ESTUDIO | Efectos en la salud del bebé
Más riesgo cardiovascular en hijos de parejas infértiles
- Un 3% de los niños españoles son fruto de técnicas de reproducción asistida
- Un estudio indica que tienen más riesgo de presentar arterias más gruesas
Ainhoa Iriberri | Madrid
Actualizado miércoles 18/09/2013 19:14 horas
La primera niña nacida por fecundación in vitro se llamó Louise Brown. Su llegada al mundo ocupó las portadas de todos los periódicos, pero los titulares diferían mucho de un medio a otro. Algunos lo calificaban como el milagro del siglo, mientras otros llegaron a definirla como una abominación moral. El tiempo ha demostrado que los críticos no tenían razón. La FIV se ha estabilizado como una técnica más de reproducción asistida y ha ido perfeccionando su eficacia, hasta el punto que alrededor de un 3% de los niños nacidos hoy en España han sido concebidos a través de esta y otras técnicas de reproducción asistida (TRA) similares.
Esta buena noticia se ve, sin embargo, empañada regularmente por estudios con títulos inquietantes, todos ellos relacionados con posibles riesgos para la salud de los antes conocidos como bebés probeta. El último de ellos se acaba de publicar en la revista 'Circulation' y afirma que los niños fruto de las TRA tienen un mayor riesgo de presentar una remodelación en el corazón o las arterias. En otras palabras, un corazón más grande y unas arterias más gruesas que pueden implicar una mayor tensión arterial y, por lo tanto, un importante factor de riesgo cardiovascular en la edad adulta. "No es una enfermedad por sí misma, eso hay que dejarlo claro", explica a ELMUNDO.es el jefe del Servicio de Medicina Maternofetal de los hospitales Clínic y Sant Joan de Déu de Barcelona, Eduard Gratacós, autor principal del trabajo.
Este estudio, como otros similares publicados antes, exculpa a la técnica que desarrollaron Patrick Steptoe, ginecólogo del Hospital General de Oldham, y Robert Edwards, fisiólogo de la Universidad de Cambridge y que en 2010 fue galardonada con un Nobel. Por el contrario, se sospecha que estos problemas estarían motivados por la edad avanzada de los padres, mayor que la media de progenitores que dan a luz espontáneamente y por la infertilidad subyacente de los mismos. "En este caso no se ha hecho, pero en otros que estudiaban malformaciones congénitas, sí. Si se compara la presencia de estas entre mujeres infértiles que se han sometido a TRA y mujeres infértiles que, al cabo de muchos años, han tenido un embarazo espontáneo, la tasa es similar", ejemplifica el autor.
No alarmar parece ser la principal preocupación de los firmantes de este estudio. De hecho, acompañan su hallazgo con una buena noticia: estas anomalías cardiovasculares pueden revertirse con una dieta rica en Omega 3, la clásica alimentación cardiosaludable con abundante pescado azul y grasas vegetales como el aceite de oliva. En realidad, reconoce Gratacós, son las mismas recomendaciones que se haría a un niño sano, pero con la diferencia de que el niño nacido de padres infértiles cuenta con un riesgo adicional, equiparable al de un niño obeso o diabético.
Los investigadores empezaron a analizar el asunto tras oír las conclusiones de otro estudio publicado en la misma revista en 2012. En él, se afirmaba que niños de 10 años nacidos por TAR presentaban hipertensión. "Nos pareció interesante y decidimos buscar una serie de 100 mujeres embarazadas por TRA y seguir a los niños hasta los seis meses de edad", explica el autor principal. Sus conclusiones fueron claras: los pequeños mostraban remodelado vascular y cardiaco en comparación con otros 100 niños que actuaron como grupo control y fueron concebidos de forma natural.
El director del IVI Madrid –el mayor grupo de clínicas de reproducción asistida-, José Antonio García Velasco, no cree que este estudio vaya a cambiar las cosas> ni hará que los especialistas en reproducción asistida deban advertir a los futuros padres de este riesgo. "No se incluirá, por ejemplo, en el consentimiento informado que han de firmar pero seguro que despertará la realización de nuevos estudios", señala.
Para García Velasco, este estudio, "realizado por grandes expertos en cirugía maternofetal", tiene sin embargo, un importante defecto: el tamaño muestral. "Son solo 100 casos y puede que las conclusiones sean estadísticamente significativas, pero no tienen por qué tener impacto clínico", señala el especialista, que advierte del daño que puede hacer la difusión de este tipo de trabajos. "Ya se sabe que hay más problemas en niños nacidos de parejas infértiles, porque son embarazos normalmente más complejos, en los que hay más patología, más bajo peso...", explica. Precisamente por esta razón y para 'limpiar' de culpa a las TRA, García Velasco apunta a que el diseño idóneo para este tipo de estudios es el que compara a mujeres infértiles que se someten a FIV con mujeres fértiles que se tuvieran que someter a una FIV por tener hecha una ligadura.
Los autores del estudio explican que aún hay preguntas que contestar en este campo. Por ejemplo, saber el efecto de las diferentes técnicas de reproducción asistida en el riesgo. Pero también habría que conocer el impacto real en la edad adulta de esta remodelación en arterias y corazón. Aunque Gratacós lo equipara al de un niño que sufre diabetes tipo 1 o tiene hipertensión, que presentará un riesgo mayor de enfermedad cardiovascular al acercarse a los 40 años, la realidad es que ni siquiera la primera niña nacida por FIV ha cumplido esa edad.
En cualquier caso, el autor reconoce que esto no debe de suponer un gran cambio para los progenitores de niños nacidos por reproducción asistida ni para los médicos que les ayudan en su deseo de ser padres. "Se podría decir que eviten que sus hijos se pongan obesos, pero es algo que hoy en día se recomienda a todos los padres", comenta.
El artículo se acompaña de un editorial firmado por Baskaran Thilaganathan, profesor del Hospital St. George de Londres. En el texto, el autor señala que existe una gran similitud entre los cambios observados por los especialistas catalanes en los niños nacidos tras TRA que los vistos en niños concebidos naturalmente pero que experimentaron restricción de crecimiento y prematuridad asociada. "Un punto clave que hay que entender es la relevancia de la estructura y función cardiaca alterada en la salud a largo plazo", escribe Thilaganathan. Para el autor, se debe prestar especial atención a los marcadores perinatales más relevantes de forma que se pueda desarrollar un consejo dirigido para minimizar el riesgo cardiovascular de los más pequeños.
El autor del estudio añadió al presentar su estudio que existe una tecnología que permite predecir qué niños nacidos por TRA sufrirán el remodelado cardiaco o no. Se trata de la ecocardiografía fetal, que permite seleccionar "con una fiabilidad de hasta el 90%" qué fetos presentarán el corazón remodelado al nacer. Sin embargo, Gratacós reconoce que esta prueba no se hace en la gran mayoría de hospitales españoles, por lo que no es algo que los padres de niños concebidos artificialmente puedan solicitar. Para ellos, la oportunidad que supone este estudio es, simplemente, un motivo más para cuidar de la salud de sus pequeños.
Esta buena noticia se ve, sin embargo, empañada regularmente por estudios con títulos inquietantes, todos ellos relacionados con posibles riesgos para la salud de los antes conocidos como bebés probeta. El último de ellos se acaba de publicar en la revista 'Circulation' y afirma que los niños fruto de las TRA tienen un mayor riesgo de presentar una remodelación en el corazón o las arterias. En otras palabras, un corazón más grande y unas arterias más gruesas que pueden implicar una mayor tensión arterial y, por lo tanto, un importante factor de riesgo cardiovascular en la edad adulta. "No es una enfermedad por sí misma, eso hay que dejarlo claro", explica a ELMUNDO.es el jefe del Servicio de Medicina Maternofetal de los hospitales Clínic y Sant Joan de Déu de Barcelona, Eduard Gratacós, autor principal del trabajo.
Este estudio, como otros similares publicados antes, exculpa a la técnica que desarrollaron Patrick Steptoe, ginecólogo del Hospital General de Oldham, y Robert Edwards, fisiólogo de la Universidad de Cambridge y que en 2010 fue galardonada con un Nobel. Por el contrario, se sospecha que estos problemas estarían motivados por la edad avanzada de los padres, mayor que la media de progenitores que dan a luz espontáneamente y por la infertilidad subyacente de los mismos. "En este caso no se ha hecho, pero en otros que estudiaban malformaciones congénitas, sí. Si se compara la presencia de estas entre mujeres infértiles que se han sometido a TRA y mujeres infértiles que, al cabo de muchos años, han tenido un embarazo espontáneo, la tasa es similar", ejemplifica el autor.
No alarmar parece ser la principal preocupación de los firmantes de este estudio. De hecho, acompañan su hallazgo con una buena noticia: estas anomalías cardiovasculares pueden revertirse con una dieta rica en Omega 3, la clásica alimentación cardiosaludable con abundante pescado azul y grasas vegetales como el aceite de oliva. En realidad, reconoce Gratacós, son las mismas recomendaciones que se haría a un niño sano, pero con la diferencia de que el niño nacido de padres infértiles cuenta con un riesgo adicional, equiparable al de un niño obeso o diabético.
Los investigadores empezaron a analizar el asunto tras oír las conclusiones de otro estudio publicado en la misma revista en 2012. En él, se afirmaba que niños de 10 años nacidos por TAR presentaban hipertensión. "Nos pareció interesante y decidimos buscar una serie de 100 mujeres embarazadas por TRA y seguir a los niños hasta los seis meses de edad", explica el autor principal. Sus conclusiones fueron claras: los pequeños mostraban remodelado vascular y cardiaco en comparación con otros 100 niños que actuaron como grupo control y fueron concebidos de forma natural.
El director del IVI Madrid –el mayor grupo de clínicas de reproducción asistida-, José Antonio García Velasco, no cree que este estudio vaya a cambiar las cosas> ni hará que los especialistas en reproducción asistida deban advertir a los futuros padres de este riesgo. "No se incluirá, por ejemplo, en el consentimiento informado que han de firmar pero seguro que despertará la realización de nuevos estudios", señala.
Para García Velasco, este estudio, "realizado por grandes expertos en cirugía maternofetal", tiene sin embargo, un importante defecto: el tamaño muestral. "Son solo 100 casos y puede que las conclusiones sean estadísticamente significativas, pero no tienen por qué tener impacto clínico", señala el especialista, que advierte del daño que puede hacer la difusión de este tipo de trabajos. "Ya se sabe que hay más problemas en niños nacidos de parejas infértiles, porque son embarazos normalmente más complejos, en los que hay más patología, más bajo peso...", explica. Precisamente por esta razón y para 'limpiar' de culpa a las TRA, García Velasco apunta a que el diseño idóneo para este tipo de estudios es el que compara a mujeres infértiles que se someten a FIV con mujeres fértiles que se tuvieran que someter a una FIV por tener hecha una ligadura.
Los autores del estudio explican que aún hay preguntas que contestar en este campo. Por ejemplo, saber el efecto de las diferentes técnicas de reproducción asistida en el riesgo. Pero también habría que conocer el impacto real en la edad adulta de esta remodelación en arterias y corazón. Aunque Gratacós lo equipara al de un niño que sufre diabetes tipo 1 o tiene hipertensión, que presentará un riesgo mayor de enfermedad cardiovascular al acercarse a los 40 años, la realidad es que ni siquiera la primera niña nacida por FIV ha cumplido esa edad.
En cualquier caso, el autor reconoce que esto no debe de suponer un gran cambio para los progenitores de niños nacidos por reproducción asistida ni para los médicos que les ayudan en su deseo de ser padres. "Se podría decir que eviten que sus hijos se pongan obesos, pero es algo que hoy en día se recomienda a todos los padres", comenta.
El artículo se acompaña de un editorial firmado por Baskaran Thilaganathan, profesor del Hospital St. George de Londres. En el texto, el autor señala que existe una gran similitud entre los cambios observados por los especialistas catalanes en los niños nacidos tras TRA que los vistos en niños concebidos naturalmente pero que experimentaron restricción de crecimiento y prematuridad asociada. "Un punto clave que hay que entender es la relevancia de la estructura y función cardiaca alterada en la salud a largo plazo", escribe Thilaganathan. Para el autor, se debe prestar especial atención a los marcadores perinatales más relevantes de forma que se pueda desarrollar un consejo dirigido para minimizar el riesgo cardiovascular de los más pequeños.
El autor del estudio añadió al presentar su estudio que existe una tecnología que permite predecir qué niños nacidos por TRA sufrirán el remodelado cardiaco o no. Se trata de la ecocardiografía fetal, que permite seleccionar "con una fiabilidad de hasta el 90%" qué fetos presentarán el corazón remodelado al nacer. Sin embargo, Gratacós reconoce que esta prueba no se hace en la gran mayoría de hospitales españoles, por lo que no es algo que los padres de niños concebidos artificialmente puedan solicitar. Para ellos, la oportunidad que supone este estudio es, simplemente, un motivo más para cuidar de la salud de sus pequeños.
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