OPCIÓN TERAPÉUTICA
Injerto de médula no ablativo, útil en anemia falciforme
En la mitad de los adultos tratados con este trasplante modificado se pudo interrumpir la inmunosupresión.
Redacción. Madrid | dmredaccion@diariomedico.com | 02/07/2014 00:00
Imagen de sangre del paciente con anemia falciforme antes (izda.) y después del trasplante parcial. (JAMA)
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Un tipo de trasplante de médula ósea de baja intensidad podría convertirse en una opción terapéutica para los pacientes adultos con anemia falciforme. El injerto de células madre hematopoyéticas alogénicas mieloablativo es el tratamiento curativo de la anemia falciforme grave en los niños, pero su elevada toxicidad lo desancoseja en adultos. Un trabajo que se publica hoy en JAMA, dirigido por Matthew M. Hsieh, del Instituto Nacional de Diabetes, y Enfermedades Renales y Digestivas de Estados Unidos (Bethesda), ha demostrado que un régimen modificado de este trasplante es útil en los adultos con esa enfermedad.
En concreto, los médicos han recurrido a un trasplante parcialmente alogénico, con células madre de donantes que eran familiares de los enfermos, y en el que se redujeron las dosis de quimio y radioterapia previas al injerto; aquéllas que, con el método convencional, se utilizan para borrar la médula ósea del paciente.
Interrupción
El estudio piloto se ha efectuado con 30 pacientes (de entre 16 a 65 años) con anemia falciforme grave, que recibieron este injerto no mieoloablativo y, después, una terapia inmunosupresora. Los médicos desarrollaron un protocolo para que, al año de tratamiento, los enfermos seleccionados interrumpieran la medicación con inmunosupresores. La mitad de los pacientes trasplantados pudieron suspender este tratamiento sin experimentar rechazo ni enfermedad de injerto contra huésped; el seguimiento duró una mediana de 3,4 años.
El estudio piloto se ha efectuado con 30 pacientes (de entre 16 a 65 años) con anemia falciforme grave, que recibieron este injerto no mieoloablativo y, después, una terapia inmunosupresora. Los médicos desarrollaron un protocolo para que, al año de tratamiento, los enfermos seleccionados interrumpieran la medicación con inmunosupresores. La mitad de los pacientes trasplantados pudieron suspender este tratamiento sin experimentar rechazo ni enfermedad de injerto contra huésped; el seguimiento duró una mediana de 3,4 años.
"Normalmente, un paciente receptor de trasplante de médula ósea debe tomar inmunosupresores toda su vida", recuerda Hsieh. "El hecho de que los pacientes que interrumpieran la medicación pudieran hacerlo de forma segura indica que el régimen de trasplante parcial es seguro".
La media anual de hospitalizaciones era de 3,2 al año antes del trasplante, y de 0,63 el primer año tras el injerto, 0,19, en el segundo años, y 0,11 en el tercero. También se registró un descenso significativo del empleo de analgésicos: las dosis bajaron de los 639 mg semanales en el momento del trasplante a los 140 mg seis meses después.
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