AMPUTACIÓN
Traslado rápido y atención extrahospitalaria permiten que un macroimplante sea viable
A diferencia de los microimplantes, en el macrorreimplante no se debería tardar más de unas seis u ocho horas.
María R. Lagoa. Vigo | 06/04/2016 15:06
Beatriz Postigo, Enrique Moledo, el paciente César González, Luis Geremías y Rafael Otero. (Povisa)
Un traslado rápido al centro hospitalario de referencia y una primera atención extrahospitalaria que controle la hemorragia y mantenga al paciente en condiciones adecuadas, son las claves para que un macroimplante resulte viable. Así lo han remarcado Enrique Moledo, jefe del Servicio de Cirugía Plástica y Reconstructiva de Povisa (Vigo), y Rafael Otero, del Servicio de Traumatología del mismo hospital. Ambos han comparecido junto al director asistencial, Luis Geremías, y Beatriz Postigo, también del equipo de Cirugía Plástica y Reconstructiva, para explicar los pormenores de la exitosa operación practicada a César González Quintas, de 32 años, quien sufrió la amputación de su brazo derecho, por encima de la muñeca, durante un accidente laboral registrado el pasado día 23 cuando manipulaba una amasadora de hormigón. Povisa es centro de referencia en el sur de Galicia para cirugía de la mano.
"A diferencia de lo que sucede con los microimplantes, en los que se puede actuar dentro de un plazo de 24 horas, en los macroimplantes el tiempo apremia, no se puede tardar en intervenir más de 6-8 horas", ha significado Enrique Moledo. Diez minutos después de producirse el siniestro, el paciente fue atendido en el centro de salud de Laza, trasladado en menos de una hora a Povisa en el helicóptero del 061 y a las cuatro de la tarde ya estaba en el quirófano. "Fue todo volado", ha comentado hoy gráficamente César González.
La labor realizada por los profesionales del centro de salud fue determinante, le colocaron una férula y envolvieron la parte del brazo seccionada: "Hubo un trabajo muy bueno antes de que el paciente llegara al hospital; se controlaron las hemorragias, que es muy importante porque estas intervenciones son largas, y el miembro venía bien preparado", ha señalado Moledo.
A tenor de los datos que ha facilitado, los macroimplantes son raros, con una media de un caso cada dos años. Su viabilidad supera el 80 por ciento siempre que se la intervención se haga dentro del límite horario y el paciente llegue a quirófano en buen estado. Para que el reimplante culmine con éxito es esencial que la conexión vascular funcione.
El caso de Povisa planteó dificultades porque se produjo "un arrancamiento sucio", dado que accidente fue causado por una hormigonera y la extremidad llegó al hospital sujeta por un solo tendón. "La mano venía colgando, no contaba con ella la verdad", ha confesado César González. El traumatólogo Rafael Otero ha precisado que se trataba de una fractura abierta muy compleja, se habían perdido el radio, el cúbito y tejido óseo. La cirugía duró ocho horas y en ella participó un equipo de diez personas. Lo primero fue lograr una consolidación ósea y seguidamente unir las arterias, las venas, los nervios y los tendones utilizando técnicas avanzadas de microcirugía, "hay que conseguir que la sangre entre y salga de la mano".
El paciente comienza a mover los dedos, aunque todavía carece de sensibilidad. Abandonará mañana el hospital una vez superado el período crítico de quince días y evitado el riesgo de infección inicial. No obstante, quedarán secuelas y el grado de funcionalidad es todavía imprevisible, según Enrique Moledo: "Es como un jarrón roto, por mucho que lo pegues, siempre se nota". Resta un camino largo de al menos dos años. La recuperación nerviosa comienza transcurridos dos meses desde la operación y después hay que afrontar el período de rehabilitación.
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