Activados genes mediante radiación en ratones
Un ensayo consigue que roedores diabéticos produzcan más insulina
Los genes son, simplemente, instrucciones. Y todos las tenemos casi todas. Por eso a veces lo que falla no es la información, sino que esta no se convierte en algo práctico. Y practicidad, cuando se habla de seres vivos, quiere decir proteínas. Los interruptores son muchos. Pero es la primera vez que se diseña un sistema para activarlos a distancia.
El mecanismo, que ha publicado Science, es complejo. Consiste en introducir en el organismo unas nanopartículas que se unen a uno de los canales atómicos (el del hierro). Cuando se calienta con un campo magnético la partícula, el hierro alcanza la temperatura de 42 grados, que es la que necesita para poner en marcha un proceso en cadena que acaba con la liberación de calcio. Este, a su vez, es el encargado de activar las proteínas que van a producir la insulina. Es decir, desde fuera y con un sistema controlado, se dispara la actividad de un gen que no estaba actuando.
“El gran punto de este sistema es que las ondas como las de la radio pueden penetrar hasta tejidos profundos, y el estímulo puede focalizarse justo donde están las nanopartículas”, ha dicho David Julius, fisiólogo de la Universidad de California en San Francisco.
Eso sí, Jeffrey Friedman, de la Universidad Rockefeller de Nueva York y autor principal del trabajo, indica que el objetivo del ensayo es probar la estimulación mediante radiación, no tratar la diabetes, ya que para eso “hay métodos mucho más sencillos”. Con el ensayo se ha visto que solo se calientan las células a las que se han unido las nanopartículas, pero que este efecto no las mata.
Los investigadores han ido más allá, y han probado con células modificadas genéticamente para que produzcan sus propias nanopartículas, en vez de tener que ser inyectadas. Y los resultados fueron también un ligero aumento de la secreción de insulina.
El mecanismo, que ha publicado Science, es complejo. Consiste en introducir en el organismo unas nanopartículas que se unen a uno de los canales atómicos (el del hierro). Cuando se calienta con un campo magnético la partícula, el hierro alcanza la temperatura de 42 grados, que es la que necesita para poner en marcha un proceso en cadena que acaba con la liberación de calcio. Este, a su vez, es el encargado de activar las proteínas que van a producir la insulina. Es decir, desde fuera y con un sistema controlado, se dispara la actividad de un gen que no estaba actuando.
“El gran punto de este sistema es que las ondas como las de la radio pueden penetrar hasta tejidos profundos, y el estímulo puede focalizarse justo donde están las nanopartículas”, ha dicho David Julius, fisiólogo de la Universidad de California en San Francisco.
Eso sí, Jeffrey Friedman, de la Universidad Rockefeller de Nueva York y autor principal del trabajo, indica que el objetivo del ensayo es probar la estimulación mediante radiación, no tratar la diabetes, ya que para eso “hay métodos mucho más sencillos”. Con el ensayo se ha visto que solo se calientan las células a las que se han unido las nanopartículas, pero que este efecto no las mata.
Los investigadores han ido más allá, y han probado con células modificadas genéticamente para que produzcan sus propias nanopartículas, en vez de tener que ser inyectadas. Y los resultados fueron también un ligero aumento de la secreción de insulina.
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