trastorno u otro y que pueden compartirse con otras patologías, y clasificarse en suptipos. Francisco Rodríguez, profesor asociado de Psicología Básica de la Universidad Autónoma de Madrid, ha insistido en que hay niños con o sin afectación de las cualidades funcionales, o con mayor o menor cociente intelectual, o que pueden mostrar dificultades leves en la interacción social pero obsesiones muy rígidas. "Hay que describir cuál es el perfil en cada caso. En trastornos asociados, como el de déficit de atención e hiperactividad, o la ansiedad, éstos requieren un tratamiento específico. A veces se da por hecho que el niño es así y no se tratan, por ejemplo, las fobias, que son muy discapacitantes". Asimismo, un diagnóstico fiable y diferencial requiere utilizar procedimientos combinados para captar la heterogeneidad del TEA.


Intervención temprana
Arango ha citado estudios preliminares en los que una intervención precoz, intensiva y personalizada hace que el diagnóstico termine por desaparecer. En ello coincide Rodríguez: "A medida que se han establecido procedimientos más fiables de diagnóstico, que se pueden ir repitiendo, vemos que hay niños que continúan con el diagnóstico de autismo, algunos que tienen otro TEA, y aquéllos en los que desaparece. Esto ocurre debido al neurodesarrollo. El cerebro tiene sus mecanismos compensadores y es un asunto de elasticidad cerebral, además del impacto del ambiente, en concreto de la educación".

Arango apunta que en prevención secundaria una intervención muy precoz ayuda a reducir o eliminar la disfuncionalidad. La identificación y la intervención debe contar con un abordaje educativo, sanitario y social. Según Gutiérrez, en el 60 por ciento de los casos son los padres quienes tienen las primeras sospechas, y suelen referir que el niño "no responde a su nombre, no sonríe, es independiente, no mira a los ojos, tiene rabietas, no sabe jugar...". En esos casos hay que escuchar a los padres, realizar una valoración del desarrollo cognitivo y del lenguaje, además de un examen médico, neurológico, auditivo y genético. "Sólo en el 20 por ciento de los casos se encuentra la causa. Una vez que se confirma la sospecha en el cribaje, el diagnóstico es clínico. El tratamiento psicoeducativo puede mejorar la interacción y la conducta estereotipada, mientras que los fármacos ayudarán a controlar las conductas más disruptivas pero no a curarles. Cuanto antes se les trate, mejor será el pronóstico educativo y social".

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