PUBLICADO EN 'SPIRITUALLY IN CLINICAL PRACTICE'
La gratitud ayudar a mejorar la salud cardiovascular en pacientes con IC
JANO.es · 10 abril 2015 09:57
Un estudio muestra que quienes puntúan alto en sus niveles de gratitud tienen un mejor estado de ánimo, una mayor calidad del sueño, son más autosuficientes y presentan menos biomarcadores inflamatorios.
Investigadores de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, han descubierto que las personas con una insuficiencia cardíaca asintomática que son más agradecidas y reconocen los aspectos positivos de la vida tienen una mejor salud cardiovascular. El trabajo, publicado en la revista Spirituality in Clinical Practice, muestra cómo la gratitud en los pacientes se asoció con menores niveles de biomarcadores inflamatorios relacionados con la salud cardíaca, además de un mejor estado de ánimo, menos sueño y cansancio.
En una investigación previa, habían observado que las personas que se consideraban más espirituales y creyentes tenían un mayor bienestar general, incluyendo una mejor salud física, de ahí que trataran de medir estos beneficios en aquellas personas que son más agradecidas, con la vida en general o con otras personas.
En el estudio, incluyeron a un total de 186 hombres y mujeres que habían sido diagnosticados con insuficiencia cardíaca asintomática (etapa B) hacía al menos 3 meses. Esta fase engloba a aquellos pacientes que han desarrollado la enfermedad (que, por ejemplo, han sufrido un infarto que daña el corazón) pero no muestran síntomas de insuficiencia cardíaca, como falta de aire o fatiga. En la etapa C o de insuficiencia cardiaca sintomática, el riesgo de muerte es 5 veces mayor, explica Paul J. Mills, autor del estudio.
Mediante pruebas psicológicas convencionales, los investigadores midieron los niveles de gratitud y bienestar espiritual de los participantes, y luego compararon los resultados con la calidad del sueño, el cansancio, la autosuficiencia (creencia en la propia capacidad para hacer frente a una situación) y determinados marcadores inflamatorios.
De este modo, encontraron que quienes puntuaban alto en sus niveles de gratitud tenían un mejor estado de ánimo, una mayor calidad del sueño, eran más autosuficientes y tenían menos inflamación, que a menudo puede empeorar la insuficiencia cardíaca. Lo que sorprendió a los investigadores de estos resultados, sin embargo, fue que la gratitud total o parcial fue lo que justificó estos mismos efectos beneficiosos y no el bienestar espiritual.
"Hemos encontrado que el bienestar espiritual se asoció con un mejor estado de ánimo y el sueño, pero sólo cuando también había gratitud, no por la espiritualidad en sí", afirma Mills. Con el objetivo de corroborar estos hallazgos, los investigadores pidieron a algunos de los pacientes que durante 8 semanas escribieran tres cosas de las que estaban agradecidos cada día.
Durante ese tiempo, los pacientes siguieron recibiendo la atención médica necesaria, y vieron que quienes mantenían los mismos agradecimientos tenían "reducciones en los niveles circulantes de varios biomarcadores inflamatorios importantes, así como una mayor variabilidad del ritmo cardíaco mientras escribían, lo que se considera una medida de reducción del riesgo cardíaco".
En una investigación previa, habían observado que las personas que se consideraban más espirituales y creyentes tenían un mayor bienestar general, incluyendo una mejor salud física, de ahí que trataran de medir estos beneficios en aquellas personas que son más agradecidas, con la vida en general o con otras personas.
En el estudio, incluyeron a un total de 186 hombres y mujeres que habían sido diagnosticados con insuficiencia cardíaca asintomática (etapa B) hacía al menos 3 meses. Esta fase engloba a aquellos pacientes que han desarrollado la enfermedad (que, por ejemplo, han sufrido un infarto que daña el corazón) pero no muestran síntomas de insuficiencia cardíaca, como falta de aire o fatiga. En la etapa C o de insuficiencia cardiaca sintomática, el riesgo de muerte es 5 veces mayor, explica Paul J. Mills, autor del estudio.
Mediante pruebas psicológicas convencionales, los investigadores midieron los niveles de gratitud y bienestar espiritual de los participantes, y luego compararon los resultados con la calidad del sueño, el cansancio, la autosuficiencia (creencia en la propia capacidad para hacer frente a una situación) y determinados marcadores inflamatorios.
De este modo, encontraron que quienes puntuaban alto en sus niveles de gratitud tenían un mejor estado de ánimo, una mayor calidad del sueño, eran más autosuficientes y tenían menos inflamación, que a menudo puede empeorar la insuficiencia cardíaca. Lo que sorprendió a los investigadores de estos resultados, sin embargo, fue que la gratitud total o parcial fue lo que justificó estos mismos efectos beneficiosos y no el bienestar espiritual.
"Hemos encontrado que el bienestar espiritual se asoció con un mejor estado de ánimo y el sueño, pero sólo cuando también había gratitud, no por la espiritualidad en sí", afirma Mills. Con el objetivo de corroborar estos hallazgos, los investigadores pidieron a algunos de los pacientes que durante 8 semanas escribieran tres cosas de las que estaban agradecidos cada día.
Durante ese tiempo, los pacientes siguieron recibiendo la atención médica necesaria, y vieron que quienes mantenían los mismos agradecimientos tenían "reducciones en los niveles circulantes de varios biomarcadores inflamatorios importantes, así como una mayor variabilidad del ritmo cardíaco mientras escribían, lo que se considera una medida de reducción del riesgo cardíaco".
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