FARMACOLOGÍA | Ensayo en fase II
¿El fin de las inyecciones para los afectados por hepatitis C?
- Varias moléculas se perfilan como sucesoras al temido interferón pegilado
- Un estudio acaba de avalar la eficacia de una de ellas: sofosbuvir
- Los resultados son prometedores, pero aún deberá estudiarse en profundidad
Ainhoa Iriberri | Madrid
Actualizado lunes 02/09/2013 17:53 horas
En ocasiones, el tratamiento para determinadas enfermedades parece no avanzar y, en otras, los avances son tan rápidos que casi no da tiempo a actualizarse. Es el caso de la hepatitis C, para la que no hubo nuevas opciones terapéuticas en 20 años y para la que, sin embargo, se están experimentando múltiples tratamientos nuevos en la actualidad. Tantos, que cada vez se vislumbra como una posibilidad más real el poder librarse de una terapia que se utiliza en la actualidad y que muchos de los que se hayan curado gracias a ella recordarán con horror: el interferón pegilado.
Todos los fármacos tienen efectos secundarios pero el interferón es de los que se lleva la palma. La vía de administración es inyectable pero, además, el fármaco provoca una debilidad general como la de la gripe, anemia y depresión, hasta el punto de que, en pacientes con esta dolencia psiquiátrica ya diagnosticada, el medicamento ha de suministrarse bajo vigilancia médica.
Son numerosos los fármacos nuevos que se están probando frente a la hepatitis C y hay dos, incluso, que ya están en el mercado con muy buenos resultados. Se trata de los inhibidores de la proteasa voceprevir y telaprevir que sin embargo, han de administrarse en combinación con el tratamiento tradicional, también combinado y consistente en el interferón pegilado y unos comprimidos de ribavirina.
Además de estos, distintas moléculas pelean en ensayos clínicos más o menos multitudinarios para ser la próxima estrella en el tratamiento de la hepatitis C y tres son las características que harán que gane uno u otro.
La primera, que sean fármacos de administración sencilla, no solo en el sentido de que no se inyecten, sino que puedan tomarse más espaciados. Según explica el jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General de Valencia, Enrique Ortega, a ELMUNDO.ES este es, precisamente, uno de los defectos de los ya comercializados, de los que los pacientes han de tomar seis o doce comprimidos divididos en tres tomas diarias.
La segunda, que sean pangenotípicos, es decir, sean igualmente eficaces para los genotipos 2 y 3 –lo más fáciles de erradicar y que se curan bien con el actual aunque molesto tratamiento- y para los más esquivos a la acción farmacológica, el genotipo 1 (el más frecuente en España) y el 4. Con estas dos características se están estudiando con éxito varias moléculas: faldaprevir, daclatasvir asunaprevir, simeprevir y sofosbuvir.
Pero la tercera característica, la que le haría el deseado entre los deseados, es que se pueda administrar sin interferón y cumpla también las otras dos cualidades. "A lo que se aspira es a un fármaco que cure los genotipos más difíciles, sin interferón, en una sola dosis y en solo 12 semanas", subraya Ortega.
Si en ensayos anteriores, el fármaco había demostrado eficacia en una sola dosis y sin interferón para los genotipos 2 y 3, el trabajo que recoge ahora la revista estadounidense avala su eficacia frente al genotipo 1, también sin el molesto fármaco inyectable.
Investigadores del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID) han liderado este ensayo clínico, aún en fase II (y, por lo tanto, con pocos participantes) y con pacientes que tenían el hígado ya dañado, lo más difíciles de tratar. El trabajo constó de dos fases. En la primera, 10 voluntarios recibieron ribavirina (distintas dosis según su peso) y una dosis diaria de sofosbuvir durante seis meses. Nueve participantes completaron el tratamiento y, tras 12 semanas de recibirlo, el virus de la hepatitis C ya estaba indetectable en sangre y así continuaba a los seis meses del inicio del tratamiento.
En la siguiente fase se escogió a 50 voluntarios, 13 de los cuales tenían bastante dañado el hígado. Todos ellos se trataron con sofosbuvir, la mitad en combinación con ribavirina según su peso y el resto con una dosis baja de este fármaco, que también tiene efectos secundarios, como anemia. A los seis meses, 24 de los participantes del primer grupo no mostraban el virus en sangre, cifra que se redujo a 17 seis meses después de terminar, cuando realmente se puede decir que un paciente está curado. En el segundo grupo, los resultados fueron algo peores: 22 terminaron el tratamiento, 22 no tenían virus cuando acabó, pero solo 12 aguantaron así otros seis meses y se consideraron curados.
"En general vimos unas tasas de curación de alrededor del 70% usando regímenes en combinación que no incluían interferón, un resultado que anima mucho, sobre todo si se tiene en cuenta la proporción de voluntarios con características de mal pronóstico", explica en un comunicado el autor principal, Shyam Kottilil.
Mientras tanto, en España, Ortega también valora como muy prometedor este nuevo fármaco, un inhibidor de la proteasa. En general, apunta este experto, el 'boom' que se está viviendo en torno a la hepatitis C está sobre todo provocado por la aparición de familias de fármacos que tienen acción directa sobre distintas partes del virus, mientras que la ribavirina y el interferón actuaban sobre el sistema inmune. Además de los inhibidores de la proteasa, comenta, también se están estudiando los inhibidores de la NS5A y los inhibidores de la polimerasa.
"Al final se irá hacia las combinaciones orales libres de interferón, se acortará y se simplificará el tratamiento, que valdrá además para todos los genotipos", apunta el experto.
Sin embargo, no todo es tan bonito como parece, sobre todo si se estudia un factor del que, lógicamente, los laboratorios no quieren hablar mucho. Se trata del precio de los nuevos tratamientos que, según Ortega, "superará al de los fármacos más recientes, que ya es elevado". "Es un problema de rentabilidad en la investigación. Los inhibidores de la proteasa que se utilizan en el VIH no son tan caros porque se trata de fármacos que hay que tomar toda la vida, pero estos no; como el VHC no se integra se puede erradicar y, por lo tanto, el paciente se cura y no ha de tomar el tratamiento por más tiempo", concluye.
Todos los fármacos tienen efectos secundarios pero el interferón es de los que se lleva la palma. La vía de administración es inyectable pero, además, el fármaco provoca una debilidad general como la de la gripe, anemia y depresión, hasta el punto de que, en pacientes con esta dolencia psiquiátrica ya diagnosticada, el medicamento ha de suministrarse bajo vigilancia médica.
Son numerosos los fármacos nuevos que se están probando frente a la hepatitis C y hay dos, incluso, que ya están en el mercado con muy buenos resultados. Se trata de los inhibidores de la proteasa voceprevir y telaprevir que sin embargo, han de administrarse en combinación con el tratamiento tradicional, también combinado y consistente en el interferón pegilado y unos comprimidos de ribavirina.
Además de estos, distintas moléculas pelean en ensayos clínicos más o menos multitudinarios para ser la próxima estrella en el tratamiento de la hepatitis C y tres son las características que harán que gane uno u otro.
La primera, que sean fármacos de administración sencilla, no solo en el sentido de que no se inyecten, sino que puedan tomarse más espaciados. Según explica el jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General de Valencia, Enrique Ortega, a ELMUNDO.ES este es, precisamente, uno de los defectos de los ya comercializados, de los que los pacientes han de tomar seis o doce comprimidos divididos en tres tomas diarias.
La segunda, que sean pangenotípicos, es decir, sean igualmente eficaces para los genotipos 2 y 3 –lo más fáciles de erradicar y que se curan bien con el actual aunque molesto tratamiento- y para los más esquivos a la acción farmacológica, el genotipo 1 (el más frecuente en España) y el 4. Con estas dos características se están estudiando con éxito varias moléculas: faldaprevir, daclatasvir asunaprevir, simeprevir y sofosbuvir.
Pero la tercera característica, la que le haría el deseado entre los deseados, es que se pueda administrar sin interferón y cumpla también las otras dos cualidades. "A lo que se aspira es a un fármaco que cure los genotipos más difíciles, sin interferón, en una sola dosis y en solo 12 semanas", subraya Ortega.
Una opción prometedora
La revista 'JAMA' acaba de publicar un estudio muy prometedor en este sentido, con una molécula de la que ya se había leído favorablemente en el 'New England Journal of Medicine', sofosbuvir.Si en ensayos anteriores, el fármaco había demostrado eficacia en una sola dosis y sin interferón para los genotipos 2 y 3, el trabajo que recoge ahora la revista estadounidense avala su eficacia frente al genotipo 1, también sin el molesto fármaco inyectable.
Investigadores del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID) han liderado este ensayo clínico, aún en fase II (y, por lo tanto, con pocos participantes) y con pacientes que tenían el hígado ya dañado, lo más difíciles de tratar. El trabajo constó de dos fases. En la primera, 10 voluntarios recibieron ribavirina (distintas dosis según su peso) y una dosis diaria de sofosbuvir durante seis meses. Nueve participantes completaron el tratamiento y, tras 12 semanas de recibirlo, el virus de la hepatitis C ya estaba indetectable en sangre y así continuaba a los seis meses del inicio del tratamiento.
En la siguiente fase se escogió a 50 voluntarios, 13 de los cuales tenían bastante dañado el hígado. Todos ellos se trataron con sofosbuvir, la mitad en combinación con ribavirina según su peso y el resto con una dosis baja de este fármaco, que también tiene efectos secundarios, como anemia. A los seis meses, 24 de los participantes del primer grupo no mostraban el virus en sangre, cifra que se redujo a 17 seis meses después de terminar, cuando realmente se puede decir que un paciente está curado. En el segundo grupo, los resultados fueron algo peores: 22 terminaron el tratamiento, 22 no tenían virus cuando acabó, pero solo 12 aguantaron así otros seis meses y se consideraron curados.
"En general vimos unas tasas de curación de alrededor del 70% usando regímenes en combinación que no incluían interferón, un resultado que anima mucho, sobre todo si se tiene en cuenta la proporción de voluntarios con características de mal pronóstico", explica en un comunicado el autor principal, Shyam Kottilil.
Mientras tanto, en España, Ortega también valora como muy prometedor este nuevo fármaco, un inhibidor de la proteasa. En general, apunta este experto, el 'boom' que se está viviendo en torno a la hepatitis C está sobre todo provocado por la aparición de familias de fármacos que tienen acción directa sobre distintas partes del virus, mientras que la ribavirina y el interferón actuaban sobre el sistema inmune. Además de los inhibidores de la proteasa, comenta, también se están estudiando los inhibidores de la NS5A y los inhibidores de la polimerasa.
"Al final se irá hacia las combinaciones orales libres de interferón, se acortará y se simplificará el tratamiento, que valdrá además para todos los genotipos", apunta el experto.
Sin embargo, no todo es tan bonito como parece, sobre todo si se estudia un factor del que, lógicamente, los laboratorios no quieren hablar mucho. Se trata del precio de los nuevos tratamientos que, según Ortega, "superará al de los fármacos más recientes, que ya es elevado". "Es un problema de rentabilidad en la investigación. Los inhibidores de la proteasa que se utilizan en el VIH no son tan caros porque se trata de fármacos que hay que tomar toda la vida, pero estos no; como el VHC no se integra se puede erradicar y, por lo tanto, el paciente se cura y no ha de tomar el tratamiento por más tiempo", concluye.
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