La mitad de los trasplantados de órgano sólido desarrolla alguna infección que empeora su pronóstico
Madrid (20/11/2012) - Redacción
• El citomegalovirus es la infección más frecuente en estos pacientes y afecta a trasplantados de corazón, hígado, riñón y pulmón
• Así lo han puesto de manifiesto los expertos durante el IX Curso sobre Inmunología y Virología en Trasplantes, organizado por la Cátedra de Trasplantes UAM-Roche
A pesar de los avances terapéuticos frente a las infecciones de los últimos años, la mitad de los trasplantados de órgano sólido desarrolla alguna infección que empeora su pronóstico y el del injerto, lo que convierte a las infecciones en la tercera causa de mortalidad en estos pacientes. Así lo han puesto de manifiesto los expertos durante el IX Curso sobre Inmunología y Virología en Trasplantes, organizado por la Cátedra de Trasplantes (CIVITAS) UAM-Roche, con el objetivo de actualizar los conocimientos en el campo de la Inmunología y de la Virología, así como dar a conocer las medidas para la prevención de infecciones graves.
Según explica el profesor José María Aguado, jefe del Servicio de Infecciosas del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y co-coordinador de CIVITAS, "en esta edición hemos hablado sobre el efecto de las distintos fármacos inmunosupresores sobre el riesgo de infección, en el trasplante de órganos sólidos, de progenitores hematopoyéticos, así como de las medidas profilácticas para su prevención".
"Las infecciones más frecuentes en trasplantes son las llamadas oportunistas, derivadas de la aplicación de la inmunosupresión que atenúan la respuesta inmune del receptor", tal como explica el profesor Josep María Grinyó, jefe del Servicio de Nefrología del Hospital del Bellvitge de Barcelona, y co-coordinador de CIVITAS.
Generalmente, el citomegalovirus es el virus de mayor prevalencia en toda la población trasplantada y afecta tanto a trasplantados de corazón, hígado, pulmón y riñón. En esta línea, el profesor Grinyó señala, que "efectivamente la infección por CMV es la más frecuente, si bien hoy en día han emergido también otras infecciones tales como virus BK, adenovirus y otros virus cuyo diagnóstico no siempre es fácil y de terapia no totalmente reglada".
En el caso renal, la enfermedad por CMV puede ocurrir entre en un 5 y un 25 por ciento tras el trasplante y el riesgo aumenta en la combinación de donante seropositivo-receptor negativo y con el empleo de terapias antilinfocitarias depletivas. En opinión de José María Grinyó, "la prevención de la infección por CMV se basa en la profilaxis durante los primeros meses después del trasplante en los pacientes de riesgo".
La prevención de las infecciones tras el trasplante se basa en el estudio virológico de donante y receptor y la aplicación de medidas profilácticas. El profesor Grinyó explica que "en algunos tipos de infección la monitorización sistemática de la presencia viral antes de las manifestaciones clínicas de la enfermedad arrojan grandes beneficios terapéuticos".
Por su parte, el profesor José María Aguado, comenta que "existen diversas preguntas sobre si convendría prolongar durante meses, o incluso de forma indefinida, la profilaxis para el citomegalovirus en algunos grupos de pacientes de alto riesgo: es decir aquellos que sufren el mayor grado de inmunodepresión". De hecho, hay muchos datos que sugieren que esta profilaxis prolongada puede reducir la incidencia de rechazo crónico del injerto (especialmente en trasplante cardiaco y pulmonar) y aumentar la supervivencia de estos pacientes.
En este sentido, el doctor Aguado añade que "en los próximos años se desarrollarán estrategias de terapia inmunoguiada, basadas en el tipo de respuesta inmune, personalizada que permitirán decidir qué pacientes tienen riesgo real de padecer una infección por citomegalovirus y, cuánto tiempo se debe administrar profilaxis en esta población, dependiendo de cuál sea su respuesta celular especifica de linfocitos T".
Según explica el profesor José María Aguado, jefe del Servicio de Infecciosas del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y co-coordinador de CIVITAS, "en esta edición hemos hablado sobre el efecto de las distintos fármacos inmunosupresores sobre el riesgo de infección, en el trasplante de órganos sólidos, de progenitores hematopoyéticos, así como de las medidas profilácticas para su prevención".
"Las infecciones más frecuentes en trasplantes son las llamadas oportunistas, derivadas de la aplicación de la inmunosupresión que atenúan la respuesta inmune del receptor", tal como explica el profesor Josep María Grinyó, jefe del Servicio de Nefrología del Hospital del Bellvitge de Barcelona, y co-coordinador de CIVITAS.
Generalmente, el citomegalovirus es el virus de mayor prevalencia en toda la población trasplantada y afecta tanto a trasplantados de corazón, hígado, pulmón y riñón. En esta línea, el profesor Grinyó señala, que "efectivamente la infección por CMV es la más frecuente, si bien hoy en día han emergido también otras infecciones tales como virus BK, adenovirus y otros virus cuyo diagnóstico no siempre es fácil y de terapia no totalmente reglada".
En el caso renal, la enfermedad por CMV puede ocurrir entre en un 5 y un 25 por ciento tras el trasplante y el riesgo aumenta en la combinación de donante seropositivo-receptor negativo y con el empleo de terapias antilinfocitarias depletivas. En opinión de José María Grinyó, "la prevención de la infección por CMV se basa en la profilaxis durante los primeros meses después del trasplante en los pacientes de riesgo".
La prevención de las infecciones tras el trasplante se basa en el estudio virológico de donante y receptor y la aplicación de medidas profilácticas. El profesor Grinyó explica que "en algunos tipos de infección la monitorización sistemática de la presencia viral antes de las manifestaciones clínicas de la enfermedad arrojan grandes beneficios terapéuticos".
Por su parte, el profesor José María Aguado, comenta que "existen diversas preguntas sobre si convendría prolongar durante meses, o incluso de forma indefinida, la profilaxis para el citomegalovirus en algunos grupos de pacientes de alto riesgo: es decir aquellos que sufren el mayor grado de inmunodepresión". De hecho, hay muchos datos que sugieren que esta profilaxis prolongada puede reducir la incidencia de rechazo crónico del injerto (especialmente en trasplante cardiaco y pulmonar) y aumentar la supervivencia de estos pacientes.
En este sentido, el doctor Aguado añade que "en los próximos años se desarrollarán estrategias de terapia inmunoguiada, basadas en el tipo de respuesta inmune, personalizada que permitirán decidir qué pacientes tienen riesgo real de padecer una infección por citomegalovirus y, cuánto tiempo se debe administrar profilaxis en esta población, dependiendo de cuál sea su respuesta celular especifica de linfocitos T".
No hay comentarios:
Publicar un comentario