Journal of Consumer Psychology
La sobreexposición a imágenes de alimentos eleva la saciedad
Observar de forma continua fotos de comida puede reducir el placer que se experimenta al comer.
Redacción. Madrid | 09/10/2013 00:00
Observar de forma continua fotos de comida puede reducir el placer que se experimenta al comer, según un estudio liderado por Jeff Larson y Ryan Elder, de la Universidad Brigham Young, en Estados Unidos. "En cierto modo, uno se cansa del sabor incluso sin probar la comida. Es aburrimiento sensorial", afirma Elder.
La investigación, que se publica en Journal of Consumer Psychology, reclutó a 232 personas, a los que se les pidió que miraran y evaluaran imágenes de comida.
En uno de los estudios, la mitad de los participantes vieron 60 fotografías de dulces y el otro grupo el mismo número de imágenes de patatas y snacks salados. Tras valorar cada foto, cada participante debía comer cacahuetes y evaluar cuánto les gustaba comerlos. Al final del experimento en el grupo de la comida salada, disfrutaron menos de los cacahuetes incluso aunque nunca aparecieron en las imagenes que se les enseñaron.
Según los investigadores, los individuos terminaron por hartarse de la experiencia sensorial salada. Se trata, según Elder y Larson, de una sobreexposición a las imágenes de comida, que terminan por saturar, entendiendo ésta como la reducción del placer debido a un consumo repetido.
La investigación, que se publica en Journal of Consumer Psychology, reclutó a 232 personas, a los que se les pidió que miraran y evaluaran imágenes de comida.
En uno de los estudios, la mitad de los participantes vieron 60 fotografías de dulces y el otro grupo el mismo número de imágenes de patatas y snacks salados. Tras valorar cada foto, cada participante debía comer cacahuetes y evaluar cuánto les gustaba comerlos. Al final del experimento en el grupo de la comida salada, disfrutaron menos de los cacahuetes incluso aunque nunca aparecieron en las imagenes que se les enseñaron.
Según los investigadores, los individuos terminaron por hartarse de la experiencia sensorial salada. Se trata, según Elder y Larson, de una sobreexposición a las imágenes de comida, que terminan por saturar, entendiendo ésta como la reducción del placer debido a un consumo repetido.
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