Naiara Brocal Carrasco. Madrid | 18/07/2016 00:00
La
Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) publicó la semana pasada un documento exhaustivo que pretende servir de guía para evitar, si es posible, el efecto nocivo sobre el curso de la enfermedad y sus exacerbaciones y reducir el riesgo de interacciones.
El artículo, aparecido en
Circulation, "pone de manifiesto las dificultades que surgen en el tratamiento con estos pacientes", señala
Sonia Mirabet, vocal de la Sección de IC de la
Sociedad Española de Cardiología (SEC), que expone que, en la clínica,
"el principal conflicto surge con los quimioterápicos".
Los pacientes con IC sufren, de media, cinco condiciones médicas distintas y toman 6,8 medicamentos de prescripción a diario. A éstos, advierte la AHA, se suman fármacos y complementos del ámbito de la automedicación, de los que los mayores serían los principales consumidores: en Estados Unidos tomarían cuatro diferentes a diario.
Aunque son los medicamentos de prescripción, con casi ochenta principios activos reseñados, los protagonistas del documento. Los fármacos pueden perjudicar al paciente de distintas formas: por presentar toxicidad o alterar la contractilidad cardiaca, interaccionando con la farmacoterapia o al acompañarse de sodio.
Además,
preparados con hipérico, ginseng, espino blanco y té verde incrementan el riesgo de interacciones con la medicación habitual de la IC. "Muchos pacientes no los consideran fármacos sino productos naturales, y no es infrecuente que no informen a sus médicos de su consumo", advierte
Ángel Castellanos, portavoz de la
Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc).
La AHA recomienda, para reducir estos posibles problemas, la conciliación de la medicación en cada visita médica o admisión hospitalaria.
Menos pastillasTambién aconseja disminuir la carga de medicalización: propone emplear terapias que atajen distintas comorbilidades a la vez; evitar añadir más fármacos para tratar los efectos adversos, y expone que el uso a demanda de los tratamientos debe limitarse a los absolutamente necesarios.
Javier Gamarra, de la
Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia(SEMG), advierte de que hay que hacer hincapié en que los pacientes no perpetúen tratamientos instaurados para procesos agudos, como pudiera suceder con los fármacos analgésicos.
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