Videojuego, divino tesoro
El "NeuroRacer" es capaz no ya de retrasar la torpeza para la multitarea asociada a la edad, sino de revertirla
Conducir un coche mientras se atiende a otra tarea es justo lo que no debe hacerse en la vida real, pero puede ser una gran ayuda en la vida virtual. Esa atención multitarea constituye el fundamento de NeuroRacer,un videojuego diseñado por neurólogos, neurocientíficos y psiquiatras de la Universidad de California en San Francisco que promete no solo abrir una nueva estrategia para el diagnóstico del deterioro cognitivo asociado a la edad, sino también ofrecer una herramienta para frenarlo, devolviendo al terreno de juego a la cada vez más envejecida población de nuestras sociedades actuales.
Olvidados quedan los tiempos en que padres, maestros y pedagogos miraban con suspicacia los entretenimientos electrónicos de la nueva era. Los videojuegos, o al menos los diseñados a propósito para ello, pueden convertirse más bien en un arma esencial para hacer frente a los retos de la vida moderna, y no solo para las nuevas generaciones, sino también para las antiguas. Lo que son las cosas.
El NeuroRacer, que obliga al usuario a conducir un coche virtual mientras atiende a otra tarea que demanda su atención consciente, demuestra que la capacidad humana para ejecutar esos malabarismos declina progresiva, continua e inevitablemente con la edad. Este deterioro no es un engorro exclusivo de la edad tardía, sino que empieza a roer la mente desde poco después de cumplir los 20 años. De hecho, el mayor desgaste se aprecia entre los 20 y los 30, aunque los desperfectos siguen acumulándose en las siguientes décadas. Perder la soltura para atender a varias cosas a la vez no es cosa de viejos, sino de todo el mundo, o de todo el que haya salido del estado larvario de la niñez.
La buena noticia es que jugar a menudo al NeuroRacer es capaz no ya de retrasar la torpeza para la multitarea asociada a la edad, sino de revertirla, convirtiendo a la población madura o anciana en un digno competidor de esos zagales que se creen tan listos. De hecho, los viejos entrenados con el NeuroRacer durante unos meses superan a los jóvenes que no lo han sido en esa capacidad multitarea.
NeuroRacer, divino tesoro.
Olvidados quedan los tiempos en que padres, maestros y pedagogos miraban con suspicacia los entretenimientos electrónicos de la nueva era. Los videojuegos, o al menos los diseñados a propósito para ello, pueden convertirse más bien en un arma esencial para hacer frente a los retos de la vida moderna, y no solo para las nuevas generaciones, sino también para las antiguas. Lo que son las cosas.
El NeuroRacer, que obliga al usuario a conducir un coche virtual mientras atiende a otra tarea que demanda su atención consciente, demuestra que la capacidad humana para ejecutar esos malabarismos declina progresiva, continua e inevitablemente con la edad. Este deterioro no es un engorro exclusivo de la edad tardía, sino que empieza a roer la mente desde poco después de cumplir los 20 años. De hecho, el mayor desgaste se aprecia entre los 20 y los 30, aunque los desperfectos siguen acumulándose en las siguientes décadas. Perder la soltura para atender a varias cosas a la vez no es cosa de viejos, sino de todo el mundo, o de todo el que haya salido del estado larvario de la niñez.
La buena noticia es que jugar a menudo al NeuroRacer es capaz no ya de retrasar la torpeza para la multitarea asociada a la edad, sino de revertirla, convirtiendo a la población madura o anciana en un digno competidor de esos zagales que se creen tan listos. De hecho, los viejos entrenados con el NeuroRacer durante unos meses superan a los jóvenes que no lo han sido en esa capacidad multitarea.
NeuroRacer, divino tesoro.
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