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Institutos Nacionales de la Salud
Los golpes en la cabeza podrían afectar el aprendizaje de los atletas universitarios
Algunos jugadores de fútbol y hockey muestran declives después de la temporada, halla un estudio
Traducido del inglés: jueves, 17 de mayo, 2012
MIÉRCOLES, 16 de mayo (HealthDay News) -- Un nuevo estudio, que utilizó pruebas de la función mental y cascos especiales para medir el impacto de los golpes en la cabeza, halló que algunos atletas universitarios de deportes de contacto mostraban señales de un declive temporal en la capacidad de aprendizaje tras las lesiones repetitivas en la cabeza.
Tras un seguimiento de una sola temporada, 24 por ciento de los jugadores de fútbol y hockey tuvieron un rendimiento bajo en una prueba sobre el aprendizaje nuevo posterior a la temporada, frente a 4 por ciento de los atletas de deportes en que no hay contacto, como pista, remo y esquí de fondo.
Sin embargo, en estos atletas de tres universidades de la división I de la NCAA no se observaron efectos cumulativos por los años de jugar al hockey o al fútbol, y la mayoría de jugadores no mostraron declives en la capacidad de aprendizaje al final de la temporada, apuntaron los investigadores.
"En general, los atletas de contacto que se golpeaban las cabezas en sus deportes no rendían de forma distinta al inicio de la temporada ni significativamente al final de la temporada, si solo se observan los promedios grupales", señaló el autor del estudio, el Dr. Thomas McAllister. "Hasta cierto punto, lo considero una noticia buena y tranquilizadora".
Pero "podría haber un subgrupo de atletas que se golpean la cabeza una y otra vez, y eso no es bueno", dijo McAllister, profesor distinguido de psiquiatría y neurología de la Facultad de Medicina Geisel de la Universidad de Dartmouth.
Se necesita más investigación para determinar si ese daño es a corto o a largo plazo, apuntaron los autores.
El estudio, que aparece en la edición en línea del 16 de mayo de la revista Neurology, observó a 214 jugadores de equipos universitarios inscritos en la Universidad de Brown, la Universidad de Dartmouth y la Universidad Tecnológica de Virginia entre 2007 y 2010. Fueron comparados con 45 atletas de deportes que no eran de contacto.
La mayoría de atletas eran hombres. Ninguno tenía antecedentes de conmoción cerebral, y este estudio no se enfocó en las conmociones.
Para el estudio, los jugadores de deportes de contacto usaron cascos especiales que tenían dispositivos que contaban los impactos en la cabeza superiores a cierta potencia y que registraban distintos tipos de aceleración, por ejemplo "la aceleración rotativa, o sea alrededor del centro de gravedad de la cabeza", explicó McAllister.
Durante una temporada, en promedio los jugadores de contacto recibieron 469 golpes en la cabeza.
Para observar los efectos posibles de esos golpes sobre el rendimiento académico, los atletas tomaron la prueba computarizada "ImPACT", muy usada para explorar la conmoción, justo antes y después de la temporada para buscar declives en las habilidades de pensamiento y memoria. En general, no se observaron diferencias significativas entre los jugadores de deportes de contacto y sin contacto.
"Tampoco hubo evidencia de un efecto acumulativo con los años", dijo McAllister.
Para buscar a mayor profundidad, los investigadores administraron a un grupo más pequeño de atletas de una sola universidad una batería de pruebas neuropsicológicas.
Hallaron que en una prueba de capacidad de aprendizaje verbal "a casi cuatro veces más de los atletas de deportes de contacto les iba [significativamente] peor de lo que de otra forma se predeciría", apuntó McAllister.
Comentó que otras investigaciones sugieren que las diferencias genéticas podrían hacer a algunos jugadores más vulnerables a los efectos de las lesiones en la cabeza que otros.
El Dr. Howard Derman, director médico del Centro Metodista de la Conmoción Cerebral en Houston, dijo que no concluiría que la mayoría de los jugadores no habían resultado afectados. Dado que el estudio solo evaluó a los atletas antes y después de la temporada, los hallazgos "me darían un falso sentido de seguridad", planteó.
Las pruebas durante la temporada tendrían más probabilidades de detectar los cambios a corto plazo en la función cerebral, señaló.
"¿Y si hicieran una prueba de línea base, una a las cuatro semanas, una a las ocho y otra a las doce?", sugirió Derman. "Si pudiéramos decir que [en un momento dado] hubo una diferencia, podría implicar que sucede algo, y que justo al final se recuperan. Pero eso no significa que no haya habido un daño microscópico en el cerebro en esos periodos".
"La implicación (que no hay cambio con el estudio de ImPACT, y que por lo tanto no hay daño cerebral) no es una conclusión a la que llegaría, a menos que no hubiera cambios en la prueba ImPACT secuencialmente durante todo el periodo", explicó.
Los resultados de esta investigación no se pueden extrapolar a atletas no universitarios, según el estudio. Fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. y el Comité Operativo Nacional sobre Estándares para el Equipo Atlético.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
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