jueves, 16 de junio de 2011

consenso en vulvovaginitis candidiásica :: El Médico Interactivo, Diario Electrónico de la Sanidad ::

Expertos en vaginitis arrojan luz sobre esta enfermedad multifactorial que “está mal tratada”

Mónica de Haro

Se edita el primer primer documento de consenso en vulvovaginitis candidiásica, con la colaboración de Bayer HealthCare



Madrid (17-6-11).- El grupo de expertos en el estudio de la vaginitis con la colaboración de Bayer HealthCare ha elaborado el primer documento de consenso en vulvovaginitis candidiásica (VVC), que analiza los conocimientos más actualizados en cuanto a las etiología, microbiología, etiopatogenia, diagnóstico… de esta infección multifactorial generada por el hongo Candida albicans. Durante la presentación la Dra. Montserrat Cararach Tur, médico especialista en Obstetricia y Ginecología, del Centre Ginecològic Santiago Dexeus de Barcelona ha explicado la incidencia, síntomas y tratamientos de esta enfermedad que padecerán entre un 5 por ciento y un 8 por ciento de todas las mujeres adultas.

Existen una serie de factores que favorecen la infección, como el tratamiento con antibióticos, la diabetes no controlada, los niveles elevados de estrógenos (por ejemplo, durante el embarazo), el estrés, los estados de inmunodeficiencia, la utilización de ropa muy ajustada, la excesiva ingestión de azúcares o el uso de jabones no adecuados que alteran la flora vaginal, entre otros. Por otra parte, aunque la VVCR no se considera enfermedad de transmisión sexual, sí aumenta con el inicio de las relaciones sexuales.

El prof. Rafael Comino Delgado, catedrático de Obstetricia y Ginecología y jefe de Servicio del Hospital Universitario de Puerto Real (Cádiz) indica que “la VVC es una patología que no se trata bien y que sin embargo es importante porque disminuye la calidad de vida de los pacientes”. En efecto, la sintomatología de la VVC afecta tremendamente a la calidad de vida de la mujer que la padece: el prurito aparece en el 90 por ciento de los casos, y también son frecuentes las molestias en la zona vulvar (dolor, irritación, escozor, ardor durante la micción o dispareunia –dolor en el coito–).

Sin embargo, estos síntomas son inespecíficos y comunes a otras patologías, por lo que el diagnóstico no puede basarse únicamente en la clínica y en la exploración, sino que requiere otros estudios adicionales que ayuden en el diagnóstico.

Según recoge el documento de consenso, los fármacos que se utilizan para el tratamiento de las VVCR no difieren de los empleados para los episodios de primoinfección o de infecciones ocasionales, aunque la estrategia terapéutica en las pacientes ya diagnosticadas debe ser distinta. Por ello, el tratamiento debe ser considerado en dos fases. Por un lado, el tratamiento inicial, para erradicar la infección, y por otro, el tratamiento de mantenimiento, cuyo objetivo es la eliminación de cualquier posible reservorio.

En el tratamiento inicial o de la fase aguda se utilizará de forma prolongada (hasta dos semanas) un antimicótico como clotrimazol, ya que su eficacia terapéutica sobrepasa el 85 por ciento (Sobel 1998) y es el patrón de referencia con el que se han ido comparando los nuevos imidazoles. Además, hay evidencias de que dosis altas administradas de forma tópica a nivel vaginal actúan no sólo como fungistático sino también como fungicida, lo que tiene especial importancia a la hora de proponer pautas terapéuticas en las formas recurrentes.

En el caso de la terapia de mantenimiento para eliminar cualquier posible reservorio, la recomendación es establecer pautas semanales o mensuales durante 6 a 12 meses. En el caso de un posible embarazo, se recomienda la utilización de clotrimazol vía vaginal. Además, es aconsejable tratar la zona vulvar con un jabón no ácido, específico para la higiene íntima, y aplicar también el antifúngico en forma de crema, para eliminar las infecciones por cándidas en la piel y evitar las recurrencias.

Ante una paciente que sufre un episodio asilado de VVC, además de las medidas oportunas para tratar la situación clínica aguda, pueden considerarse otras medidas terapéuticas que tienen por objetivo disminuir la posibilidad de sufrir un nuevo episodio. Además, asumiendo que la presencia de cuatro episodios al año se considera vulvovaginitis recurrente, con una clara repercusión en la morbilidad y el coste económico para la sociedad, se consideran medidas preventivas aquellas estrategias cuyo objetivo es disminuir la posibilidad de sufrir un nuevo episodio.

Por ello, a pesar de que las opciones de prevención son muy limitadas, son claramente necesarias para el manejo de la enfermedad. La principal medida profiláctica para evitar o prevenir la VVCR es la eliminación del agente causal, la cándida, eliminando así la posibilidad de reinfección o recidiva debido a un mal tratamiento del episodio agudo. El uso de ropa holgada y preferiblemente de algodón, especialmente en la zona de contacto con el área genital, y la utilización de productos de higiene íntima especialmente formulados para la zona vaginal, también pueden contribuir a un mejor control de la enfermedad.

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