PREVENCIÓN | Medicación
Luces y sombras de la polipíldora cardiaca
Facilitar la vida a los enfermos. Ese es el objetivo de las polipíldoras cardiacas, pastillas que en una única presentación engloban varios fármacos destinados a reducir el riesgo cardiovascular. Desde hace más de una década, estos medicamentos se proponen como una buena herramienta para poder combatir la epidemia de problemas de corazón, aunque el debate sobre su idoneidad o sobre qué pacientes pueden beneficiarse en mayor medida de su uso no ha cesado en este tiempo.
Hace unos días, una investigación publicada en la revista 'Journal of the American Medical Association' (JAMA) demostró que esta estrategia sirve para mejorar la adherencia al tratamiento en pacientes con enfermedad cardiovascular o de alto riesgo, pero el trabajo deja abiertas varias incógnitas que garantizan que la discusión continúe.
La polipíldora probada, una combinación de aspirina, una estatina y dos agentes antihipertensivos, logró mejorar el seguimiento del tratamiento, pero sólo mostró modestos beneficios a la hora de reducir la tensión arterial y el colesterol 'malo' de quienes la probaron. Además, tampoco fue especialmente útil en la prevención de problemas graves, como el infarto o el ictus, si se comparaba su uso con el de la terapia convencional.
Por otro lado, el trabajo presentaba importantes limitaciones en su diseño -como el hecho de que quienes tomaban la polipíldora la recibían gratis, mientras que a quienes se les había indicado la medicación por separado tenían que pagar por ella-, lo que dificulta la generalización de sus resultados.
Tal y como señala J. Michael Gaziano, de la Universidad de Harvard (EEUU), en un editorial que acompaña al trabajo en 'JAMA', "la ventaja precisa de esta estrategia sigue sin probarse. Hasta que nuevos datos adicionales y rigurosos demuestren que la polipíldora mejora los resultados clínicos, es más importante evaluar cuidadosamente los múltiples fármacos que se prescriben".
Para Valentín Fuster, que dirige el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en Madrid y el Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinai de Nueva York (EEUU), el trabajo publicado recientemente en 'JAMA' "es interesante", aunque tiene muchos flecos que nuevas investigaciones deberán desentrañar. "Entre otras cosas, todos los participantes sabían que estaban formando parte de un estudio y eso influye directamente en la adherencia, en que el paciente siga tomando su medicación. Las cifras que manejamos nos dicen que sólo el 20% de los pacientes mantiene en el tiempo lo que le prescribe su médico", señala desde su despacho de Nueva York.
Por otro lado, el cardiólogo español está convencido de que la polipíldora cardiaca sólo es útil para la prevención cardiaca secundaria, es decir, para evitar nuevos ataques en pacientes que ya han sufrido un infarto o un ictus. "Este trabajo está a caballo entre la prevención primaria y la secundaria, pero en mi opinión la polipíldora es realmente efectiva" en ese segundo escenario.
El propio Fuster dirige el desarrollo de una polipíldora para prevención secundaria desde el CNIC que, asegura, ya se está probando con buenas perspectivas en seis países.
Según adelanta, esta pastilla que combina ácido acetilsalicílico, estatinas y IECA, podría estar completamente disponible a mediados del año que viene en las farmacias.
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