Nuevos datos
Entrenar la potencia a los 90 años mejora la funcionalidad
El trabajo multicomponente eleva la fuerza, potencia y masa muscular en institucionalizados, según un estudio de la Universidad Pública de Navarra.
Isabel Gallardo Ponce. Madrid | igallardo@diariomedico.com | 07/10/2013 00:00
El ejercicio de fuerza puede realizare en prensas de piernas. (DM)
Según Izquierdo, el trabajo contó con 24 personas de entre 91 y 96 años durante 12 semanas, y se observó que el grupo de estudio "mejoró la fuerza, la potencia y la masa muscular, lo que aumentó la velocidad al caminar, una mayor habilidad para levantarse de la silla, una mejora del equilibrio de la potencia y la masa musculares en las extremidades inferiores y una reducción significativa de la incidencia de caídas". Los resultados no sólo indican mejoras en la capacidad física de ancianos frágiles, sino que demuestran que el entrenamiento de potencia es aplicable en esta población para prevenir el impacto del envejecimiento.
Beneficios
Según ha explicado Izquierdo a DM, la capacidad funcional del sistema neuromuscular, cardiovascular y respiratorio disminuye progresivamente debido al envejecimiento. La literatura indica que las personas de 75 años presentan, con respecto a los jóvenes de 20 años, una disminución del 45 por ciento de la resistencia aeróbica, un 40 por ciento de la fuerza de prensión, un 70 por ciento de la fuerza de las piernas, un 50 por ciento de la movilidad articular y un 90 por ciento de la coordinación neuromuscular.
"De hecho, la pérdida de función, fuerza y masa muscular es uno de los principales factores que influyen en la génesis de la discapacidad. Los programas de entrenamiento de fuerza probablemente constituyen la medida preventiva más eficaz para retrasar la aparición de sarcopenia y/o fragilidad".
¿Qué ejercicios?
Izquierdo plantea que aplicar diferentes estímulos en un mismo programa puede producir mayores ganancias funcionales. Si es necesario reforzar un aspecto u otro -el equilibrio en ancianos con caídas de repetición, por ejemplo- deberán adecuarse los objetivos para "mejorar la capacidad funcional con progresos en el equilibrio, la marcha y en la reducción del riesgo y caídas". El diseño de un programa de ejercicio debe incluir recomendaciones sobre variables de intensidad, potencia, volumen y frecuencia de entrenamiento.
"¿A qué se espera para la prescripción de ejercicio como una medicina? ¿Para cuándo se recetará practicar ejercicio dos días a la semana en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares y crónicas como el declive de la capacidad funcional? ¿Por qué no se prescribe el entrenamiento de fuerza muscular en el tratamiento y prevención de la discapacidad de los mayores considerados frágiles o en diabetes tipo 2? Queda mucho por hacer, pero las posibilidades del ejercicio físico como la nueva píldora del siglo XXI son realmente estimulantes", concluye Izquierdo.
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