“Hay una morbilidad prevalente en el sexo femenino”, según los expertos en sesgo de género en Investigación Clínica
Silvia C.Carpallo
La XXXIII Fuinsa sobre “Ausencia de evidencia científica en mujeres”, desvela datos como la mayor prevalencia de muertes por enfermedades cardiovasculares en mujeres que en hombres, la falta de inclusión de mujeres en ensayos clínicos en fases tempranas, o la ausencia de catedráticas en especialidades como Ginecología o Pediatría
Madrid (23-6-11)-. “Hay mucho sesgo en la investigación clínica y la mayoría sin ninguna razón, o al menos ninguna evidencia científica”. Así abría la XXXIII Jornada FUINSA (Fundación para la Investigación) “Ausencia de evidencia científica en mujeres: sesgo de género en la Investigación Clínica”, Alfonso Moreno, presidente de FUINSA, que explicaba el porqué de la importancia de avanzar sobre esta tema y hacerlo visible entre los propios profesionales. Con él, inauguraba este acto Cristina Saucedo, subdirectora general de estudios y cooperación del Instituto de la Mujer, que exponía que “hombres y mujeres pueden sufrir enfermedades diferentes pero esta afirmación no tiene su traslado a la forma de tratar esos protocolos de actuación en una investigación médica.”, y por ello proponía “buscar fórmulas para que ante problemas diferentes, haya soluciones diferentes”. Para dar una idea de estos problemas diferentes, Saucedo mencionaba las diferencias existentes, por ejemplo, en cuanto a la utilización de los servicios y los motivos de las consultas, a las causas y formas de iniciarse en el consumo del alcohol o las drogas, o a las situaciones exclusivas de mujeres, como podía ser un embarazo no deseado.
Profundizaba más en esta problemática Carmen Valls i Llobet, directora del programa Mujer, Salud y Calidad de Vida, que comenzaba su ponencia dejando claro que “hay una ausencia de investigación específica en la Salud, que las ha hecho invisibles para la ciencia médica”. Especificaba en que aspectos era más importante esta invisibilidad, destacando ámbitos como la Salud mental, la Salud laboral, la medicalización de los ciclos vitales como la menopausia, o la maternidad y la Salud Reproductiva entre otros.
Además de todos estos aspectos, Valls quería remarcar que “hay una morbilidad prevalente en el sexo femenino”. Esto es así ya que existen algunos riesgos que son diferentes para hombres y mujeres, como puede ser que el tabaquismo produzca osteopenia sólo en mujeres, que el alcohol sea un factor en el cáncer de mama, o que el VIH, una vez desarrollada la enfermedad, evolucione más rápido en mujeres. Otro de los temas que Carmen Valls quería poner de relieve es que después de un infarto, fallecen el 66 por ciento de las mujeres, frente al 33 por ciento de los hombres, y es que “todos los profesionales han de enterarse que la primera causa de muerte en mujeres son las enfermedades cardiovasculares, y la primera causa entre los hombres es el cáncer”. En este dato también incide el hecho de que la miopatía hipotiroidea, presente en 50 mujeres por cada hombre, es un riesgo atribuible a dolencias cardiovasculares, más alto que la hipertensión, el tabaquismo, el colesterol alto o la diabetes.
Para poder hacer un trabajo de prevención ante toda esta situación hay que empezar por que los propios profesionales venzan los llamados estereotipos de género, que son algunos como invisibilizar los diagnósticos suponiendo que los riesgos y la morbilidad de hombres y mujeres son iguales, considerar que hay diferencias biológicas o psicológicas cuando hay similitudes, y minimizar o maximizar (medicalizar) la patología femenina sin base científica.
Avances, pero pocos, en ciencia e investigación
La diferencia de género afecta no sólo en la patología, sino también en el terreno de la investigación, incluso en la propia infraestructura de la sociedad científica. Según los datos aportados por Inés Sánchez, directora de la Unidad de Mujer y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación, existen 20 campos de conocimiento donde no hay ninguna mujer catedrática, entre ellos, Ginecología y Obstetricia y Pediatría. De hecho, según estudios realizados en España, entre una mujer y un hombre con igual preparación, productividad y antigüedad, él tiene un 2,5 por ciento más posibilidades de ser nombrado, que se multiplican por cuatro su la candidata tiene hijos menores de 18 años.
Sobre la diferencia de género, si ponemos la lupa en la propia investigación, y más concretamente en los ensayos clínicos para la aprobación de nuevos fármacos, Saioa Alonso, farmacóloga clínica del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, aportaba conclusiones como la necesidad de incorporar a las mujeres a las fases tempranas de los estudios clínicos, o la falta de acceso de las mujeres embarazadas a la investigación. Aunque matizaba que sí existía un esfuerzo por parte de las autoridades regulatorias para solicitar información sesgada por sexo a los laboratorios, dejaba para el debate si ésta era suficiente y si estaba dando buenos resultados. Por ello, como punto último hablaba de la necesidad de concienciar a todos los estamentos involucrados, es decir, a los investigadores, a los pacientes, a las autoridades regulatorias y a la propia Industria Farmacéutica.
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miércoles, 22 de junio de 2011
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