Los marcadores genéticos dan pistas sobre las bases del alzhéimer
Un estudio identifica tres actividades claves de la enfermedad neurodegenerativa
El alzhéimer es la enfermedad neurodegenerativa más frecuente (unos 800.000 afectados solo en España), pero sus causas son una incógnita y eso es una dificultad obvia para buscarle un tratamiento. Con el auge de la genética se buscó en la conformación más profunda de las células su origen, pero un estudio que ha publicado el equipo de Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigaciones Biomedicas de Bellvitge (Idibell) en Brain apunta a una causa algo más superficial: la epigenética, que es el sistema que enciende o apaga la actividad de los genes. En concreto, el trabajo apunta a tres, que se relacionan con la producción de energía de las neuronas, a sus uniones (sinapsis) y a la dirección de sus colas, los axones.
El trabajo, indica Esteller, tiene varias vertientes. Por un lado, actuar sobre la epigenética es más fácil que hacerlo sobre los genes, y eso ya se hace en otras enfermedades neurológicas como la epilepsia. Por otro lado, al identificar estos tres genes, se apunta a procesos clave en la enfermedad.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores empezaron por dividir el cerebro de ratones en 12 regiones. Y luego les indujeron alzhéimer, con lo que pudieron ver las alteraciones que se producían, sobre todo en el córtex frontal. Luego se comprobó que esas zonas también estaban modificadas en cerebros de personas con la enfermedad.
Este laborioso sistema permitió identificar varios genes candidatos, pero al final la mayor relación se encontró en esos tres (hay un cuarto candidato en los que el vínculo es menos claro). Con este método se permitió solventar algunas de las dificultades de trabajar en alzhéimer, como es el hecho de que las metilaciones (los cambios epigenéticos) son muchos e intensivos en el cerebro, y que trabajar con este órgano es especialmente complicado.
El trabajo, indica Esteller, tiene varias vertientes. Por un lado, actuar sobre la epigenética es más fácil que hacerlo sobre los genes, y eso ya se hace en otras enfermedades neurológicas como la epilepsia. Por otro lado, al identificar estos tres genes, se apunta a procesos clave en la enfermedad.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores empezaron por dividir el cerebro de ratones en 12 regiones. Y luego les indujeron alzhéimer, con lo que pudieron ver las alteraciones que se producían, sobre todo en el córtex frontal. Luego se comprobó que esas zonas también estaban modificadas en cerebros de personas con la enfermedad.
Este laborioso sistema permitió identificar varios genes candidatos, pero al final la mayor relación se encontró en esos tres (hay un cuarto candidato en los que el vínculo es menos claro). Con este método se permitió solventar algunas de las dificultades de trabajar en alzhéimer, como es el hecho de que las metilaciones (los cambios epigenéticos) son muchos e intensivos en el cerebro, y que trabajar con este órgano es especialmente complicado.
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