lunes, 16 de septiembre de 2013

El implante coclear derrota al silencio - DiarioMedico.com

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360 millones de personas afectadas

El implante coclear derrota al silencio

Cooperación científica y tesón, tras la evolución del dispositivo.
S. moreno/ R. serrano | soniamb@diariomedico.com   |  16/09/2013 00:00

Función del implante coclear en el oído
(NEJM)

Más de 300.000 personas en todo el mundo son portadoras de un implante coclear; el dispositivo les ha alejado de una vida de soledad y desesperanza, términos con los que Ludwig van Beethoven describía en 1802 sus sentimientos. Hoy la sensación de aislamiento e incomunicación planea sobre los 360 millones de personas que, según calcula la Organización Mundial de la Salud, viven con pérdida auditiva discapacitante. En el caso de los niños, la sordera tiene el agravante de comprometer su desarrollo neurocognitivo.

La semana pasada los premios Lasker -para algunos premonitorios del Nobel- reconocían la labor de tres científicos en la consecución de los implantes cocleares modernos. Estos dispositivos se han perfeccionado en las últimas décadas y su empleo está perfectamente protocolizado, como apunta Carlos Cenjor, jefe del Servicio de Otorrinolaringología de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid), "con una fase diagnóstica que ha de ser precisa buscando la causa de la sordera y un estudio que nos permita garantizar la realización de la intervención, que actualmente podemos afirmar que es un procedimiento seguro, con muy baja tasa de complicaciones y resultados en la mayor parte de los casos predecibles". Tras la implantación, es "preceptiva una rehabilitación auditiva y varias programaciones hasta obtener los resultados óptimos en cada caso; además, los dispositivos actuales permiten una adaptación a los desarrollos tecnológicos, de tal manera que podemos mejorar la programación con software más avanzado, sin embargo siempre limitados por cada desarrollo".

El camino hasta estos dispositivos actuales arranca en la cooperación del fisiólogo André Djourno y el otólogo Charles Eyriès, ambos franceses de origen argelino, a finales de la década de 1950, como relata Gerard O'Donoghue (Queen's Medical Centre, en Reino Unido), en The New England. Sus intentos llamarían la atención de William House, otorrino estadounidense, que ha pasado a la historia de la Medicina como el primero en implantar con éxito un dispositivo monocanal para estimular el nervio auditivo a través de la cóclea.

  • La implantación coclear bilateral es ahora un tratamiento de rutina en muchos países, permitiendo a los receptores participar en la comunicación oral
Críticas y un paciente
Las cirugías de House se desarrollaron durante los años 60 y fueron duramente criticadas por sus colegas, que veían imposible que la estimulación eléctrica pudiera restaurar una audición significativa. Sin embargo, los actuales dispositivos (ver cuadro) tienen mucho de esos primeros prototipos, y del esfuerzo de los científicos galardonados con el Lasker: el otorrinolaringólogo británico Graeme Clark, la ingeniera electrónica austriaca Ingeborg Hochmair y el logopeda estadounidense Blake Wilson. No obstante, O'Donoghue reconoce que los implantes cocleares aún tienen limitaciones: "No restauran la audición normal, sus resultados varían según el paciente, la calidad del sonido se ve influida por el ruido ambiental y la percepción musical es pobre. Es de esperar que la investigación los perfeccione aún más".

A ello podrían contribuir los pacientes. Así lo cree Graemer Clark, que en la revista JAMA de esta semana trae a colación el caso del paciente de Melbourne, el primero en recibir un implante coclear multicanal, en 1978; el prototipo, desarrollado por Clark, entonces profesor en la Universidad de Melbourne, tuvo que ser retirado en 1983 y sustituido por otro dispositivo, a su vez retirado en 1998. Durante esos años, el paciente participó en diversos estudios hasta su muerte en 2007, cuando pudieron analizarse sus huesos temporales.

El examen postmortem ha servido para diseñar implantes mejores. Otros estudios histológicos sobre estas muestras continúan aún abiertos; algunos han dado pie a sugerir que la codificación de la frecuencia podría mejorar con electrodos de polímeros conductores orgánicos, que ofrecen la ventaja de incorporar factores de crecimiento nervioso, agentes antiinflamatorios y antibióticos. Clark reconoce que "hemos aprendido mucho de estudiar a un paciente durante 30 años".

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