Emma M. Cantalapiedra. Madrid | emmalucia.martinez@unidadeditorial.es | 19/12/2014 00:00
"No hay evidencias de que un consumo equilibrado de azúcar, dentro de una dieta saludable, esté relacionado con la obesidad", ha explicado Carmen Gómez Candela, jefa del Servicio de Nutrición del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, durante la jornada El azúcar a debate, en la Asociación de la Prensa de Madrid. Por el contrario, el sedentarismo y la falta de equilibrio en la alimentación son las principales causas del aumento de peso.
Existe un amplio consenso científico a nivel internacional en torno al hecho de que no hay alimentos buenos o malos, sino una alimentación ordenada. Lejos de ciertas creencias, el azúcar no es nociva para la salud ni es recomendable que su consumo se elimine de la dieta, como han sugerido campañas como
Action on Sugar en el Reino Unido, en relación a los azúcares refinados. En concreto, la ingesta de glucosa es fundamental para el cerebro, los músculos y el sistema nervioso, formando parte también de otras moléculas y estructuras cerebrales.
Además, el cuerpo humano no diferencia entre azúcares presentes naturalmente en un alimento y azúcares añadidos, ya que nutricionalmente son idénticos y se digieren igual. Según Ángel Gil, presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición, "distinguir entre azúcares naturales y añadidos es una falacia, ya que lo importante son las cantidades, que han de ser adecuadamente informadas al consumidor". En este sentido, no existen "azúcares ocultos".
Isabel Vasserot, directora del Instituto de Estudios Documentales del Azúcar y la Remolacha, ha recordado que "todos son etiquetados conforme a la legislación, indicando las cantidades totales, tanto de los añadidos como de los naturalmente presentes".
Gil también considera que "es poco ético identificar el azúcar como algo adictivo y compararlo con sustancias tan nocivas como el tabaco, sin presentar evidencias científicas", en línea con lo que sugiere Action on Sugar.
La dieta total
"Comer de todo y de forma equilibrada no es una tarea fácil", asegura Gómez. La estrategia debe orientarse a fomentar la información en pautas saludables para que la población tenga conocimientos suficientes para alimentarse bien. "La malnutrición y la obesidad suelen ir de la mano, y están asociados a un bajo nivel cultural". También suele identificarse alimentación saludable con "dieta", algo totalmente desacertado, según la experta. "Es necesario aprender a alimentarnos bien, avanzando hacia el concepto de dieta total, variada y adecuada a las circunstancias de cada uno, y que incluya ejercicio físico".
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