Nuevo avance en la lucha contra la resistencia en el cáncer de pulmón
Científicos descubren una vía que promueve el mantenimiento de la enfermedad residual y aplican con éxito un fármaco que la elimina en ratones.
Entre el 10 y el 35% de los pacientes con cáncer de pulmón no microcítico (NSCLC) son portadores de mutaciones en el gen EGFR. Aunque el advenimiento de erlotinib durante la última década ha supuesto un avance en la lucha contra los tumores EGFR+, hasta el 30% de los pacientes presentan resistencia primaria a este fármaco. Además, la mayoría de los pacientes que sí responden acaban desarrollando resistencia adquirida, con respuesta incompleta y una enfermedad residual mantenida por células resistentes. La base biológica de la resistencia adquirida es desconocida, principalmente porque los pacientes en la fase tardía de la enfermedad raramente son sometidos a cirugía, lo que impide la obtención de muestras tumorales relevantes.
Ahora, científicos de diferentes centros de investigación de los EEE.UU. han conseguido analizar uno de estos tumores, usando una técnica de secuenciación de última generación. Sorprendentemente, el tumor seguía presentando la diana molecular de erlotinib, sin haber adquirido nuevas mutaciones que confirieran resistencia. Esto sugirió la participación de una nueva vía de señalización, que fue descubierta al trasplantar el tumor en ratones. Aunque en estos animales erlotinib seguía inhibiendo la actividad del EGFR, la actividad de la vía NF-kappaB aumentó 10 veces. El incremento en esta vía es mediado por un complejo bioquímico previamente desconocido y generado en las propias células del tumor. La administración al inicio de la terapia del fármaco experimental PBS-1086, que bloquea la vía Nf-kappaB, en combinación con erlotinib redujo el tamaño del tumor trasplantado.
Dado que los tratamientos combinados al inicio de la terapia ya son comunes en el tratamiento de ciertas formas de melanoma, los autores creen que PBS-1086 podría ser utilizado análogamente en el NSCLC para eliminar la enfermedad residual. Foto: Blakeley et al., Cell Communications
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