domingo, 14 de diciembre de 2014

¿Hace el jarabe de maíz alto en fructosa que la gente tenga más hambre?: MedlinePlus

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¿Hace el jarabe de maíz alto en fructosa que la gente tenga más hambre?

Un estudio sugiere un vínculo entre la fructosa y la obesidad
Traducido del inglés: jueves, 11 de diciembre, 2014
Imagen de noticias HealthDay
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MIÉRCOLES, 10 de diciembre de 2014 (HealthDay News) -- La fructosa, un tipo de azúcar hallado en una amplia variedad de alimentos y bebidas, podría fomentar que se coma en exceso, sugiere una investigación reciente.
Quizá la forma de fructosa más conocida por los consumidores sea el jarabe de maíz alto en fructosa, que se añade hace mucho a los alimentos fabricados, desde los refrescos hasta las galletas.
La fructosa, que es distinta al azúcar conocido como glucosa (que es producida por la descomposición natural de los carbohidratos complejos), es también un azúcar "simple" y un componente natural de la fruta.
Pero "en una serie de estudios hemos encontrado que cuando se compara con la glucosa, el azúcar simple llamado fructosa suprime de forma más débil las áreas del cerebro que ayudan a controlar el apetito y la motivación de comer", señaló la coautora del estudio, la Dra. Kathleen Page, profesora asistente de medicina clínica de la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California, en Los Ángeles.
En otras palabras, es más probable que las personas sigan con hambre tras una comida rica en fructosa en lugar de rica en glucosa.
Investigaciones anteriores han indicado que cuando se compara con el consumo de glucosa, ingerir fructosa provoca una liberación más baja de hormonas como la insulina, que originan una sensación de saciedad, según la información de respaldo del estudio. Investigaciones recientes también han sugerido que solo la glucosa, pero no la fructosa, controla el hambre al ralentizar la actividad de una región específica del cerebro, el hipotálamo, señalaron los investigadores.
El pequeño estudio reciente amplía ambos hallazgos.
Más de dos terceras partes de los adultos estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos, lo que los pone en riesgo de enfermedad cardiaca, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Muchos expertos creen que los cambios en la producción alimentaria de EE. UU., entre ellos el uso generalizado del jarabe de maíz alto en fructosa, tienen la culpa.
En el trabajo actual, los investigadores contaron con 24 hombres y mujeres de 16 a 25 años de edad, que participaron en un ejercicio de hambre.
Se pidió a todos los participantes que consumieran una bebida endulzada con glucosa o fructosa. Se les pidió que vieran imágenes de varios alimentos, como chocolate y pastel, y que indicaran qué tanta hambre tenían. El ejercicio se llevó a cabo mientras los participantes estaban conectados a un escáner de imágenes de resonancia magnética funcional (IRMF) para rastrear la actividad cerebral en tiempo real en un centro de "recompensa" del cerebro conocido como el núcleo accumbens.
Los que consumieron la bebida con fructosa tuvieron más hambre, hallaron los autores. Al mismo tiempo, la mezcla con fructosa provocó una mayor actividad en la región objetivo del cerebro, lo que conllevó un mayor deseo de comer.
Pero Page enfatizó que los hallazgos actuales son "preliminares". Se necesita más trabajo antes de que se puedan sacar conclusiones amplias sobre la forma en que los edulcorantes de los alimentos fabricados en realidad influyen sobre el hambre y sobre el riesgo general de obesidad, señaló.
Por ejemplo, "es importante notar que la fructosa y la glucosa se encuentran en cantidades casi iguales tanto en el jarabe de maíz alto en fructosa como en el azúcar de mesa", comentó Page. "Todavía no sabemos si el cerebro responde de forma distinta al jarabe de maíz alto en fructosa en comparación con la glucosa o la sacarosa [azúcar de mesa]".
Y una asociación comercial que representa a la industria de refinado del maíz en Estados Unidos argumentó que el estudio no refleja el consumo en la vida real.
"Los sujetos del estudio recibieron grandes cantidades de fructosa pura y de glucosa pura por separado, algo que casi nunca ocurre fuera del laboratorio", dijo en una declaración la Asociación de Refinadores del Maíz (Corn Refiners Association). "Aunque los que recibieron fructosa pura quizá hayan reaccionado como si estuvieran menos saciados, esas condiciones del estudio no se correspondieron para nada con un ambiente natural en que las personas normalmente consumirían cantidades más o menos iguales de glucosa en combinación al mismo tiempo".
Pero Lona Sandon, dietista registrada y profesora asistente de nutrición clínica del Centro Médico de la Universidad de Texas Southwestern en Dallas, dijo que los hallazgos del estudio se corresponden con otras investigaciones.
"Hace bastante tiempo que sabemos que la respuesta de la insulina a la glucosa en el torrente sanguíneo es una respuesta normal para señalar al cerebro y al cuerpo que se han consumido calorías", dijo Sandon. "La fructosa no provoca la misma respuesta en el cerebro".
La interacción entre la glucosa y la insulina probablemente sea una parte importante de la regulación del peso, añadió.
Sandon comentó que el mensaje final es que los azúcares añadidos no añaden un valor nutricional a los alimentos. ¿Cuál es su consejo? "Elija alimentos enteros ricos en nutrientes y granos integrales la mayor parte del tiempo".
El nuevo estudio se debía presentar el miércoles en Phoenix en la reunión anual del Colegio Americano de Neuropsicofarmacología (American College of Neuropsychopharmacology). Sin embargo, los datos y conclusiones presentados en reuniones por lo general se consideran como preliminares hasta que se publiquen en una revista médica revisada por profesionales.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Kathleen Page, M.D., assistant professor, clinical medicine, Keck School of Medicine, University of Southern California, Los Angeles; Lona Sandon, R.D., assistant professor, clinical nutrition, University of Texas Southwestern Medical Center at Dallas; Corn Refiners Association, news release, Dec. 9, 2014; American College of Neuropsychopharmacology meeting, Phoenix, Ariz., Dec. 10, 2014
HealthDay
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