BLOG | Estados Unidos
La insostenible factura de tratar el cáncer
En EEUU hay una preocupación seria, muy seria, con la factura en dólares que el tratamiento del cáncer está pasando a toda su sociedad. Los estadounidenses están sufriendo 1,7 millones de casos cáncer cada año y se espera que en 2030 la cifra se incremente nada menos que un 50%.
Por otra parte, paso a paso, las terapias contra esta enfermedad están incorporando novedades que prolongan la vida de muchos tumores que hasta ahora tenían un pésimo pronóstico. Sin embargo, cada avance supone, asimismo, una carga económica de enorme magnitud para la institución o el paciente que al final tiene que cargar con la factura. Sorprende que el país más rico de la tierra -que se gasta el 17% de su Producto Interior Bruto en sanidad- ahora se esté rasgando las vestiduras afirmando que el coste del tratamiento de los pacientes con cáncer es -de seguir por el camino actual- simplemente insostenible.
Si el lector dispone de 20 minutos quizá quiera observar el documental que ha elaborado en Institute of Medicine (IOM) en EEUU. En él se percibe el desasosiego que está generando allí todo lo relacionado con el cáncer.
El IOM, no es una institución más, es una organización gubernamental de máximo prestigio que investiga y recomienda sobre múltiples temas relacionados con sanidad y salud. El vídeo muestra los testimonios de expertos y pacientes que exponen casi todos los aspectos relacionados con el coste y la asistencia de la patología maligna.
Una de las sorpresas de la presentación es oír las declaraciones de un responsable del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York afirmando que hay que cambiar muchas cosas en el abordaje del cáncer porque de lo contrario no habrá forma de financiar las terapias de una patología tan frecuente.
Para un español, saber, por ejemplo, que todos los pensionistas en EEUU deben pagar de su bolsillo el 20% de sus fármacos -quimioterapia incluida-, probablemente choque un poco, puesto que aquí a los jubilados no se les carga nada por los fármacos de dispensación hospitalaria. Un cierto porcentaje, por pequeño que parezca, cuando se aplica a terapias ya de por sí muy caras supone una severa carga para el bolsillo de cualquiera.
No hay duda de que los nuevos fármacos están cercando al cáncer como nunca se ha hecho; pero tampoco hay duda de que tienen un precio muy elevado, que preocupa muchísimo a los gerentes de los hospitales que tienen que pagar sus facturas cada mes.
Conviene, por tanto, recordar que en España, y a pesar de la crisis, el acceso al tratamiento de los tumores malignos es mucho más solidario y menos gravoso para quien los padece que el de países con un poderío económico muy superior al nuestro.
Para que ese acceso no corra riesgos serios de caer en picado, arrastrado por el aumento del número de casos y los precios de lo que llega nuevo, toda la sociedad, con los sanitarios en cabeza, debe reflexionar que el cáncer puede disminuir su incidencia de forma muy marcada si se previene modificando hábitos de vida ahora insaludables. Porque, de lo contrario, si su incidencia continúa subiendo, tratar los tumores malignos como se debe hacer en esta segunda década del siglo XXI será sólo posible si al individuo o al sistema que cubre su sanidad le sobran los recursos. Cosa que, salvo excepciones, no suele ser lo que ocurre hoy en día.
Por otra parte, paso a paso, las terapias contra esta enfermedad están incorporando novedades que prolongan la vida de muchos tumores que hasta ahora tenían un pésimo pronóstico. Sin embargo, cada avance supone, asimismo, una carga económica de enorme magnitud para la institución o el paciente que al final tiene que cargar con la factura. Sorprende que el país más rico de la tierra -que se gasta el 17% de su Producto Interior Bruto en sanidad- ahora se esté rasgando las vestiduras afirmando que el coste del tratamiento de los pacientes con cáncer es -de seguir por el camino actual- simplemente insostenible.
Si el lector dispone de 20 minutos quizá quiera observar el documental que ha elaborado en Institute of Medicine (IOM) en EEUU. En él se percibe el desasosiego que está generando allí todo lo relacionado con el cáncer.
El IOM, no es una institución más, es una organización gubernamental de máximo prestigio que investiga y recomienda sobre múltiples temas relacionados con sanidad y salud. El vídeo muestra los testimonios de expertos y pacientes que exponen casi todos los aspectos relacionados con el coste y la asistencia de la patología maligna.
Una de las sorpresas de la presentación es oír las declaraciones de un responsable del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York afirmando que hay que cambiar muchas cosas en el abordaje del cáncer porque de lo contrario no habrá forma de financiar las terapias de una patología tan frecuente.
Para un español, saber, por ejemplo, que todos los pensionistas en EEUU deben pagar de su bolsillo el 20% de sus fármacos -quimioterapia incluida-, probablemente choque un poco, puesto que aquí a los jubilados no se les carga nada por los fármacos de dispensación hospitalaria. Un cierto porcentaje, por pequeño que parezca, cuando se aplica a terapias ya de por sí muy caras supone una severa carga para el bolsillo de cualquiera.
No hay duda de que los nuevos fármacos están cercando al cáncer como nunca se ha hecho; pero tampoco hay duda de que tienen un precio muy elevado, que preocupa muchísimo a los gerentes de los hospitales que tienen que pagar sus facturas cada mes.
Conviene, por tanto, recordar que en España, y a pesar de la crisis, el acceso al tratamiento de los tumores malignos es mucho más solidario y menos gravoso para quien los padece que el de países con un poderío económico muy superior al nuestro.
Para que ese acceso no corra riesgos serios de caer en picado, arrastrado por el aumento del número de casos y los precios de lo que llega nuevo, toda la sociedad, con los sanitarios en cabeza, debe reflexionar que el cáncer puede disminuir su incidencia de forma muy marcada si se previene modificando hábitos de vida ahora insaludables. Porque, de lo contrario, si su incidencia continúa subiendo, tratar los tumores malignos como se debe hacer en esta segunda década del siglo XXI será sólo posible si al individuo o al sistema que cubre su sanidad le sobran los recursos. Cosa que, salvo excepciones, no suele ser lo que ocurre hoy en día.
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