Con motivo del Día Mundial del Alzheimer
Repensando la investigación en Alzheimer
Se sigue investigando una terapia curativa en una sociedad en la que los datos demuestran que el número de afectados por esta enfermedad sigue aumentando.
Sonia Moreno. Madrid | soniamb@diariomedico.com | 23/09/2013 00:00
El Día Mundial del Alzheimer ha llegado un año más sin noticias sobre una terapia curativa. En cambio, han trascendido cifras que dibujan un futuro poco halagüeño con una sociedad cada vez más envejecida y en parte, abocada a la dependencia; así, en el informe World Alzheimer Report 2013, difundido el sábado y coordinado por Martin Prince, del King's College de Londres, se destacaba que un 13 por ciento de los mayores de 60 años requieren ya atención crónica. Según este informe, entre 2010 y 2050, el número de mayores dependiente ascendería de los 101 millones a los 277 en todo el mundo. El coste estimado, también de forma global, de estas atenciones se sitúa ahora en torno a los 600.000 millones de dólares.
Precocidad
En España, se estima alrededor de medio millón de personas afectadas. Cuidadores y familiares forman parte de una estructura informal de atención a la dependencia, y de seguir el ritmo previsto, no podrán dar abasto. Urge una solución. Los ojos se dirigen a la ciencia, pero encontrar una cura para una enfermedad tan compleja no es algo que vaya a llegar fácilmente, ni por lo que se desprende de los investigadores implicados, va a estar disponible a corto plazo. Más bien se intuye que no habrá una única terapia, sino varias, que combinadas contribuirán a detener la progresión de la enfermedad y sus efectos. La clave será administrarlas de forma precoz.
Precisamente, la administración tardía es una de las causas que se atribuyen a los fracasos de los últimos fármacos que han llegado a la fase III de ensayo. Así que ahora algunos de los laboratorios están llevando a cabo estudios en pacientes en la fase prodrómica de la enfermedad e incluso en individuos sanos pero con riesgo.
Nicholas Kozauer y Russell Katz, de la agencia reguladora estadounidense FDA, expusieron recientemente en New England las nuevas guías sobre la selección de los pacientes en fase inicial; hacían hincapié en el papel de los biomarcadores (TC-PET para medir la carga de amiloide beta, detección de esta proteína o de tau en líquido cefalorraquídeo) y específicamente, sugerían el empleo de una escala que combine la evaluación de la cognición y la de la función. En el caso de que los sujetos a estudiar estén en un estado aún más precoz, cuando el deterioro funcional es difícil de detectar, se abre la puerta a la aprobación sobre la base de la mejoría cognitiva. Con ello, las autoridades reguladoras muestran su sensibilidad ante el probable hecho de que los pacientes en las fases más precoces sean los que de momento puedan beneficiarse más de los tratamientos.
Amiloide, no para tratar
En cualquier caso, el fracaso de los agentes que se dirigen a la proteína amiloide beta aconseja buscar otras vías de actuación. Para Ana Martínez, profesora de investigación del Instituto de Química Médica-CSIC, hay que contextualizar y entender que no es tal fracaso, sino un avance en la medida en que se generan otras líneas de investigación. "De estos ensayos aprendemos que quizá la vía amiloide no es la única, y tal vez, tampoco la mejor; puede que sea un buen biomarcador para diagnosticar y predecir, pero no para generar tratamientos".
Entre esas nuevas vías de trabajo se sitúan las que indagan en la inflamación neuronal, el estrés oxidativo y la proteína tau; sobre esta última, se ha desarrollado un derivado de azul de metileno, que ya ha empezado la fase III de ensayo con 300 pacientes en estadio de leve a moderado, según anunció el viernes la compañía que comercializa la molécula, Taurx.
Además, un grupo de la Universidad de Stanford identifica en Science esta semana una nueva clase de proteínas (PirB murina y LilrB2 humana) cuya presencia explicaría la acumulación dañina de amiloide. Son proteínas que actúan como frenos de la plasticidad en los cerebros sanos, así que parece lógico atribuir ese efecto pernicioso en el cerebro con Alzheimer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario